Rechazo a la inminente demolición la emblemática estación de servicio de Antonio Vilar en Misiones.
La ciudad de Oberá, en Misiones, se encuentra debatiendo la permanencia de una de sus piezas arquitectónicas más importantes: la sede del Automóvil Club Argentino.
El pasado 4 de noviembre, el propio ACA, que ya presentó a la municipalidad los planos para la demolición total del edificio, realizó una audiencia pública para presentar el nuevo proyecto y explicar su impacto ambiental.
Desde distintos sectores de la sociedad de Oberá -e incluso de Posadas- vinculados a la arquitectura, al patrimonio y a la historia se expuso la necesaria conservación del edificio, su puesta en valor y reutilización.
La sede del ACA fue construida apenas 13 años después de haber sido fundada la ciudad, lo que la hace clave en su paisaje urbano.
Además, cabe mencionar que de las casi 180 sedes proyectadas y construidas entre 1938 y 1942, Oberá es de las pocas que aún se conservan intactas. Y en este sentido, la importancia de su conservación trasciende al patrimonio de Oberá para ser de consideración nacional.
La importancia del ACA desde la década de 1930
La serie ACA representa claramente el momento de modernización que se venía produciendo desde principios de la década de 1930, tanto en la arquitectura como en los aspectos sociales y culturales de la vida nacional.
Las “estaciones de servicio” surgieron como consecuencia de un acuerdo de cooperación firmado en 1932 entre YPF y el Automóvil Club Argentino. En 1936 se puso en marcha el proyecto de construcción de las 180 sedes distribuidas en todo el territorio nacional, proyectadas por Antonio Vilar.
En su ensayo “Construir Crítica. La obra de Antonio Vilar para el Automóvil Club Argentino”, Lara Vivono expresa:
“El contexto en que se crea el Plan ACA- YPF es un momento particular para la política argentina. (…) En relación a estas nuevas incorporaciones, que ganaban cada vez más terreno y que modificaban el uso e interpretación del territorio, comienzan a surgir entidades y espacios de vinculación, necesarios tanto para regular como para socializar y reflexionar con respecto al uso del automóvil.
En primer lugar, el Automóvil Club Argentino en el año 1904, encargándose de brindar servicios (vinculados tanto al mantenimiento del automóvil como a fines turísticos) y alentar la creación de infraestructura necesaria para mejorar la vialidad, como ser la apertura de caminos, y la proyección y construcción de nuevos programas relacionados al uso del automóvil.”
La efectiva construcción de las sedes -de un amplio rango programático de acuerdo a su ubicación-, puso en evidencia la democratización en el uso del automóvil y la experiencia turística, la política petrolera desarrollada por YPF y el optimismo general que dominaba la escena económica nacional.
Las arquitecturas del ACA incorporan lo regional
Pero además, las sedes ACA son el mejor ejemplo arquitectónico de integración del territorio nacional y la valoración de las tradiciones locales expresadas en los diferentes lenguajes arquitectónicos empleados por Antonio Vilar en sus proyectos, respondiendo a las particulares condiciones arquitectónicas, urbanas o paisajísticas de cada ciudad y región en que se ubicaban las estaciones.
Si bien en los edificios construidos en ciudades capitales Vilar suele utilizar un decantado lenguaje racionalista característico de su producción de la década de 1930, para las ciudades pequeñas y los enclaves de valor paisajístico o turístico, incorpora, -sin dejar de lado la canónica moderna- tradiciones constructivas y culturales locales, en un temprano proceso de regionalización del Movimiento Moderno.
En 1991, Jorge Glusberg reclamaba para Vilar lo anticipatorio de su trabajo para el ACA: “Hacia 1938 se inauguraba en la ciudad de Córdoba la primera de una serie de estaciones de servicio del Automóvil Club Argentino, que rápidamente iban a extenderse a todo el país. A cinco décadas de entonces, aún es posible advertir la profunda innovación que Vilar introdujo en este tipo de construcciones, sin antecedentes en la Argentina”.
Más tarde, en 1996, en su ensayo sobre Vilar, Adrián Gorelik amplía el concepto: “Cuando en enero de 1943 Vilar introduce en Nuestra Arquitectura un número completo dedicado a mostrar la obra del ACA, se hace explícito el compromiso intentado y la serie de descubrimientos y cambios que este trabajo había producido”.
Antonio Vilar, un «nuevo» moderno
La experiencia de Vilar en los proyectos ACA cambió definitivamente su interpretación de la modernidad. Y al mismo tiempo, la originalidad, expresividad y pertinencia de sus edificios inventó en Argentina una nueva forma de ser moderno.
Vilar dio un paso más allá de las convenciones modernas en el diseño de las estaciones, donde incorpora elementos formales y tecnológicos provenientes de las tradiciones populares o históricas. En 1943, con los ACA terminados y en pleno funcionamiento, será el propio Vilar quien ponga en el horizonte disciplinar la importancia del patrimonio:
“Habría (…) que dar ideas para salvar o conservar las reliquias valiosas, el carácter autóctono y tradicional, las normas constructivas inteligentes y útiles y mil otras cosas del interior que en la vorágine actual pasamos por alto. (…) La más noble finalidad del ACA, colaborando con YPF y con la Dirección Nacional de Vialidad, es propender al conocimiento y al amor de nuestra tierra y lo demás vendrá solo.”
A lo largo de las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI, muchas de las sedes -y muy particularmente las de ciudades pequeñas- con las transformaciones urbanas y las condiciones de uso de las estaciones de servicio fueron modificadas, en mayor o menor medida, perdiéndose lentamente un patrimonio silencioso, pero de gran valor.
Las adaptaciones a nuevos requerimientos técnicos o comerciales, como asimismo el poco valor patrimonial acordado a estos excepcionales ejemplos de modernidad revisada fueron degradando, incluso hasta el desdibujamiento completo del edificio original, gran cantidad de sedes ACA.
Oberá es una posibilidad de conservar el edificio original renovando su uso. No es ocioso o nostálgico mantenerlo, es más bien sostener el valor del patrimonio y lo bien hecho.
Clarin.com