Cómo evaluar nuestras estrategias on line en tiempos de coronavirus y dengue

Obligados por la pandemia mundial, los docentes nos volcamos masivamente a las propuestas a distancia para seguir enseñando, aunque no sabemos aún si esto implicará que nuestros estudiantes aprendan. Tenemos esperanzas en la profesionalidad docente de quienes han transitado de manera responsable la formación continua que encuentran hoy una valiosa oportunidad para poner en valor esos aprendizajes.

En esta publicación les propongo que mientras organizamos nuestras clases, mientras decidimos las actividades que haremos llegar a nuestros estudiantes, por qué medios lo harems, también pongamos en marcha la autoevaluación para valorar qué tipos de aprendizajes estamos promoviendo y cómo transformar esta experiencia en situaciones de promoción de aprendizajes complejos, y de desarrollo de capacidades y habilidades cognitivas más profundas.  Uno de nuestros desvelos como profesores y maestros es el de generar en nuestros estudiantes habilidades y capacidades complejas, creativas, en fin, superadoras del tan criticado pensamiento memorístico, y de simple repetición de información. Podemos utilizar algunas herramientas para reflexionar sobre nuestras propias prácticas, desde los aportes de investigaciones didácticas y sus derivaciones. Es así que volvemos al conocido Bloom[1] pero repensando su taxonomía aplicada a nuestra realidad educativa mediada por las tecnologías.

La taxonomía de objetivos de la educación de Bloom se sustenta en la idea de que cualquier tarea favorece en mayor o menor medida uno de los tres dominios o ámbitos psicológicos principales: cognitivo, afectivo o psicomotor. El dominio cognitivo se ocupa de nuestra capacidad de procesar y de utilizar la información de una manera significativa. El dominio afectivo se refiere a las actitudes y a las sensaciones que influyen o determinan el proceso de aprendizaje. El dominio psicomotor, que mejor debería denominarse simplemente motor, se ocupa de clasificar las capacidades motrices. Bloom y su equipo de investigadores sostenían que no todos los objetivos educativos son igualmente deseables. Por ejemplo, la memorización de hechos, si bien es una cualidad importante, no es comparable con la capacidad de analizar o de evaluar contenidos. Y es ese punto de su aporte e que quiero destacar hoy.

Tareas para memorizar vs tareas para aplicar y evaluar. En educación a distancia, la distancia no es sólo física, sino también de objetivos e intencionalidades

La taxonomía de Bloom para el dominio cognitivo es la clasificación de objetivos más usada y conocida en los entornos educativos del mundo occidental. Bloom definía seis categorías de progresiva complejidad: Conocimiento, Comprensión, Aplicación, Análisis, Síntesis y Evaluación.

Ahora, desde el movimiento flipped clasroom/ flipped learning que se está desarrollando en diversos países del mundo, y del que nuestra provincia de Misiones es parte desde el año 2016, en el que como ministra de educación provincial creé el Programa Plataforma Guacurarí, tomando como una línea de trabajo el modelo flipped learning, vemos cómo se actualiza esta mirada sobre la planificación de actividades que realizan los educadores escolares. Entre paréntesis invito a que recorran las publicaciones de este sitio especializado en el tema: https://www.theflippedclassroom.es/

En uno de sus artículos este grupo nos invita a revisar los seis niveles de la clásica taxonomía de Bloom como marco para el diseño de actividades de enseñanza. Además de este marco teórico que ningún profesor desconoce, aquí nos presentan los niveles de profundidad del conocimiento de Norman Webb[2]. Webb establece una serie de fases de complejidad cognitiva con las que nuestros estudiantes demostrarán sus habilidades en cada una de ellas. Vuelve a insistir así que si bien la memorización de datos o hechos es importante, no es suficiente para conseguir objetivos más complejos en el aprendizaje.

¿Qué habilidades estamos promoviendo en cada una de nuestras propuestas? ¿Cómo podemos aprovechar al máximo el tiempo que destinan nuestros estudiantes a nuestras asignaturas?

Estos niveles de profundidad del conocimiento nos permitirán mejorar la calidad del tiempo reformulando las consignas de trabajo hacia la búsqueda del desarrollo de habilidades cada vez más ricas y complejas.

Norman Webb propone valorar o conocer el resultado cognitivo partiendo del currículo y tareas de evaluación. Las distintas fases de las que hablamos anteriormente se dividen en:

  • Pensamiento memorístico: Demuestra conocimiento en forma igual o casi igual a como lo aprendido.

En este nivel, las actividades que diseñemos estarán relacionadas con procesos básicos en los que los estudiantes tendrán que recordar o reproducir contentos o habilidades. Algunas de las propuestas en este nivel serían “confecciona un listado de vocabulario sobre…”, “escribe con tus propias palabras…”, “expone tus ideas sobre…”, “crea un pequeño resumen sobre…”, “destaca los puntos principales de…”

  • Pensamiento de procesamiento: Demuestra conocimiento que requiere algún razonamiento mental básico de ideas, conceptos y destrezas, más allá de la memoria.

En este punto se requieren procesos cognitivos distintos del anterior que vayan más allá de la reproducción o la respuesta. Aquí es donde los estudiantes compararán o contrastarán ideas, transformarán información o clasificarán conceptos en distintas categorías. En otras palabras, deberán ir más allá de la mera descripción o explicación de hechos recordados. Algunas propuestas serían: “clasifica estos elementos”, “escribe una entrada de blog”, “haz un juego o cuestionario”, “consecuencias de hechos en un periodo determinado”…

  • Pensamiento estratégico: Demuestra conocimiento basado en demanda cognoscitiva compleja y abstracta

Llegados a este punto, el alumnado deberá llevar a cabo procesos cognitivos más elevados, tales como el análisis o la evaluación. En consecuencia, llevaremos a cabo propuestas en la que se demostrará la aplicación del contenido en distintas áreas para, así, poder llegar a una solución o producto final. Hablamos de la realización de diagramas de Venn, clasificar acciones de los personajes de un libro, preparar una lista de puntos para un debate o elaborar una exposición argumentativa o persuasiva.

  • Pensamiento extendido: Exige que el estudiante extienda su conocimiento a contextos más amplios.

Los criterios de evaluación asignados a este punto estarán relacionados con procesos cognitivos superiores tales como la síntesis, la reflexión o la evaluación. Aquí podremos retar a los estudiantes a que lleven a cabo un estudio o investigación con los que resolver problemas reales. Algunas ideas podrían ser: tareas que conlleven varias destrezas cognitivas, resolución de actividades para tomar varios tipos de decisiones, vender una idea, crear gráficas, tablas donde argumenten o razonen información autónomamente…

Al igual que ocurre con la taxonomía de Bloom, también podemos usar determinados verbos cognitivos en los niveles de pensamiento de Webb. En el sitio arriba señalado accederán a una infografía que resume esta propuesta y en cuyas fases podrás consultar los verbos asociados para el diseño de una tarea basada en esta propuesta (La transcribo aquí para colaborar con la tarea de autoevaluación de los docentes que lean este artículo).

Acortar distancias y profundizar en aprendizajes de calidad

Por lo tanto en estos tiempos de nuevos formatos de instrucción escolar, también destinemos una parte del miso a revisar críticamente qué aprendizajes estamos promoviendo a través de nuestras propuestas de enseñanza.

No siempre la cantidad va acompañada de la calidad de propuestas. Evitemos que nuestros estudiantes desperdicien sus horas en tareas inútiles que simplemente fortalecen habilidades sencillas de copia, repetición y memorización.

Como educadores responsables de la ciudadanía del siglo XXI debemos comprometernos a acortar las distancias no sólo física, sino en igualdad de oportunidades. Forjaremos así una ciudadanía crítica, responsable y cada vez más democrática.

Los invito a que revisen cada una de las propuestas que están enviando a sus estudiantes, ¿Qué niveles de pensamiento estamos promoviendo con las actividades propuestas en estos días de  #EducaciónEnTiemposDeCoronavirus?

Abrazo a los auténticos docentes.

Oberá, 24 de marzo de 2020.-

Ivonne Aquino

[1] Benjamin Bloom (1913-1999) fue un influyente psicólogo y pedagogo estadounidense que hizo contribuciones significativas a la taxonomía de objetivos de la educación. Otras contribuciones suyas estuvieron relacionadas con el campo del aprendizaje y el desarrollo cognitivo.

[2] El Dr. Norman Webb, especialista en el área de evaluación, junto con otros profesionales describió cuatro niveles de profundidad de conocimiento (DOK, por sus siglas en inglés). Esta forma de clasificar el aprendizaje por niveles de profundidad de conocimiento considera lo que es capaz de hacer el estudiante con el conocimiento que aprende con profundidad y además integra los niveles de pensamiento de Bloom; memoria, comprensión, aplicación, análisis, síntesis, evaluación y creatividad.

 

 

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Categorías: Columnas de Opinión
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