El pasado 4 de junio, Lucas Iván Rivero (18) fue apuñalado en medio de un partido de fútbol en el barrio Caballeriza. El presunto homicida tiene 17 y habría actuado bajo los efectos del alcohol.
Díez días más tarde, Mariano Schunke (25) caminaba por una calle de San Miguel y fue atacado por una patota que le propinó una terrible paliza que casi le costó la vida, al punto que estuvo en coma y pasó dos semanas en terapia intensiva del Hospital Samic de esta localidad.
Según testigos, fue atacado por cuatro sujetos del mismo barrio que toda la tarde habían estado consumiendo bebidas alcohólicas.
“En el barrio, las patotas hacen lo que quieren. Hay mucha droga, alcohol y nadie controla”, denunció Antonia Carballo (55), madre de la víctima.
Pero el consumo de alcohol a cualquier hora no es exclusividad de los barrios, ya que a diario se observan personas bebiendo en las plazoletas de la avenida Libertad, con epicentro en “La Chuleta”, o cualquier plaza del centro.
En ese contexto, esta semana los concejales mantuvieron una reunión con las autoridades policiales, donde avanzaron en la necesidad de aunar esfuerzos para controlar el efectivo cumplimiento de la norma (ver Apuntan a…).
Si bien el Código de Nocturnidad obereño estipula la prohibición total para consumir bebidas alcohólicas en la calle y espacios públicos, al tiempo que faculta a las autoridades a decomisar alcohol en la vía pública, en la práctica la norma se cumple parcialmente porque la Policía y la comuna cuentan con medios limitados para su control.
Según la normativa, las personas que estén bebiendo alcohol en la calle y se nieguen a dejar de hacerlo, podrán ser detenidas por la Policía hasta un máximo de seis horas.
“La intención es muy buena, pero nos encontramos con limitaciones de personal y medios para efectivizar los controles en el ámbito de toda la ciudad”, reconoció una fuente de la Unidad Regional II.
En tanto, opinó que “la problemática del consumo de alcohol no sólo se da en el centro de la ciudad, sino también en algunos barrios donde hay grupos que se juntan en las esquinas, molestan a los vecinos y cobran peaje, muchas veces por consumir alcohol”.
Por otra parte, el Código de Nocturnidad contempla que los locales bailables cierren sus puertas a las 6, mientras que los pubs lo hacen a las 7.
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