Con una visión de avanzada, que ahora se refleja en el nuevo Código Civil, desde hace muchos años la Aldea SOS insiste con la revinculación familiar, ya sea manteniendo juntos a los hermanos con una madre sustituta como también favoreciendo el contacto con la familia de origen a partir de visitas y salidas.
Por ello, la premisa es agotar los caminos para que los chicos mantengan sus lazos familiares; pero también hay casos donde ni los padres, abuelos ni tíos quieren hacerse cargo de los menores.
Recién en esta última instancia se habilita la posibilidad para una posible adopción. En la actualidad, sólo dos hermanitos se encuentran en condición de adoptabilidad, según precisó Gisela Knipp, directora de Aldeas Infantiles SOS filial Oberá.
Y la experiencia de estos pequeños no fue la mejor hasta el momento, ya que vienen de dos adopciones fallidas, una circunstancia temida por los encargados del hogar porque siempre se lastima el alma de los niños.
“Creo que hay que cambiar la concepción. La adopción es darle familia a un nene y no satisfacer una necesidad de paternidad de un matrimonio o alguna persona. Hay que revertir eso de: quiero un nene, pero tiene que cumplir determinadas características, me sacan de este esquema y lo devuelvo. Me dificulta un poco porque tiene una historia de vida difícil. Entonces voy al juzgado y lo devuelvo. Por eso me conviene adoptar a un nene chiquito, porque viene sin mañas, sin historias y me es más fácil criarlo, lo crío más a mi estilo”, graficó Knipp.
Gran obra
Actualmente, la Aldea alberga a 92 personas, entre niños y jóvenes, de los cuales 84 residen en el predio y los ocho restantes en viviendas asistidas fuera de la institución.
Un total de 33 son mayores de 18 años y decidieron seguir bajo el régimen institucional para culminar sus estudios y seguir ligados a sus afectos, ya que muchos conviven con sus hermanos. En tanto, doce de los 59 menores están en etapa de revinculación con su familia de origen.
El sistema de la institución se considera de avanzada, puesto que no sigue los parámetros de los denominados patronatos, donde los menores estaban hacinados a la espera de la adopción.
Los chicos se distribuyen por grupos de hermanos que residen en casas particulares a cargo de una madre sustituta. Estudian, hacen deportes y cada vivienda tiene su autonomía. En los últimos años, varios jóvenes criados en la institución se destacaron en atletismo y hasta obtuvieron becas para estudiar en el exterior.
“Nuestra misión es profundizar el trabajo con la familia de origen”, subrayó la directora, al tiempo que ponderó que en la mayoría de los casos la revinculación se da a partir del compromiso de abuelas y tíos, más que de los propios padres.
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