“Me queda el recuerdo del ronquido del bebé, que no sé si dormía o tenía un problema para respirar. Por eso por el camino yo le hablaba. Le decía: ‘Aguantá papito, aguantá…’. Y hoy lo veo tan grande, tan sanito que me emociona”, reflexionó Ramón Piris (53), suboficial mayor retirado de la Policía de Misiones, quien el 2 de junio del 2014 asistió al parto de Silvio Valdemar, en el barrio Caballeriza de esta localidad.
En diciembre pasado, Piris dejó la fuerza luego de 30 años de trayectoria en los que se destacó por su vocación y responsabilidad. Para él, servir y proteger no fue un eslogan, fue el principio que guió sus pasos dentro de la institución.
Con esas mismas ganas y espíritu positivo, aceptó la invitación de El Territorio para reencontrarse con el pequeño Silvio y su familia. Alcanzaron poco más de quince minutos para encontrar la casa, aunque ya no viven en el mismo lugar donde se produjo el nacimiento.
“Ah, usted le busca a María, que tuvo el bebé en la casa y le ayudó un policía que cortó el cordón (umbilical) del bebé con un cuchillo”, dijo una vecina recordando el hecho que ya tiene estatus de leyenda en la villa.
Agregó que la familia se mudó, que “entre por aquel trillito y pregunte en la segunda casa”, y Piris avizoró el reencuentro. “Yo sabía que era por acá nomás. Ojalá estén”, expresó entusiasmado.
Golpeó las manos y atendió María Vera Rossner (24), quien no tardó mucho en recordar al hombre que le ayudó en el parto de su tercer hijo, aquella fría madrugada del 2014.
“Acá está él”, dijo la mamá y apareció el gurí, recién levantado. Piris rompió el hielo con una golosina y se mostró sorprendido del paso del tiempo: “Qué grande está el bebé, parece mentira que ya pasaron casi tres años”.

Un cuchillo y alcohol
Durante los últimos años de su carrera, Piris se desempeñó como encargado de patrulla del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional II, una de las dependencias con mayores requerimientos de la fuerza.
En ese contexto, en la madrugada del 2 de junio del 2014, regresaba de un operativo cuando desde la base le notificaron que en Caballeriza requerían asistencia para una mujer que estaba a punto de dar a luz y la ambulancia del hospital Samic no llegaba.
“En ese entonces yo vivía con mi mamá y una hermana. A la madrugada empecé con dolores y a eso de las 5 rompí bolsa. Ahí llamamos a un remisero conocido, pero había viajado a Posadas. Entonces llamamos al Samic y la ambulancia tardaba, por lo que mi mamá llamó a la Policía y enseguida vinieron”, recordó Vera Rossner.
Por su parte, Piris comentó que, “al llegar a la esquina, sobre calle Portugal, estaba la hermana haciendo señas y nos mostró el camino hasta la casa. Entramos y María estaba en el baño, sentada sobre la tapa del inodoro”.
“El bebé ya estaba naciendo y la mamá le ayudaba. Ahí decidí cortar el cordón umbilical. Le pedí a la hermana que me traiga un cuchillo de la cocina y una botellita de alcohol para desinfectar; medí el cordón con cuatro dedos de mi mano y corté. A mi compañero le pedí algo para atar y sacó el cordón del borceguí y con eso nos arreglamos. Le envolvimos al bebé en una colcha y salimos para el hospital”, revivió.
Al salir del barrio, el móvil patinó, pero lograron salir y, al llegar a la calle Río Colorado, observaron que venía la ambulancia, aunque “le dije al chofer que siga no más, mientras yo le hablaba al bebé y le decía a la mamá que esté tranquila, que ya llegamos”, rememoró.

Afecto eterno
Apenas llegaron al Samic, Piris trasladó al bebé hasta la guardia y comentó lo sucedido a una enfermera, quien le indicó el camino hacia el área de neonatología. “Corrí por ese pasillo porque me preocupaba el ronquido del bebé. Por suerte todo salió bien”, comentó satisfecho.
Por su parte, la madre recordó los minutos posteriores al arribo, cuando el recién nacido quedó en manos del personal y médicos. “Yo le quería ver y pregunté por mi bebé. Al ratito salió una enfermera y me dijo: ‘Te felicito mamita, es una hermosa criatura’. Pesó 3.400 kilos y siempre fue súper sanito”, subrayó orgullosa.
La mujer y su pareja se mostraron agradecidas por el proceder del suboficial mayor y la patrulla del Comando, hace casi tres años, y aseguró que cuando Silvio sea más grande le contará la historia de su héroe.
“No mucha gente tiene el coraje de hacer lo que don Piris hizo aquella vez. Muchas veces la gente critica a los policías, pero hay muchos que son muy buenos y hacen cosas para ayudar a la gente. Hoy mi hijo es sanito gracias a él y sus compañeros”, remarcó emocionada.
En tanto, Piris prometió volver a visitarlos, agradecido por la calidez de la atención. Contó que estando activo lo reconocieron con medalla de oro por un acto de arrojo, en 1997, cuando detuvo a dos ladrones armados de una librería, pero “nada se compara con el afecto de esta gente. El policía tiene que servir y ser honesto y creo que yo cumplí en mi carrera”.

Por Daniel Villamea
fojacero@elterritorio.com.ar

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