Escenas desgarradoras de dolor se vivieron ayer en la inhumación de Luana Centurión (18), una de las dos estudiantes obereñas que fallecieron en el trágico accidente de Brasil protagonizado por un micro de la empresa Río Uruguay que se dirigía a Camboriú.
Tal lo previsto, el cortejo fúnebre partió a las 9 desde la sala velatoria de calles French y Santiago del Estero. Más de medio centenar de vehículos acompañó los restos de quien fuera alumna de la Escuela Provincial de Educación Técnica (Epet) N° 3.
Si bien el cuerpo llegó a Oberá en la madrugada del sábado, el velorio se extendió por más de 30 horas para posibilitar la presencia de familiares provenientes de otros puntos del país. La familia solicitó a la prensa el respeto para poder despedir en forma íntima a la ‘niña’, como sus allegados la llamaban y expresaban a través de las redes sociales.
Luana era integrante del ballet de la colectividad italiana y jugadora de la Escuela Municipal de hockey, cuyas compañeras le brindaron una emotiva despedida. Realizaron la guardia de honor, levantando los palos de hockey, como señal de respeto. Siempre será recordada por su sonrisa y ese espíritu desprovisto de egoísmo.
Empezó a jugar al hockey desde muy chica, en la categoría menores, por doce años piso el césped de las canchas representando a Oberá.
Actualmente estaba en la categoría juveniles y primera, dirigido por Renzo Galarza. “Era muy alegre y comprometida, a veces se le hacía difícil ir a entrenar por los horarios de la escuela pero siempre cumplía con los entrenamientos, se las arreglaba”, comentó Betiana Avancini, subdirectora de deportes municipal.
Los restos fueron inhumados en un nicho del cementerio La Piedad de esta localidad. El momento de mayor emoción se dio cuando el hermano de Luana se paró frente a la puerta del nicho, desconsolado ante la irreparable pérdida.
Fueron momentos de tensión y dramatismo, al punto que los propios familiares tuvieron que interceder para que cediera y permitiera la conclusión de la ceremonia.
“Es terrible lo que pasó, demasiado triste. Una chica tan sana, llena de vida, deportista y buena alumna. La familia no tiene consuelo”, comentó un profesor.

Marcha a las 19 de hoy

Hoy desde las 19, se realizará una marcha en memoria de Luana Centurión (18) y Rocío Martínez (18), ambas alumnas de la Epet Nº 3 de Oberá. La ilusión del viaje de egresados se convirtió en el último capítulo de sus vidas.
En la convocatoria que circula en las redes sociales se invita a familiares, amigos, vecinos y comunidades cristianas a participar y rendir homenaje a las vidas que se perdieron. El grupo partirá desde el establecimiento escolar y se dirigirá hacia el Centro Cívico. “La idea es pedir fuerza para la familia, pero también queremos llamar la atención de las autoridades encargadas del control en las rutas, de las empresas de transporte y el estado de los choferes”, señalaron los docentes.
“Tenía una sonrisa siempre para cada cosa que hacía o que le decían, vendía pastelitos para poder pagar su viaje a Camboriú”, recordó a El Territorio, el preceptor de la Epet, Jorge Morales.
Generosidad en medio de la incertidumbre
SANTO ANGELO. En medio de tanta angustia, aparecieron los “ángeles” tal como los calificaron los padres que deambularon por los hospitales de Brasil en busca de alguna noticia de sus hijos. Son los argentinos que viven en la zona y al enterarse de la tragedia llegaron en silencio para ayudar en todo lo que sea necesario.
Un padre y su hijo, cordobeses ambos -no quisieron ser identificados- llegaron al hospital de Santo Angelo justo cuando el papá de la estudiante obereña, Rocío Martínez -cuyos restos fueron inhumados el sábado en Oberá-, buscaba información tratando de hacerse entender en un portuñol casi indescifrable. Su paciencia por no hallar a su hija y tampoco poder confirmar su fallecimiento estaba al límite y la intervención de los desconocidos fue clave.
“Somos de Córdoba, hablamos en su idioma, deje que lo ayudemos. Seremos sus traductores” fue la presentación y desde entonces no se despegaron de la familia obereña. Juntos, averiguaron que el cuerpo de la chica estaba en Sao Luiz Gonzaga y le hicieron de guía para recorrer los casi 90 kilómetros distantes de la pequeña ciudad.
Previo a su partida ambos cordobeses dialogaron brevemente con El Territorio. No pretendían ser reconocidos pero dijeron: “Ni bien escuchamos del accidente imaginamos que el idioma más el dolor de los padres jugarían en contra de una buena comunicación. Nos sumamos al igual que otros para colaborar como traductores y en lo que vaya surgiendo”.
“Si bien estamos desde hace muchos años aquí jamás dejamos de ser argentinos y siempre pasamos por Misiones. Somos hermanos y en momentos así todos tenemos que dar una mano para que los que perdieron a sus hijos tengan respuestas rápidas en medio de su dolor”, añadió.

“Hay que abrazar a esta gente”
Como ellos, desde temprano apareció en escena Mariel Vanina Vianna, una profesora de biología oriunda de San Vicente pero quien desde hace exactamente quince años vive en Santo Angelo. Se casó con un brasileño que a partir de un accidente está en estado vegetativo desde hace un lustro y ella lo cuida incansablemente todos los días, junto a su mamá que también está allá.
Lo vivido por los misioneros la movilizó demasiado, según confesó. “Yo estudié en Oberá, corro maratones en Misiones y al enterarme del accidente me vine ni bien pude. Tengo muchos amigos misioneros a quienes siempre visito y no puedo quedarme en casa viendo por la tele el dolor que significó esta tragedia”.
Mariel caminó todo el día por los pasillos del hospital. Traducía las informaciones de los médicos brasileños a los familiares de los chicos internados, fue a las farmacias a comprar remedios, guió a los adultos a los lugares más económicos para comer y hasta ofreció su casa para los que querían darse una ducha y recostarse un poco.
Y se quedó durante la noche acompañando a los papás de Matías Noguera y Agustina Rolón.
La misionera fue parte de los llamados “ángeles” con que contaron los angustiados padres. “Hago lo que cualquiera haría. Los misioneros somos generosos, y era necesario acompañar y abrazar a esta gente que perdió a sus hijos en el momento en que mas lo necesitan. Es un mensaje de que no están solos y deben salir adelante a pesar de esta tragedia”.

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