Oberá está viviendo días de excepción en lo cultural y patriótico ya que a partir del 1º de julio se abrirán las puertas de la 40ª edición de la Feria del Libro y el 9 de Julio se vivirán los doscientos un años de la declaración de la Independencia nacional que, en nuestra ciudad es el acto patriótico y cívico de mayor relevancia y, a esto, debemos agregar que este año se celebra el 25 aniversario de la Junta de Estudios Históricos la que está organizando distintos actos en celebración los que comenzarán a efectivizarse el próximo 9 de Julio.
Nosotros acostumbramos a verlos, a sentirlos, a vivirlos, por eso para quienes los símbolos nacionales aparecen como una suerte de costumbre en la vida, puede parecerles el día de la Bandera como una celebración más, máxime que con muy mal criterio el feriado nacional por el día de la Bandera se pasaba a otro día, quitándole la seriedad y jerarquía que conservan las otras fechas del calendario cívico-patriótico así como dejando una idea de virar sentimientos derrotados por la rentabilidad, y bien, decimos se pasaba, porque este año con muy buen criterio se celebrará el día 20 de junio.
Sin embargo, para todo aquel argentino que está alejado de su patria, todo lo que sucede en su tierra es motivo de celebración y emoción íntima, sentimiento que se acentúa si ve flamear “su” bandera , ¡qué lágrimas de emoción aparecerán furtivamente en sus ojos!.
¡Vaya, busca ayuda para tu prosa que la hay mucha y sabrosa!…
… así nos entregamos a buscar otras letras y ¡qué mejor que Joaquín V. González! “…ella encarna lo más precioso que tenemos y debe sernos más querido, el pasado de nuestros abuelos, el porvenir de nuestros descendientes. Es la depositaria de las tradiciones sagradas, de las esperanzas inviolables, de los recuerdos gloriosos, de los sentimientos íntimos de una raza, tiene la guardia y la responsabilidad de sus destinos, de su grandeza, de su independencia. Es lo que existe a través de los tiempos, sobrevive a todas las individualidades; es lo que puede adherirnos y por lo cual podemos sacrificarnos”.
Con relación a la bandera decía Nicolás Avellaneda en su Oración, “…vamos ahora a cobijarnos todos bajo sus pliegues y pidámosle que calme las pasiones rencorosas, que haga brotar a su sombra la virtud del patriotismo, como en otro tiempo el laurel del guerreo, y que conduzca a su pueblo por la paz, por el honor, por la libertad laboriosa, hasta ponerlo en posesión de sus destinos, que le fueron prometidos por Belgrano al hacerla flamear sobre su cuna”.
Veamos ahora que dice la historia con relación a su creador, Manuel Belgrano: A fines de 1811 y después de la derrota de Huaqui, en busca de víveres, los españoles de la Banda Oriental realizaron una serie de actos de pillaje por los Río Paraná y Uruguay. Los patriotas levantaron fortificaciones consistentes en baterías costeras en Rosario, sobre las barrancas del Río Paraná, cuyo mando se confió al general Manuel Belgrano. No habían terminado las obras de fortificación, cuando llegaron las noticias de que una escuadra enemiga estaba a punto de zarpar de Montevideo en dirección a Rosario.
Fue entonces cuando Belgrano resolvió levantar el patriotismo de sus tropas por medio de un símbolo que sería distintivo de la Revolución. Así nació la escarapela nacional, con los colores azul celeste y blanco la que fuera confirmada como tal el 18 de febrero de 1812 como escarapela de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Con los mismos colores de la escarapela creyó Belgrano necesario crear una bandera y fue el 27 de febrero del mismo año, al inaugurar las baterías Libertad e Independencia en que enarboló la bandera con esos colores. El gobierno consideró imprudente tal actitud y ordenó su ocultamiento. Belgrano no recibió tal decisión por lo que al llegar a Jujuy, al celebrarse el 25 de Mayo desplegó la nueva bandera, la que fue bendecida por el canónigo Ignacio Gorriti y presentada al pueblo desde los balcones del Cabildo.
El Triunvirato desautorizó nuevamente la creación, Belgrano reservó entonces la Bandera para que flameara el día de una gran victoria, lo que sucedió en Tucumán, donde se volvió a enarbolar la Bandera de la Patria en el Río Pasaje el 13 de febrero de 1813.
La figura de Manuel Belgrano ha estado tan vinculada a la creación de la Bandera Nacional que el día 20 de junio, día de la muerte del prócer, ha sido instituido como día de la Bandera.
Cerrando la nota bien vale reproducir el pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento sobre Belgrano: “General sin las dotes del genio militar, hombre de Estado, sin fisonomía acentuada. Sus virtudes fueron la resignación y la esperanza, la honradez del propósito y el trabajo desinteresado. Su nombre, empero, se liga a las más grandes faces de nuestra independencia, y por más de un camino, si queremos volver hacia el pasado, la candorosa figura de Belgrano ha de salirnos al paso…
Aceptación de la Bandera de Belgrano
No hay constancia de la aceptación de la bandera. Pero la Asamblea consintió en que se usase el pabellón de dos listas azules y una blanca en el Centro. Aunque no la izó en el salón de sus sesiones, ni tampoco en lo alto de la Fortaleza.
Belgrano insistía con una bandera blanca con el sello de la Asamblea que había mandado jurar a orillas del Pasaje. El 26 de mayo informa desde Jujuy que el día anterior “deseando este Cabildo sacar una bandera le franquee… una blanca con que mandé pintar las armas de la Soberana Asamblea General Constituyente que usa su sello”. No era esa bandera azul y blanca, pero tenía el escudo donde campeaban ambos colores.
En cambio, se usaba en el sitio de Montevideo y en Buenos Aires la azul y blanca: el 14 de octubre de 1813, Vigodet informa al embajador español en Río de Janeiro: “Los rebeldes de Buenos Aires han enarbolado un pabellón con dos listas azul celeste a las orillas y una blanca en el medio”; Agrelo en su Autobiografía dice del año XIII “se mandó quitar de todas partes la bandera española y se sustituyó el nuevo escudo y la bandera azul-celeste y blanca” Pero se trataba de iniciativas particulares porque el pabellón español de la Fortaleza de Buenos Aires quedó izado hasta el 22 de enero de 1815, en cuya fecha se arrió por orden de Alvear sin ponerse ningún otro.

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Categorías: Columnas de Opinión
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