La autopsia fue concluyente: la víctima todavía estaba viva cuando la sepultaron en el sótano de su propia casa. Los asesinos fueron tan desalmados como desprolijos, por eso los atraparon enseguida.
Uno confesó que estuvo de campana, mientras que los otros entraron a robar. Pensaron sería un golpe fácil, ya que la víctima era discapacitada; pero nada salió como pensaron y los cinco fueron detenidos.
De todas formas, la causa nunca llegó a juicio oral, el crimen sigue impune y los imputados recuperaron la libertad hace mucho tiempo.
Hoy se cumplen trece años del brutal homicidio María Elena “Marilyn” Bárbaro (54), un crimen emblemático de la provincia de Misiones por las circunstancias que rodearon la investigación policial, el cuestionado papel de la Justicia y las serias sospechas de injerencia del poder político.
“Si los involucrados hubieran sido sólo los chicos pobres y sin influencias, la situación hubiera sido otra, porque los elementos probatorios son enormes; y si no se encontraron más pruebas fue porque se borraron en forma intencional las evidencias en el lugar del hecho y desde un primer momento”, reflexionó Juana Bárbaro, hermana de Marilyn.
En ese marco, desde las 19.30 familiares y amigos de la víctima se congregarán en el Centro Cívico de esta localidad para renovar el pedido por Justicia.
Luego de trajinar todos los juzgados locales, hace un año el expediente recayó en manos de la jueza Teresa del Carmen Hedman, titular del Juzgado Civil y Comercial Tres, aunque desde entonces no hubo novedades. En consecuencia, se sigan dilatando los pasos y la prescripción parece inevitable.

Uno confesó
A lo largo de estos trece años, la familia de la víctima denunció la intervención del poder político en la causa, sobre todo a partir de los contactos de uno de los imputados, Matías Ortiz, hijo de la ex diputada y actual funcionario Marlene Carvallo.
“La injerencia del poder político en las decisiones de la Justicia, es el motivo por el cual el caso de Marilyn se encuentra impune”, comentó Juana Bárbaro.
Para ella, el móvil del homicidio habría sido el robo ya que la víctima tenía dinero de la venta de pinos. Los asesinos no hallaron el botín.
Tal como consta en el expediente, el sábado 17 de abril del 2004 Juana y otra de sus hermanas visitaron a Marilyn en la casa de avenida Italia y México, de donde se retiraron a las 19.45, precisaron.
“Rubén Schnimg (uno de los acusados) declaró que estaba en la puerta del sótano y vio cuando mi otra hermana se retiró, entonces le avisó a sus cómplices y entraron por el sótano. Él dice que se quedó de campana, pero entraron todos. Marilyn estaba en la sala y alanzó a gritar varias veces. Tiempo después algunos vecinos reconocieron que escucharon los gritos, pero nadie avisó a la Policía”, lamentó.
A pesar de la parálisis que la aquejaba y su evidente indefensión, los asesinos de Marilyn no tuvieron piedad y la masacraron a golpes. La autopsia confirmó que la enterraron viva.
“También deberían ser sometidos a juicio quienes encubrieron el crimen, familiares y policías que limpiaron la casa y borraron las pruebas”, remarcó la hermana de la víctima.

Todos libres 

En enero del 2011, Rubén Schnimg, quien entonces era el único detenido por el brutal asesinato de Marilyn, fue liberado tras casi siete años de reclusión en la Unidad Penal II. Fue el único de los imputados que reconoció haber estado en el lugar de los hechos.
Fue beneficiado con la excarcelación bajo caución juratoria. Antes, en octubre de 2008, la jueza Kunzmann de Gauchat había ordenado el sobreseimiento y la liberación de los imputados Matías Ortiz, Gabriel Piotroski, Patricio Do Santos y Daniel “Chaparro” Núñez, los otros cuatro imputados por el crimen.
Piotroski y Ortiz habían estado recluidos en una clínica privada; mientras que los otros tres procesados permanecieron en la penitenciaría local.
En tantos años la familia de la víctima agotó los reclamos e instancias judiciales, al punto que recurrió sin suerte a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En 2011 el fiscal Elías Bys solicitó la suspensión del sobreseimiento de los acusados, cuestión que quedó estancada en la maraña del expediente judicial.

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