Momento tenso. El imputado Godoy y una ex pareja de su sobrina protagonizaron el primer careo del debate.

“El olor a carne quemada no se olvida fácilmente. Sobre el piso de la silla había restos quemados compatibles con la calza rosada que tenía la nenita. En la tela había restos de carne quemada y un fuerte olor a pis. Eso percibe un perito en la escena y debe dejar de lado sus sentimientos para hacer bien su trabajo”, reflexionó el licenciado en Criminalística Marcelo Maslowski (42), el profesional de la Policía de Misiones que estuvo al frente de la recolección y el análisis de los rastros hallados en la masacre de Panambí.
En la víspera, el perito realizó un pormenorizado detalle de las labores técnicas realizadas en la vivienda de la familia Knack, como también el posterior análisis de las huellas dactilares encontradas en la escena del crimen que serían compatibles con el ex prefecturiano Pablo Julio Paz (54) y el peritaje sobre el VW Bora gris propiedad de Juan Ramón Godoy (47), dos de los tres imputados.
“Para mí, la Criminalística son indicios y hago una marcación de los indicios”, aclaró Maslowski, quien posee una amplia experiencia y capacitación en Interpol y el FBI.
La novena jornada del debate oral y público por el cuádruple homicidio de la familia Knack también dejó el testimonio de Raúl Rodríguez Quevedo (30), quien al momento del hecho que se investiga era concubino de una sobrina de Godoy y contradijo la coartada del imputado, quien en su momento mencionó que el 25 de mayo del 2014 el citado testigo comió en su casa.
Pero no sólo eso. Rodríguez Quevedo también afirmó que una semana antes de la masacre, Godoy le comentó que “le ofrecieron para que participe en un hecho, un atraco a un aserradero. No me dijo el lugar, sino que él iba a ser el chofer. Que iba a conseguir 50 mil pesos por ese hecho”.
La grave acusación derivó en el primer careo del juicio, donde el imputado quedó cara a cara con el testigo y le refutó sus dichos. “Sostengo, afirmo y hay un Dios justo que sabe que comió al mediodía y a la tarde comió chipa en mi casa”, subrayó Godoy.

Atacó la coartada 
Ante el Tribunal, Rodríguez Quevedo mencionó que el día del hecho llovía y aprovechó para dormir un poco más. Afirmó que no almorzó con la familia de Godoy ni estuvo en la casa.
“Recuerdo que más o menos a las 14.30 vi que salió porque tenía un hijo en el Gentilini, pero no recuerdo a qué hora volvió. Más o menos a las 21 o 22 vi que estaba lavando su auto. La semana anterior al hecho él estaba muy nervioso por problemas financieros y le presté 500 pesos. Yo vivo a dos casas y en ese momento vivía con su sobrina. Una semana antes de que suceda el hecho, recuerdo que estaba muy nervioso porque quería poner un lavadero. Me contó que le ofrecieron para que participe en un hecho, un atraco a un aserradero”, relató.
También acusó a quien entonces era el defensor de Godoy, ya que el letrado le habría dicho que “tenían que armar una historia”, y mencionó que después de declarar contra el imputado recibió varias llamadas en privado y no atendió, pero supone que eran amenazas.
Sus dichos fueron cuestionados por la defensa, ya que exhibió contradicciones con lo expresado en sede judicial.
En consecuencia, se solicitó un careo entre las partes. El testigo se notó nervioso y preguntó si se trataba de un procedimiento legal.
“Te acordás que yo te di mi moto para que vos uses porque yo quedé detenido y mi auto quedó secuestrado y Luciana (ex del imputado) no podía andar en la moto. Te la di para que la lleves y traigas y vos la vendiste, ¿te acordás de eso?”, preguntó Godoy.
El presidente del Tribunal, Francisco Aguirre, puso orden e insistió con que el careo se debe circunscribir a las contradicciones expresas por las partes.
“Todos los domingos por dos meses comió en mi casa porque decía que el sueldo no alcanzaba”, aseguró el acusado y agregó: “Sostengo, afirmo y hay un Dios justo que sabe que comió al mediodía y a la tarde comió chipa en mi casa”.

Relato y llanto 
El licenciado Maslowski avanzó en cuestiones técnicas, aunque al describir la escena se mostró sensibilizado por los detalles aberrantes del hecho.
“Esta gente perdió la piel. Entonces donde tocaban había sangre, incluso en los utensilios que ellos mismos usaron para apagar el fuego”, graficó. Sus palabras hicieron estallar en llanto a los familiares de las víctimas presentes.
Recordó que el 26 de mayo a las 9.30 ingresó con su equipo a la casa de la familia Knack con todos los sistemas de protección que indica el protocolo.
Hallaron focos de incendio en una habitación y en una silla del comedor, donde se determinó que los delincuentes amarraron, torturaron y quemaron a la pequeña Bianca, de 12 años.
“Había muchos rastros de pisadas, carne quemada y restos de ropa con carne quemada, cintos y cables que fueron usados para amarrar a las víctimas. Se documentó fotográficamente todo en presencia de testigos”, precisó.
Encontraron más desorden en la habitación matrimonial, donde los asesinos buscaron el dinero. Precisamente, los 360.000 pesos estaban guardados en una caja de zapatos donde hallaron varias fracciones de huellas compatibles con Paz.
“Se fotografió y preservó con cinta transparente, tipo embalaje”, indicó Maslowski, al tiempo que recordó que no había piel en las víctimas para cotejar dichas huellas.

La técnica 
Sobre las características del hallazgo, explicó que se trata de dos fracciones del pulgar izquierdo y las muestras se miden por puntos característicos.
“La fracción más grande tiene 15 puntos característicos y la más chica 5. Según protocolo científico de Interpol se requieren 12 puntos para identificar a una persona”, precisó.
Sobre las pericias al auto, explicó que en la alcantarilla del kilómetro 13 dieron con una banda de rodamiento que “no tenía diseño porque había llovido mucho”. En tanto, la rama que habría rozado el Bora no presentaba marcas de pintura.
Por su parte, el defensor Eduardo Paredes cuestionó la eficacia de la dactilografía como prueba científica confiable: “Hasta ahora no hay dos personas que tengan las huellas iguales”, replicó Maslowski.
De todas formas, el letrado calificó que se trata de “un método empírico con alto grado de subjetividad. Según Interpol se debe confirmar la prueba con un experto independiente y por eso solicitamos la opinión de un especialista de Gendarmería, Porque según la norma de Interpol, el trabajo está hecho por la mitad”.
Respecto de los cabellos hallados en una capucha encontrada en la escena del crimen, Paredes opinó que no se especifica si los pelos “son caídos o arrancados”, lo que consideró fundamental para los estudios de ADN.

“Querían más plata” 
El subcomisario Hugo Omar González, jefe de la División Investigaciones de la URII, explicó que el 25 de mayo del 2014 fue convocado por su superior para trasladarse a Panambí por un hecho delictivo. No ingresaron a la casa y se mezclaron con los civiles que se encontraban en inmediaciones a la casa para obtener datos que permitan avanzar en la investigación.
“Esa noche sacamos algunos datos, como que los autores del hecho podrían haber sido algunos empleados del señor Knack. Otras personas decían que podría haber sido un crimen de la mafia del narcotráfico”, recordó.
Agregó que “fue surgiendo la información de un VW Bora gris, pero no recuerdo cómo surgió”.
Después se registró el llamado anónimo a la comisaría de Panambí que apuntó la investigación hacia San Javier y luego la detención de los imputados.
También participó en la recepción de la denuncia de Cristian Knack (25) antes de morir.
“Fuimos con el oficial Arenhardt. Cristian mencionó lo que ocurrió el 25, que fue a Corrientes a traer dinero por la venta de madera y que era la primera vez que traía mucho dinero. Llegó a la casa y el papá contó el dinero. Le sirvieron un pedazo de torta y se sentó a mirar la tele con la hermanita. A la media hora, por la parte posterior de la vivienda ingresaron cinco personas con ropa oscura. Uno tenía un hierro y otro un revólver. Lo tiraron al suelo, los golpearon. Primero lo llevaron a él a la habitación de la hermanita, lo ataron de pies y manos, lo golpearon. También al padre. Al rato trajeron a la mamá y a la hermanita y las ataron. Con mucha tristeza contó que le pegaron mucho al padre. Que los delincuentes decían que no eran bobos, que sabían que tenía que haber más plata. También querían armas. El dinero estaba en un ropero, adentro de una caja de cartón cubierta con una sábana”, precisó.

Pistas claves
Siguiendo el relato de Cristian, González relató: “Les prendieron fuego con alcohol; alcohol que no tenían en la casa, dijo. Él logró saltar por la ventana hacia el patio y se revolcó varias veces en el pasto para apagar el fuego que tenía. Ahí apareció en la escena una persona que ingresó a la casa y ya no tenía capucha. Él lo reconoció como el prefecturiano o ex prefecturiano que les compraba madera en el aserradero. Que era fresco, así dijo. Que hubo un incidente porque hablaba con la madre, al padre no le gustaba y dejó de venderle madera. Dijo que el nombre estaba registrado en un cuadernito. Luego salió a pedir ayuda a la calle y fue cuando vio el VW Bora gris. Se acercó al vehículo y observó que en el interior estaban las personas encapuchadas y el prefecturiano que identificó en el patio”.
Asimismo, subrayó que “no hubo parcialidad en la información. Todo se tramitó con pleno conocimiento de la doctora Gauchat”.
El defensor Ramón Grinhauz le consultó sobre quiénes participaron en la declaración de Cristian, ya que en su momento el oficial Arenhardt indicó que el ex jefe de Policía Jorge Munaretto estuvo presente, aunque González dijo que sólo vio en el pasillo al entonces jefe de la fuerza.
Paredes también insistió sobre el momento de la aparición del Bora en el expediente, ya que la declaración de Cristian se produjo el 24 de junio, pero González mencionó que dicha versión surgió en las horas posteriores al hecho. “No recuerdo el momento exacto en que surgió el dato del Bora”, dijo.

Paz volvió a hablar 
Ayer, por segunda vez en el debate, el ex prefecturiano Paz hizo uso de la palabra y solicitó una aclaración de la fiscal sobre las pruebas incriminatorias, ante lo cual el presidente del Tribunal le indicó que no es procedente.
“El debate para conocer la verdad debe ser lo más amplio posible para que haya justicia”, señaló el imputado en su breve declaración.
En ese marco, comentó que “el 29 de mayo del 2014 la comunidad de Panambí hizo una marcha en reclamo de justicia y redactaron un petitorio de quince carillas que fue destinado al (entonces) ministro de gobierno Jorge Franco. Quiero saber si eso está incorporado en el expediente, ya que el día 30 el petitorio fue entregado al ministro, quien expresó el compromiso de dar una rápida resolución del caso. Se le exigió al gobierno de la provincia la rápida resolución del caso y eso es un hecho de la realidad”.

Cómo sigue 

Ayer, clausurada la toma de testimoniales, el Tribunal dio a conocer el cronograma para la continuidad del debate. Tras una semana de receso, el martes 28 de noviembre será el turno del alegato de la querella; el jueves 30 hablará la fiscalía y desde el 1 de diciembre lo harán las defensas. Para el 14 de diciembre, en tanto, se prevé la lectura de la sentencia.
Por su parte, la defensora María Cristina Salguero mencionó su preocupación por la desaparición de una prueba considerada clave en el expediente, como lo es el trozo de media fina hallaba en la escena del crimen que habría sido utilizada como una máscara y contendría ADN de Paz y Godoy. Hasta ayer, tan importante prueba no había sido encontrada.
Por otra parte, el Tribunal rechazó el pedido de citación de un bioquímico que avale el procedimiento de recolección de pruebas en la escena del crimen, como también el comparendo del comisario Celso Gazano y del ciudadano Domingo Leiva, quienes según la defensa, aportarían una nueva hipótesis de investigación de tan aberrante hecho.

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