En los días posteriores a la denuncia de una jubilada de 70 años -identificada como I.W.-, quien manifestó que Ramón M. (70) la secuestró y sometió sexualmente, otra anciana -quien habría sido su pareja- recurrió a las autoridades policiales porque habría sido objeto de constantes amenazas por parte del mismo individuo.

Así, su ex pareja ratificó aspectos sustanciales de la declaración de la primera mujer, como ser la composición interna de la casa del acusado y algunos detalles que en un primer momento habrían sido subestimados por la Policía y demoraron la instrucción de la causa. En consecuencia, el sujeto recién fue detenido el miércoles pasado, casi tres semanas después de la denuncia por abuso.
Entre otros datos, en su declaración ante la Comisaría de la Mujer, I.W. (70) comentó que el septuagenario posee varios lagartos como mascotas y que estos tienen nombres que comienzan con J, como ser Juancito, Jaimito y otros, precisó.
A decir de la propia víctima, en diálogo con El Territorio, parecería que la descripción que realizó de los animales generó ciertas dudas sobre la veracidad de su acusación, al menos para quienes le tomaron la denuncia en primera instancia.
Incluso, I.W. aseguró que el hecho se registró el 6 de enero pasado y al otro día se presentó en la Comisaría de la Mujer para efectuar la correspondiente denuncia. Como contrapartida, en el sumario figura que ésta fue radicada el 14 del mismo mes, un aspecto que debería clarificarse, sobre todo porque en los días posteriores el sospechoso siguió amedrentando a la víctima con total impunidad.
En tanto, el 25 de enero este matutino informó del hecho, lo que a su vez alertó a quien entonces era pareja de Ramón M., una señora de 73 años.
“Leyendo el diario notamos ciertos rasgos que nos hicieron sospechar y le comentamos a mi mamá. A su vez, ella le dijo al hombre que no quería seguir con la relación, ante lo cual él empezó a intimidarla por teléfono. Por eso mi mamá hizo una denuncia”, comentó una hija.

Días de miedo 

La segunda damnificada y el sujeto estuvieron en pareja alrededor de un año, por lo que la mujer conoce muy bien el domicilio de calle Gualeguay, donde se habría producido el abuso de I.W.
Por ello, confirmó la existencia de los lagartos y sus nombres con J, dando entidad a lo manifestado por I.W. en su primera denuncia.
“Aparentemente, este individuo tenía más de una novia, porque después de lo que pasó varias mujeres contaron que salían con él. A la mayoría también les sacaba plata o las convencía de tomar préstamos. Así compró el auto que tiene”, confiaron fuentes del caso.
Tal como se publicó, Ramón M. e I.W. eran conocidos de un centro de jubilados de esta localidad, pero no mantenían una relación de pareja.
Previamente, la mujer le había hecho algunos trabajos de costura, por lo que el sujeto conocía su casa y así supo que es viuda y que vive sola.
Es más, en los días posteriores al secuestro y violación, el jubilado siguió rondando y amenazando a la víctima. La llamaba por teléfono para decirle que volvería a someterla en cualquier momento y pasaba continuamente frente a su casa.
“Primero me decía que soy una llorona, que le perdone si me lastimó. Pero después me amenazó y me dijo que me iba hacer lo que él quería otra vez”, relató la señora.
Por ello, el martes pasado, volvió a denunciarlo y, al otro día, por orden del Juzgado de Instrucción Uno, el jubilado fue detenido y quedó alojado en la comisaría de la localidad de San Martín.

El caso 

Según comentó I.W., el hecho se registró el 6 de enero y todo comenzó alrededor de las 9.30, cuando se encontraba en la vereda de su casa con intención de dirigirse hasta la parada del colectivo urbano.
Entonces observó que un auto claro se detuvo y de éste descendió el acusado, quien se ofreció a llevarla. Ya en camino, le manifestó que tenía que regresar a su casa porque se había olvidado algo.
“Al entrar puso candado en el portón, llaveó la puerta y me dijo: ‘De acá no vas a salir’. Me engañó, me tuvo encerrada más de cinco horas y me hizo lo que quiso”, graficó la mujer.
Tras someterla por más de cinco horas, en un momento dado el depravado la obligó a bañarse y después le dijo que si tenía hambre podía comer el alimento de los perros.
Alrededor de las 16, el sujeto le dijo que la llevaría de regreso a su casa, pero “te voy a hacer de vuelta lo que te hice acá y después me vas a preparar un mate”, contó que le anticipó aquella tarde.
Y agregó: “Para colmo, después antes de irse me dijo que él iba a venir más seguido y que no cuente a nadie lo que me hizo porque me iba a ir mal. En esos primeros momentos no entendía nada porque nunca me imaginé algo así. Aparte estaba muy dolorida y con mucho miedo”.
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Categorías: Noticias Policiales
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