recolectorAlejandro Rodríguez toca los fines de semana con Reflejo Latino, pero como “vivir de la música en Misiones es muy difícil”, realiza valiosas tareas para la comunidad de Oberá.

Vocación, esfuerzo, ganas de salir adelante. Alejandro Rodríguez (26) es músico, estudiante y recolector de residuos, oficio duro y poco reconocido, pero fundamental en toda comunidad.
En tiempos donde muchos se conforman con el asistencialismo, la historia de este joven corrobora que el camino del trabajo sigue vigente y ofrece posibilidades para quienes pretenden granjearse un futuro mejor.
Músico por legado familiar de su abuelo y su papá, desde hace cinco años integra el grupo local Reflejo Latino, donde comparte escenario con su hermano.
“Sería lindo vivir de la música, un sueño, pero acá en Misiones es muy difícil. De todas formas, en el grupo somos cinco y nos va bastante bien. Casi todos los fines de semana tenemos actuaciones y quiere decir que gusta lo que hacemos”, comentó.
La banda ejecuta un estilo variado, con tendencia a lo latino -como indica su nombre- y se dedica a animar todo tipo de eventos.
Pero como vivir de la música sigue siendo una utopía, tuvo que buscar otro trabajo para costear sus gastos.
Rodríguez consiguió un puesto en la Municipalidad. Actualmente cobra un plan de 3000 pesos, que “no es mucho pero ayuda”, comentó.
En estos meses trabajó haciendo techos en viviendas humildes, después fue sereno, recolector de residuos y actualmente está cubriendo turnos como repartidor de agua en los barrios sin acceso a la red local.
“Todos los trabajos son sacrificados y tienen sus pro y sus contras. La recolección de residuos es dura y por ahí mucha gente no colabora para que sea un poquito mejor. Por ejemplo, algunos ponen vidrios y hasta jeringas en las bolsas, con el peligro que significa. Por eso hay que tomar precauciones y estar cien por ciento atento”, remarcó.
El buen estado físico es fundamental para correr las calles limpiando la basura de los vecinos, donde muchas veces se enfrentar a conductores desconsiderados que no respetan a los recolectores y ponen en riesgo su integridad física.
“El traslado de agua es más tranquilo, pero se ve más la necesidad que hay en los barrios y por ahí la gente se descarga con uno porque les falta agua”, reflexionó.
Alejandro anhela culminar sus estudios secundarios, que retomó luego de algunos años, para después afrontar el profesorado de portugués.
“Pienso que con esfuerzo todo se logra, sólo está en querer”, agregó convencido. Y sus acciones avalan sus dichos.

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