Hermanos, gracias sean dadas a Dios, Señor nuestro, porque nos ha permitido vivir una hermosa celebración en honor a San Antonio, bajo cuyo patrocinio se encuentra nuestra Diócesis de Oberá, nuestra Iglesia Catedral y nuestra Ciudad.
   Alabo y bendigo a Dios, al seguir descubriendo el corazón servicial de tantos hermanos, laicos comprometidos y fieles en general, que donando sus vidas sirven a Dios en la Iglesia y en sus hermanos.
   Doy gracias a Dios por su gran bondad, por su gran misericordia. Habiendo experimentado esta presencia del Sr. Nuncio Apostólico en la Argentina, en medio de nosotros, con su sencillez, con su humildad, con su enseñanza, sabemos que, en comunión de fe, vida y oración, todos los que creemos en Cristo, los que servimos a Dios, los que procuramos caminar en su presencia vamos construyendo, vamos edificando una comunidad más fraterna, llamada a la conversión constante, pero con un corazón abierto para servir.
   Y cuando se trata de servir, vemos también cuan numerosos son los laicos, adolescentes, jóvenes y adultos, que consagrando su tiempo al Señor caminan con alegría en el servicio dándonos testimonio de entrega.
   Por esta razón quiero manifestar a toda la comunidad de nuestra Parroquia Catedral, a sus Instituciones, asociaciones, y movimientos y ciertamente a todos los fieles del pueblo santo de Dios, su compartir generoso, honrando a San Antonio y fortaleciendo la fraternidad. Quiera el mismo Señor animar y bendecir todas nuestras actividades para producir aquellos frutos deseados y queridos por Dios.
   También es oportuno, elevar la gratitud a todas las personas que nos acompañaron en tan engalanada fiesta patronal, a las autoridades que nos acompañaron, provinciales, municipales, de seguridad, y de diversas instituciones que conforman nuestra sociedad, y a todos los que nos acompañaron de una u otra manera manifestando su cercanía.  Además, agradezco al Señor por la vida de todos los que trabajaron silenciosamente en el sector de la liturgia durante la Novena Patronal, a los sacerdotes que nos acompañaron, a los del sector de cocina y parrillas y también  pienso en los que cuidaron el tránsito, los barrenderos y los de recolección de la basura, en los que trabajaron animando la fiesta, alegrando el festival, a los que trabajaron en la venta de los bonos de San Antonio, pero sobre  todo agradezco a toda la feligresía obereña, que día a día nos acompaña y participa de la vida de la Iglesia. «… Tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt. 6, 18).
   Nos conceda el Señor un corazón alegre y servicial, que ame mucho a Dios y al prójimo, que nunca nos cansemos de hacer el bien y siempre estemos dispuestos a dar razón de nuestra esperanza. Dios los bendiga.
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Categorías: Columnas de Opinión
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