«…No permitas, Señor, que las entrañas/ de las mujeres de esta tierra amada,/ que fruto excelso en sus varones dieron,/ no para carne que el cañón deshaga,/ maldigan ese génesis que otrora/ como sello divino las tocara…» (América H. G. de Gil Navarro- «No permitas. Señor…» El Territorio» 22/09/63).
M.B.M.: Habló de la guarnición militar que me respaldaría: quinientos hombres de Ejército al mando de un coronel. Yo pregunté si de Marina y de Fuerza Aérea iba a haber algo, me dijo que probablemente un par de embarcaciones menores y a lo mejor un par de Pucarás, como para hacer efectiva la soberanía sobre el espacio marítimo y aéreo…
C.M.T.: ¿Parecería que la Junta pensaba en ese momento en una ocupación simbólica y no en pelear en guerra?
M.B.M.: Le contaré algo. El general Galtieri, al ocupar la presidencia, señaló la difícil situación de las finanzas del Estado y decidió recortar los gastos del mismo. Incluso las Fuerzas Armadas. Si se disminuía el tiempo de instrucción iría en detrimento de la capacidad operacional del ejército. Teníamos entonces que hablar con el Comandante en Jefe y aun con el ministro de Relaciones Exteriores para decirles que nos cuidáramos bien durante los próximos años de meternos en ningún problema porque no estaríamos suficientemente capacitados. Porque al soldado se lo puede preparar en poco tiempo pero no a los conjuntos: las secciones, las compañías… la gente se debe acostumbrar a trabajar junta. Esto que cuento (sumado a lo que he dicho respecto a una guarnición de quinientos hombres y a un par de barcos y aviones), marcarían que la Junta no esperaba, aparentemente, una respuesta militar importante por parte de Gran Bretaña…”
El párrafo transcripto forma parte del libro «Malvinas: Testimonio de su Gobernador», donde se desgrana desde el principio al final los pormenores de la invasión a Malvinas y de la posterior guerra con Gran Bretaña en una suerte de confidencias, recuerdos y sesiones secretas entre la Junta Militar, el Gobierno Nacional, de los que participó el designado por el general Galtieri, Gobernador Militar de las Malvinas, el general de Brigada, Mario Benjamín Menéndez quien a ese efecto responde a un extenso cuestionario elaborado por su autor, Carlos M. Túrolo (h).
Por supuesto que se trata de la versión de uno de los mayores responsables de la contienda como gobernador que fue de las islas y aunque sus funciones de Gobernador no implicaban el manejo de la tropa ni la estrategia de guerra, lo que hace que los juicios, que se esperan objetivos, pueden no haber sido tratados con el rigorismo histórico que merecen, algo lógico si pensamos que los recuerdos hilvanados por Menéndez son revelados de regreso al continente tras la derrota en manos inglesas. Era Menéndez, un exitoso y brillante oficial con una foja de servicios impecable. Lo que no puede discutirse es que se trata de un material de primera agua como lo puede ser el testimonio de un hombre de primerísima línea en la guerra de Malvinas que permiten comprender situaciones y a la vez sorprendernos al paroxismo con este episodio de la historia argentina, en el que un 2 de abril de 1982, uno de los últimos presidentes de facto, el general Leopoldo Fortunato Galtieri y sus socios de la Junta Militar, brigadier Basilio Lami Dozo y el contraalmirante Jorge Isaac Anaya, secundados por el canciller Nicanor Costa Mendez, deciden recuperar las Islas, considerando que bastaría con esa pequeña expedición para que, con alivio, los ingleses se hiciesen a un lado y se sacaran un problema de permanente discusión en los foros internacionales y un drenaje económico de importancia que significaba mantener a tanta distancia el territorio malvinense.
Un pensamiento de deseos, sin embargo por aquellos años 80 es muy posible que el canciller y la Junta se hayan subido al barco de la decadencia inglesa. Pueden resultar ilustrativas las reflexiones a este respecto del analistas francés en cuestiones militares Pual Virilio; «La respuesta desmesurada de Gran Bretaña al ataque de la Junta Argentina no es más que un gesto desesperado de una vieja potencia marítima europea ante el juego estratégico que está en tren de hacerla desaparecer totalmente…. el interminable viaje norte sur de la flota británica, diplomáticamente inútil y militarmente aberrante, todo como el bloqueo que la ha seguido, viene de la imposibilidad absoluta para una potencia media de desarrollar a la vez fuerzas de sostén de superficie y fuerzas submarinas de disuación… Imposibilidad que podía subsanarse, eso entendemos por parte de sus socios y es así como nuestro vecino del Norte que, invitado a componedor sale en auxilio de su aliada de siempre, marcando su ya existente predominio mundial y a la vez logrando el control de los tres océanos.
De todas maneras esa expedición casi de turismo a las Islas no aparece como demasiado sensata. Su sustento radica en que Inglaterra aceptaría el hecho consumado. Sería cuestión de hacer buena letra en las Islas y actuar pacíficamente y cooperando con los isleños.
Lo inconcebible es lo que siguió, ante el bloqueo inglés a las islas el puente de abastecimiento entre el continente y Malvinas quedó casi anulado, las divisiones de guerra que fueron llegando tal cual lo anunciara Margaret Thatcher «La fuerza naval navega a toda velocidad hacia el sur del Atlántico… nuestra diplomacia está representada por la fuerza y hemos decidido utilizar esa fuerza», no podían hacerlo con todos sus elementos y llegó un momento en el que el desabastecimiento de la tropa se hizo crucial, hubo que recurrir a los víveres guardados en el barco de la Cruz Roja, caso contrario la rendición hubiese llegado antes.
Lo dramático de este episodio para los argentinos fue exponer la vida de miles de soldados, en una lucha desigual, acentuada con el apoyo norteamericano, en el que el enemigo ejercía un control total de cielo mar y tierra y una supremacía en armamentos, logros obtenidos por el enemigo largas deliberaciones que tuvieron como protagonista al secretario de Estado norteamericano Alexander Haig, apodado por alguien de «maquiavélico» y que duraron lo suficiente como para que ese largo viaje Londres -Malvinas pueda hacerse realidad.
Ahora pensamos que todo debiera haber sido pensado, analizado y discutido antes de comenzar la aventura, después solamente queda lamentar, como lo hacemos todos los años, esa cantidad de vidas jóvenes que, «·no para carne que el cañón deshaga», duermen eternamente en el frío suelo malvinense.
Los chicos que pudieron volver en lugar de ser recibidos con emoción y cariño debieron soportar un silencio impuesto como premio a haber defendido la Patria en condiciones tan desiguales. Parecería que entonces era más importante no exasperar a los que pautaron con precisión nuestra derrota. Ahora las cosas se están revirtiendo y el día del veterano de guerra es recordado a lo largo y a lo ancho del país y aunque tarde se está comenzando a hacer justicia.
Malvinas 1982 fue una solución equivocada para un problema emocional de alto voltaje para los argentinos como es recuperar el suelo que nos pertenece por herencia y por historia, somos optimistas en que se encontrarán otros caminos para lograrlo
Hoy a 34 años de la guerra una noticia fresquita, al menos nos devuelve la idea de que la tesis de que las Malvinas son argentinas no es un argumento emocional, sino un hito histórico irreversible una vez que la ONU determinó la extensión de la plataforma marítima argentina en 1.700.000 kilómetros cuadrados lo que haría posible que el país reclamara por los recursos naturales de esa zona (en especial pesca e hidrocarburos) y, sobre todo, fortificaría argumentos para el reclamo legal de la restitución de las Islas Malvinas a nuestro país.
La noticia preocupó y ocupó la primera plana de los diarios británicos lo que originó que el gobierno inglés minimizara la resolución de la ONU por considerarla a prima fascie no vinculante.