La preocupación pasa por lo económico y lo social, más que por la conformación de los gabinetes de los gobiernos, que también son importantes, por ser el equipo de trabajo con el cual se debe gobernar y hacer frente a las difíciles situaciones que se presenten a resolver en lo inmediato.
Faltan 20 días para la asunción de las autoridades y siguen las incertidumbres en torno al gabinete provincial y municipal.
En el ámbito provincial asume un nuevo gobernador con una impronta diferente a la llevada adelante por Hugo Passalacqua, con amplia aceptación social, según lo siguen mostrando los sondeos de imagen, que lo ubican al gobernador por encima del 70 por ciento de imagen positiva, en un porcentaje similar al obtenido en la consagración de Oscar Herrera Ahuad, como gobernador.
Herrera Ahuad, más allá de los cambios que pueda efectuar en su gabinete, no se saldrá del modelo político económico con el que se viene manejando la provincia desde hace varios años. La de manejarse con los recursos propios y evitar el endeudamiento, llevando adelante los postulados del misionerismo. Una de las improntas que anunciara Herrera Ahuad es la de trabajar fuertemente con el sector agrario provincial, para potenciarlo y hacerlo crecer en la idea de la soberanía alimentaria, como así también trabajar más sobre la cuestión cultural, sin dejar las banderas renovadoras de apostar fuerte a la educación, a la salud y a la contención social.
En el caso del intendente Carlos Fernández, quien fue electo por un amplio margen de votos, que se interpreta en idéntica proporción como aprobación a su gestión, por ello no es una preocupación la conformación o cambios en su gabinete, salvo que quiera potenciar algún área en particular o busque apuntalar a alguien de su grupo para que se perfile para sucederlo dentro de cuatro años, pero es algo muy prematuro y que seguramente no estará, por el momento, en la consideración del intendente Fernández.
En el ámbito municipal, en lo concerniente al presupuesto de gastos y recursos para el próximo año, el presupuesto que envió el Ejecutivo solicitaba un incremento del 41 por ciento, en comparación al presupuesto del año pasado, en el cual existía, por parte de nación, una restricción de no aumentar por encima del 20 por ciento los presupuestos provinciales y municipales, según la expectativa inflacionaria presupuestada y estimada, que nunca se cumplió, y que para este año prevé terminar cercano a un 60 por ciento anual.
El presupuesto municipal será de 964.130.000 de pesos, mientras que para el Concejo Deliberante se aprobó un presupuesto de 26.580.000, es decir, 24 por ciento; y para la Defensoría del Pueblo 3.900.000, lo que representa el 35 por ciento.
Por otra parte, tuvo entrada formal el pedido de aumento por parte de la empresa prestataria del servicio urbano de pasajeros, que deberá resolver el próximo Concejo Deliberante, quedando el interrogante sobre si volverán los subsidios nacionales al transporte público, que es una de las maneras de ponerle dinero en el bolsillo a los trabajadores.
En lo inmediato, el gobierno provincial, al igual que los municipios, se centran en afrontar el pago de los aguinaldos, y en el caso del municipio de Oberá, de cerrar un aumento salarial al básico, que estaría ubicado entre el 10 y el 15 por ciento solicitado por los gremios.
Atrincherado en que la culpa es de los otros
Se busca ocultar el fracaso de la gestión del presidente Mauricio Macri y de la coalición gobernante, con el evidente argumento de que recibieron un país destruido y lo dejan en condiciones de crecimiento económico, es decir que niegan haber fracasado en la implementación de la política económica, por factores externos e internos, por culpa de los electores, a quienes descalifican como planeros, cabeza de termo que no vieron, entendieron y comprendieron la gran gestión encabezada por Macri, que, según él y sus seguidores, no se podría haber hecho magia y corregir los errores de décadas.
Pero esos electores a los que descalifican, son los que en su momento creyeron en las promesas electorales de que la inflación no sería un problema, que habría creación de fuentes laborales de calidad, e incluso Macri, en su momento, llego a hablar de pobreza cero; y su gestión termina en emergencia alimentaria, con un alto índice de inflación y de pobreza.
Evidentemente la idea de seguir negando sus responsabilidades de gobierno tiene el acompañamiento de los grandes grupos mediáticos, como es el caso de Clarín, que sigue brindando protección mediática al macrismo, y les servirá de trinchera para tratar de mantener el poder y peso como oposición, con la idea de retornar al poder en un periodo que no sea mayor al de 8 años.
Las características del presidente electo Alberto Fernández son diferentes, y la dirección es la de asumir el gobierno con una impronta distinta a la que fueron los 12 años de gobierno kirchnerista. ‘Queremos volver para ser mejores’, decía en su discurso el presidente electo, quien recibe un país muy mal económicamente y con un pronóstico para el próximo año no muy alentador, por el alto nivel de endeudamiento externo, los vencimientos de los servicios de la deuda y con pocas reservas en el Banco Central, pero con la idea de reactivar la economía y poniendo dinero en el bolsillo al sector de los trabajadores.
Es más que evidente que el macrismo se retira sin admitir su fracaso, es por ello que no se quieren ir en silencio, sino que con el autoelogio de que fueron lo mejor que gobernó los últimos años el país. Por ello, seguirán con el latiguillo de las causas de corrupción, que la justicia deberá definirlas en los próximos meses y años, denuncias que fueran calificadas como persecución política, por la falta de pruebas y los pocos claros manejos de la Justicia Federal, usada como instrumento político para amedrentar a la oposición y usarlo como herramienta electoral. Nunca pensaron que las cosas le saldrían tan mal y creyeron que con las denuncias les alcanzaba para permanecer en el poder y así justificar las medidas económicas que fueron implementando.
Veremos con el cambio de gobierno qué rumbos tomará la justicia. El presidente electo habló de cerrar la grieta y que la idea es no volver al gobierno con revanchismos, aunque las heridas que quedaron en la sociedad son amplias y profundas, y van mucho más allá de la grieta que separa y califica a ricos de pobres.