En mis tiempos de empresario tealero, allá por Colonia Alberdi, Sección II, tenía un trabajador de apellido Leal que solía responder ante la demanda de pronosticar lluvias, fríos y calores  “Hablar del tiempo es mentir” y sí lo era en aquellos tiempos en que los cambios atmosféricos no eran materia corriente, es posible que los de mayor edad recuerden que en tiempos de sequía hasta se encendían escobas para atraer las lluvias.  Hoy todo ha cambiado y si bien la naturaleza es hábil para hacernos gambetas de vez en cuando, para este 9 de Julio las tarjetas invitando a participar en el día de la Patria se agregaba en caso de lluvia….y bien con la llovizna por norte, el acto central del 9 de Julio se realizó en la Catedral de Oberá, que así apareció desbordada ya que gobernador, vice gobernador, ministros y funcionarios del gobierno provincial, junto a poder ejecutivo y legislativo municipal y funcionarios municipales debieron amontonarse  para que puedan ingresar las banderas y abanderados de escuelas y colegios, así como las banderas y abanderados de las colectividades y, por supuesto parte del vecindario obereño que, como todos se había preparado para participar de un programa de recordación patria de gran envergadura coronado por un desfile cívico militar que suele ser el plato fuerte de estas evocaciones de azul y blanco.
   Sin embargo esa aglomeración de gente en el templo mayor resultó para nuestro espíritu reconfortante ya que en este Oberá… es Oberá en que vivimos se dio muestra una vez más que es posible confraternizar gobierno y pueblo, pueblo y pueblo, gobierno y gobierno, sin que aparezcan grietas en el comportamiento ciudadano.
   A la hora de la oratoria oficial esto quedó demostrado con las palabras del intendente Carlos Alberto Fernández y ¡vaya la conjunción de causalidades-casualidades! el gobernador de la provincia, obereño, hijo de inmigrantes italianos, como el mismo lo expresó, Hugo Passalacqua, quien improvisando y en tono casi familiar fue desgajando paso a paso la génesis de la colonización obereña, el protagonismo inmigrante en ella, las otras vertientes válidas que hoy, todas en conjunto permiten exaltar un misionerismo a ultranza en el cual está ubicado su gobierno y que pretende llevar a buen puerto a nuestra gente exhortando al trabajo, sin olvidar celebrar aquel Congreso de Tucumán que nos dio la independencia con todo coraje y valentía.
   Como broche final y como colofón de homenaje a Oberá en su fundación, la bisnieta de Iris Pirelli recitó la misma poesía que su bisabuela en aquel 9 de julio de 1928.
Oberá… es Oberá
   Mientras por allá el 9 de Julio pasó hasta incomprendido e inadvertido para muchos argentinos todavía en todo su valor y coraje humano en función de suelo y familia creando patria, aquí en este Misiones lo celebramos provincialmente en Oberá, por ser un 9 de julio de 1928 el día, mes y año de su fundación de la que en esa fecha se cumplieron 90 años y, por otra parte la celebración aquí permitía un toque de nostalgia y recuerdos para los descendientes de inmigrantes europeos y algunos asiáticos que decidieron viajar a nuestro país y finalmente se ubicaron en el ya mítico Yerbal Viejo pero especialmente el cimbronazo emocional cala muy hondo  en aquellos descendientes de inmigrantes nórdicos que, bajando desde Bonpland decidieron radicarse y conformaron un poblado en el asentamiento que llamaron Villa Svea que realmente sorprendió por su pujanza y ordenamiento socio-cultural así como por el aprovechamiento de esa tierra fértil, las plantaciones de yerba mate, y su industria y la madera de sus montes para quienes posteriormente fueron llegando, interiorizándose de la historia lugareña  y que pasó a ser imán poblacional y ariete de ordenamiento económico y cultural que supo cómo trabajar tierra fértil, yerba mate y monte virgen y sirvió de experiencia utilizada para muchas otras colectividades inmigrantes de las más distintas y distantes nacionalidades que, anexada que fuera por obra de la mensura la chacra 62 iban pudiendo asentarse en este suelo, sumándose inmigrantes brasileños y paraguayos y una ola de gente de las provincias argentinas, maestros, policías, comerciantes, profesionales.
   Para evaluar el liderazgo de la Villa en tiempos del Yerbal Viejo, bien cabe – especialmente para las nuevas generaciones de obereños- reproducir las palabras de un inmigrante italiano quien fuera don Francisco “Checo” Morchio con que comentó en el curso de Historia de Oberá, año 1988 y destinado a docentes y todo público – intendencia Dr. Sábato Esteban Romano-  en referencia a  su llegada a Oberá: “La Villa Svea que yo ví…”En esa época yo vivía en Posadas (1931) y me ordenaron por una semana venir a reemplazar a un empleado. Salimos de Posadas (dormimos en Santa Ana) y al segundo día salimos con rumbo a Oberá. Llegamos a un lugar muy iluminado y preguntamos si ya habíamos llegado y nos dijeron que no; para Oberá faltaban todavía  6 o 7 kilómetros, esto es Villa Svea. “Seguimos viaje y yo prensé Oberá debe ser mucho más grande, pero me desilusione, porque Oberá entonces tenía unas cuantas casitas desparramadas (no había organización. Villa Svea en cambio era un lugar más grande, bien organizado; es decir una zona formada,. “Las calles aquí eran inexistentes” (“Un lugar llamado Yerbal Viejo” Libro de mi autoría- Capítulo16- Villa Svea, página 225).
Miguel Sedoff
Una mirada de Oberá
   Entre la multiplicidad de libros que se presentaron en esta edición de la muy apreciada Feria Provincial del Libro, hubo uno, nada común y muy original, más aún, resultado de la aplicación que nos deja una delicada muestra de sentimiento familiar y admiración profesional, la que, al pasar sus hojas, se va convirtiendo para el lector-observador en una historia viviente de la ciudad de Oberá , su gente y sus circunstancias que surge de un fotógrafo, Anatolio Sedoff el que más allá de ello, aparece como un destacado cultor del arte fotográfico y un apasionado investigador de su ciudad que va mucho más allá de su pasión por la fotografía para transformarse en un laboratorio de imágenes que pacientemente fue prolijamente y profesionalmente guardando.
   Ahora su hijo Miguel Sedoff  las ha vuelto a la vida, las ha ordenado y colocado epígrafes que las explican, todo ello ha sido impreso en un libro de casi 200 páginas titulado “Una mirada de Oberá –Fotografías de Anatolio Sedoff- 1957-1997” de calidad tal que hasta parecen reproducciones fotográficas.
   Cerrando el libro- hoy seguramente un verdadero tesoro familiar y testimonio comunitario- bajo el titulo de “Mi padre”  comenta esa relación filial-paternal que marcó para siempre su niñez y que con su habilidad para el manejo del idioma, nutre de sentimiento al lector.
   Valioso aporte que bien puede agregarse a esta nota que hemos titulado: Oberá… es Oberá.
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Categorías: Columnas de Opinión
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