Agenda cultural
Hace muchos años, la Presidenta de la Comisión, de la Feria Provincial Del Libro en ese momento Teresa Morchio de Passalacqua, me pide que tome razón de un saludo de una escritora muy importante, conocida de ella, que solicitaba venir a conocer nuestra Feria. Ese fue el comienzo de una amistad que año a año se renueva y que nos permite valorar a una mujer múltiple, cálida, llena simpatía, que con su esposo Aquiles Gasparini, nos ha demostrado cuánto ama a esta ciudad y a uno de sus más destacados acontecimientos culturales. Se trata de Marta Stella de Gasparini, misionera, que actualmente vive en Colón, Provincia de  Entre Ríos, docente, abogada, escritora  con varios libros publicados, como el que presentó en nuestra edición 46 titulado “Oír el río”, varias veces premiada, y conductora de un programa virtual, cultural  (“Libromanía). Su poesía   es tan dulce como ella. Sus palabras tienen la transparencia del agua, la paz que en general muestra el río,  que no se altera ni se embravece, corre  apacible, lleno de una riqueza que no vemos pero sabemos que va con él. Su voz nos trae el recuerdo de “Juanele” Ortíz, otra voz entrerriana, bella, inolvidable,  que también cantó al río. Con ellos sentimos que la poesía tiene un  encanto especial. Las mismas palabras que usamos linealmente en  prosa, se transforman en una melodía cuando las evocan desde su interioridad poética. Las mismas que  injurian, que agravian se transforman cuando el poeta, como un demiurgo,  las desoye  y construye desde la realidad,   imágenes  maravillosas.  Igual decimos que existen las “ malas palabras” cuando en realidad existen los malos emisores. Este libro reúne tres momentos líricos: un Poemario, otros poemas en estilo Haikus de origen japonés y luego Cuentos Breves. Su prologuista nos lleva de la mano en un itinerario que nos ayuda a recorrer el libro. Nosotros, menos técnicos, o nada técnicos, recorremos el libro como una conversación entre amigos, reconociendo recuerdos comunes, y eligiendo textos para reproducirlos, por la sorpresa de encontrarlos,  como Pueblo Liebig y su Escuela  “Su magia me atrapó, escuché el silencio / y con la compañía de la soledad / devine caminante incansable / de ese pueblo radial, la fábrica como vértice / la manga dividiendo dos mundos / las viviendas de los obreros a un lado / y las casas de los jerarcas ingleses, enfrente. / Bajé al antiguo muelle de pasajeros / los ojos se desplazaron ávidos por el río Uruguay, / los árboles atraparon mi humanidad exigua / no me dejaban salir. Y faltaba la Escuela, / cien años recibiendo alumnos / cien años formando futuros ciudadanos, / Fuera de sus paredes contenedoras, cálidas, acariciadoras, / una voz me susurró que allí me quedaría. / Aquí estoy definitiva,  adherida, enamorada / de Pueblo Liebig, su quietud, sus calles despojadas y  su Escuela”.  Muchos  textos son como espejos de la personalidad de Marta, títulos  que hablan por sí solos, y sentimos lo difícil de la sencilla profundidad que en ella fluye como agua del río.

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