“No tengo nada que esconder”, es lo primero que contesta Ingrid Grudke a todo el que, sorprendido, le pregunta cómo es que sigue enfrentando flashes y cámaras después de que, quien fue su pareja durante cuatro años, el empresario kirchnerista Cristóbal López , haya terminado en prisión acusado de evadir 8 mil millones de pesos de impuestos a través de su empresa OIL.
“Me refugio en mi trabajo, en mi mundo, en mis amigos, en mis compañeros que jamás me preguntaron nada. Me quedo con eso, con mi familia. Me llamó todo el que quería que me llamara. No tuve ninguna agresión. Algunos me preguntan si tengo miedo. No tengo miedo. ¿Miedo a qué? Si yo no hice nada”, dice Ingrid en una charla con La Nación, antes de prepararse para salir a la pasarela una vez más, como lo hace hace más de 20 años.

¿Cómo viviste las repercusiones en los medios de tu relación con él?
A veces salían notas de que “se fue a Seúl porque estaba triste”, y yo estaba en un viaje por Silkey en Seúl. Y nadie levantó el teléfono para preguntarme. Simplemente copiaban lo mismo en todos los medios. Nadie chequea la información, nadie me llamó. Por eso me parece importante que se hable de mi trabajo y no de esto. Es muy fácil juzgar sin saber. Yo siempre pongo mucha fuerza en que no se desprestigie el mundo de la moda: valorar el mundo de la moda, el mundo textil. Hay mucha gente trabajando en esto.

Sos una de las pocas modelos de más de 40 que sigue trabajando. ¿Cómo rompiste con ese estereotipo que condena a la mujer por la edad que tiene?
Me parece importante que realizarse como persona, como profesional, también esté de moda. Ahora está de moda que haya mujeres de mayor edad en las pasarelas. Tenemos que ser más libres. Es algo que instalamos nosotras mismas, más que los hombres, eso de la edad. Tenemos que ser fuertes, tratar de superarnos, de mostrar que la mujer es más allá de una edad. La mujer tiene una belleza única, una genética que hay que respetar, no tenemos que compararnos. Los prototipos de moda cambian. De Venus, que tenía curvas, hasta los años 50 y hasta ahora. Pero eso no quiere decir que tenemos que ser tal cual. Las mujeres tenemos que darle libertad a la mujer para ser, respetarla en su forma en su genética, no castigarnos tanto. Nos castigamos nosotras mismas. Nosotras somos las que decimos que estamos grandes.

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