Agenda cultural
Creo no equivocarme si pienso que para un escritor, vivir en San Ignacio, Misiones, es toda una inspiración, una invitación al vuelo imaginativo, porque el lugar así lo amerita: todo allí nos conmueve: las Ruinas Jesuíticas y su historia de novela, el caudaloso Yabebiry, el Teyú Cuaré o Cueva del Lagarto, la Casa de Horacio Quiroga , un hombre especial que sigue “estando” con nosotros, la presencia humilde y callada de los indígenas… Y luego nos alegra conocer la existencia de un grupo literario que desde su denominación “Fanáticos de los cuentos de Quiroga” ha sabido mantener desde las letras el encanto de un lugar especial. A ese grupo pertenece Luis Gonzaga Marquez, misionero, radicado en San Ignacio desde 2010 luego de haberse recibido en Entre Ríos de Técnico Avícola. Integrante de los “Fanáticos…” publicó su libro “Sentimientos en Poemas y Cuentos Cortos” y lo presentó en nuestra Feria anterior junto a sus compañeros del grupo literario. Es un escritor muy sensible a los afectos familiares y de amigos, y así lo destacan sus poemas y sus prosas poéticas, en sus confesiones de amor a su esposa e hijos y nietos, y el recuerdo a los amigos en sendos poemas llenos de agradecimientos.
La escritora Aída Ofelia Giménez, del grupo Fanáticos, comenta en su prólogo que Luis Gonzaga Marquez tuvo una infancia de pobreza material pero de riqueza espiritual y de absorción de conocimientos sobre la flora y fauna del monte, sobre los trabajos rurales que aprendió y compartió con sus padres. Sus cuentos – mejor que cuentos son historias de vida – tienen un ejemplo en “Monte Adentro”, donde Gonzaga Marquez hace alarde de sus conocimientos de las costumbres rurales, de la vida austera y sencilla de los personajes , cómo planificaban los noviazgos y casamientos y el futuro de una pareja. El protagonista del relato tuvo a los 10 años el regalo de un instrumento musical que llenó su vida, una “verdulera” de ocho bajos, que le dio la posibilidad de una apertura al mundo social, a tocar en reuniones y que fue esencial para conocer a la joven hermosa, que sentada en un rincón en la fiesta, con un padre a cada lado, no bailaba…. Ese encuentro, fue la base de los preparativos indispensables para el futuro de la pareja: construir la humilde casa, luego la huerta, y los animales necesarios para la cría. Una vez todo en marcha, el joven iba por la hermosa adolescente a pedir su mano no sin antes someterse a una inspección ocular del padre sobre lo que tenía para ofrecer. El casamiento, se armaba con lo que cada vecino traía, desde platos, cubiertos, sillas y con su regalo sencillo y útil para el hogar, más las bebidas espirituosas caseras. El autor va describiendo cualidades de los invitados, toda gente de chacra y lo hace con un gran conocimiento de sus tareas y oficios , lo que seguramente va a sorprender a cada lector.