Norma se hizo cargo de su nieto porque era maltratado por el padrastro. Reconoció que el chico es presa de las drogas y tiene antecedentes por robo. Quiere rehabilitarlo.

El semblante triste y las arrugas de su rostro la hacen parecer mucho mayor a la edad que tiene, pero es un detalle que ni siquiera tiene en cuenta. Angustiada hasta las lágrimas, Norma B. (50) reconoció que su nieto de quince años acumula casi una veintena de causas por robo y es conocido en todas las comisarías de esta ciudad.
Según Norma, el adolescente es presa de las adicciones y antes de los diez años comenzó a “jalar” pegamento, a lo que luego fue sumando alcohol, marihuana y pastillas, siempre apañado por el grupo de chicos mayores que lo iniciaron en el consumo.
“Yo quiero que me ayuden con mi nieto, pero no que lo manden al reformatorio en Posadas, porque los chicos vienen peor de ahí y lo vemos acá en el barrio. Lo que hace falta es un lugar para que se recupere de las drogas, porque ese es el gran problema que tiene”, reclamó.
La mujer reside junto a tres hijos menores y su nieto en el barrio Caballeriza, donde las carencias saltan a la vista y las adicciones hacen estragos en los jóvenes.
“Mi hija mayor quedó embarazada de soltera con 16 años. Vivió un tiempo conmigo y después se conoció con otro muchacho, pero él nunca le quiso a mi nieto. Cuando tuvieron otra criatura, él le hacía mucha diferencia y le maltrataba. Una vez salieron dos días y le dejaron solo, encerrado en la casa al pobrecito”, relató Norma.
Fue así que hace cuatro años, cansada de verlo padecer todo tipo de maltratos, se hizo cargo de su nieto, tras convencer a su hija de que era lo menor para el chico.
“Él sufrió mucho de chiquito y empezó con la mala junta. Siempre anda con muchachos más grandes que le llevaron por mal camino. Los más grandes usan a los chicos para robar, total saben que no están muchos días detenidos. Aparte, les dan bebidas con pastillas para que agarren coraje”, lamentó.
La mujer es viuda y teme que el entorno del barrio y la conducta de su nieto incidan negativamente en la conducta de sus propios hijos, por lo que en más de una ocasión solicitó asistencia a la Municipalidad y a la Policía, aunque hasta ahora no obtuvo ningún tipo de asistencia.
Al respecto, marcó la necesidad de un espacio de rehabilitación para contener a los adictos, una cuenta pendiente muchas veces planteada ante las autoridades locales por referentes de diferentes sectores.
“Es triste cuando uno pide ayuda y no te escuchan. Es como si no importara la vida de un chico, pero mi nieto no es el único con este problema en el barrio y cada vez es peor. Yo le hablo y trato de que cambie, porque es mi sangre y lo quiero, aunque cada vez que sale de casa pienso que capaz no vuelve más”, reconoció con la mirada triste.

Sin contención
A partir del testimonio de Norma, cobró relevancia el reclamo que desde hace varios años viene realizando la jueza Correccional y de Menores, Marta Arrúa, por la creación de un instituto de menores en Oberá.
“No tenemos muchas herramientas y a veces se castiga al niño por las falencias que tenemos como estructura judicial”, reconoció la jueza tiempo atrás.
Detalló que los menores que delinquen son derivados a Posadas, donde se encuentran con un entorno duro y muchas veces se perfeccionan en el delito.
Además, por una cuestión de distancia y economía la mayoría de las familias no pueden visitar a los chicos y se deteriora aún más la relación con ellos.

Por Daniel Villamea
danievilla@hotmail.com

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