La saña de los asesinos quedó plasmada en el resultado de autopsia practicada sobre los cuerpos de Olivia Márquez (46) y su concubino Sandro Leiva (40), cuyos cadáveres fueron hallados en una chacra de paraje Puerto Rosario, municipio de Florentino Ameghino, propiedad del cabo de la Policía de Misiones Víctor Dlugokinski (32).
En diálogo con El Territorio, fuentes del caso confirmaron que las víctimas fueron acribilladas a escopetazos, lo que literalmente destruyó los cuerpos. Tanto la mujer como su pareja sufrieron disparos en la cabeza y el abdomen, precisaron.
El trabajo de los forenses también permitió determinar que al menos dos personas participaron del hecho, ya que además de los perdigones de escopeta hallados en el cuerpo de Leiva dieron con el plomo de una bala de grueso calibre, presumiblemente de una pistola 9 milímetros, el arma reglamentaria de la Policía.
Asimismo, por la trayectoria que tuvo dicha bala, sería posible reconstruir los últimos instantes de vida de las víctimas.
Según explicaron, el proyectil descendió en diagonal desde la altura del cuello y quedó alojado en el estómago. En su recorrido destruyó huesos, lo que habría frenado su carrera.
Esta circunstancia permite especular con que al menos Leiva fue obligado por los asesinos a ponerse de rodillas.
Los perdigones y el plomo encontrados en los cuerpos de las víctimas serán cotejadas con la escopeta que fue encontrada enterrada en cercanías de la casa de Dlugokinski, como así también con su arma reglamentaria que estaba guardada en su lugar de trabajo, la finca de Oficiales de Oberá.
Al respecto, no se descarta que luego de perpetrar el sangriento hecho, el cabo se haya trasladado hasta la finca para dejar su pistola en el lugar, mencionaron fuentes con acceso al expediente.
“Es clave el plomo que se encontró en el cuerpo de Leiva, porque se puede cotejar con las estrías que deja el cañón de la pistola”, detallaron.
El cabo está detenido en la Seccional Primera y todavía no fue citado a indagatoria por la jueza de Instrucción Uno, Alba Kunzmann de Gauchat.

Testimonio clave
Además del cabo detenido, también está acusado su primo Leandro B. (35), el primer apresado por el hecho. En tanto, el tercer sospechoso es Pablo Dlugokinski, hermano del primero, quien se encuentra prófugo.
Para los investigadores, los hermanos habrían perpetrado el doble homicidio, mientras que el primo habría oficiado como encubridor y ayudó a descartar la motocicleta de las víctimas.
Precisamente, el testimonio de Leandro B. fue clave para dar primero con el hallazgo de los cuerpos sepultados en una fosa en la chacra del policía y después facilitó que encuentren la escopeta enterrada, arma con la que habría acribillado a las víctimas.
El policía fue detenido el martes 4 de abril pasado en un hotel de la ciudad brasileña de Porto Alegre, Río Grande do Sul, tras permanecer dos días prófugo.
Los investigadores venían siguiendo sus pasos desde el domingo 2, cuando fueron hallados los cadáveres en descomposición de Márquez y Leiva.
Por el momento, la principal hipótesis del crimen indica que la pareja habría sido testigo o sospechaba de la responsabilidad del cabo en la muerte de su propio padre, Ildo Victorino Dlugokinski (58), quien falleció el sábado 25 de marzo.
Esa noche se incendió su casa, ubicada a metros de la vivienda de su hijo, y el hombre quedó atrapado entre las llamas, o al menos fue la primera hipótesis del hecho.
Pero a partir del hallazgo de los cuerpos de Márquez y Leiva, surgieron pruebas en su contra y no se descarta que el policía haya asesinado a la pareja para encubrir el asesinato de su progenitor.
El primer indicio sobre su responsabilidad en el doble homicidio surgió por el testimonio de efectivos de Gendarmería Nacional que el martes 28 de marzo -día de la desaparición de las víctimas- realizaron un control sobre la ruta Costera 2 e identificaron a los sospechosos a bordo de un Chevrolet Aveo, propiedad de Dlugokinski.
A los gendarmes les llamó la atención que en el baúl del coche transportaban una moto Gilera 110 centímetros cúbicos, tipo chopera.
El policía se identificó como tal y presentó los papeles del auto, que estaban en regla. Sobre la moto habría mencionado que era de un amigo y sufrió un desperfecto. Días más tarde la Gilera fue encontrada desarmada en el cauce del arroyo Los Toros y se confirmó que era el rodado de las víctimas.

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Categorías: Noticias Policiales
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