Julio Pablo Paz, Juan Ramón Godoy y Marcial Alegre están detenidos desde hace casi dos años por la llamada Masacre de Panambí, el brutal asalto ocurrido en esa localidad que le costó la vida a cuatro integrantes de la familia de madereros Knack, a quienes torturaron y luego prendieron fuego para robarle una cifra superior a los 300 mil pesos, el 25 de mayo de 2014.
Actualmente la causa está cerca de la elevación a juicio. La carátula es “robo calificado por haber sido cometido con arma, en poblado y en banda; y cuádruple homicidio calificado por el ensañamiento y para procurar la impunidad, todo ello en concurso real”.
La fiscal Estela Silke ya hizo el pedido de que el voluminoso expediente sea ventilado en debate oral y público. Ahora el trámite final está en manos del juez de Instrucción Horacio Heriberto Alarcón. Si la causa llega al Tribunal Penal obereño en este semestre, es probable que recién el próximo llegue a juicio, porque se trata de un caso complejo.

Alegre fue arrestado en Garupá, luego de varios días de búsqueda.

En las últimas horas, trascendió una pericia que complica más la suerte de dos de los acusados: el día de la matanza, activaron sus celulares en la zona de Panambí, por lo que no quedan dudas de que estuvieron esa trágica jornada patria en la población costera del río Uruguay. Esto lo confirmaron fuentes judiciales consultadas por Misiones Online, que prefirieron no detallar cuáles de los acusados son los que fueron comprometidos por el trabajo pericial.
El dato surge de un trabajo pericial que llevó adelante durante meses la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas del Poder Judicial, que analizó el contenido de 25 teléfonos móviles incautados en el marco de la causa.

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Godoy, al igual que Paz, fue detenido en San Javier

La SAIC ya había confirmado que los acusados se comunicaron entre sí antes y después de la masacre.
A estos indicios se suman dos pruebas contundentes:
– Peritos encontraron ADN de Paz y Godoy en la casa de los Knack. Estaban en un pasamontañas que fue abandonado por la banda de asaltantes y en una barreta, con la que golpearon a las víctimas.
– Una huella dactilar de Paz fue levantada por los detectives de la caja de zapatos donde la familia de madereros tenía guardado el dinero que le habían pagado por una carga que había vendido.
Asimismo hay otros elementos que comprometen a los acusados. Un coche similar al que le secuestraron a Godoy (un VW Bora) fue visto en un camino vecinal cercano a Panambí horas antes del hecho. Los ocupantes de ese auto estaban un tanto desorientados y el conductor hizo una maniobra para salir de la arteria, circunstancia en la que golpeó contra un madero. El coche de Godoy tenía un raspón en el mismo sitio donde testigos dijeron que el tronco entró en contacto con el misterioso rodado al que vieron ese 25 de mayo gris.
Y finalmente la declaración que brindó una de las víctimas, Cristian Knack, antes de morir, y en la que señalaba a uno de los asaltantes: “Se trataba de un comprador nuestro que trabajó o trabajaba en la Prefectura de San Javier. Tenía un cuchillo en la mano, no me acuerdo el nombre, pero es un flaco, alto, piel trigueña, pelo negro. Vestía de negro”. Para los investigadores, no era otro que Paz.
Paz le compraba madera a los Knack. Dejó de hacerlo luego de que el jefe de la familia, Carlos Oscar Knack, se molestara porque supuestamente el prefecturiano quiso cortejar a su esposa, Graciela Mojsiuk. Carlos, Graciela y sus hijos Bianca (12) y Cristian (25) murieron por las quemaduras que sufrieron durante el robo.
Para los investigadores solo quedan dos puntos por aclarar: el destino del dinero sustraído, porque jamás decomisaron los billetes; “y el paradero del resto de los integrantes de la banda, porque eran cinco y solo atrapamos a tres”, indicó un detective.

cristian

Cristian declaró en el hospital, ante la Policía. Fueron testigos su tío Néstor y una enfermera.

Relatos del horror

“Ese día llegué a mi casa a la tardecita, mis papás empezaron a contar la plata que había llevado. Comí un pedazo de torta porque era el cumpleaños de mi hermana. Después empezamos a mirar televisión, media hora, más o menos, en el sofá. Cuando llegué eran las 19 o 19.30, estaba oscuro y lloviznaba. Ahí llegaron al menos cinco encapuchados, entraron por la puerta trasera, uno de ellos tenía un hierro en la mano y otro un revólver, no sé de qué calibre, negro y largo. Nos agarraron, querían plata. Mi papá les dijo que no había. Entonces me agarraron a mí y me llevaron a la pieza de mi hermana, me ataron boca abajo con un cinto las manos y los pies, mientras me pegaban patadas. Me pedían la plata, y yo les respondía que no teníamos, porque era fin de semana y habíamos pagado a la gente”, detalló Cristian, quien declaró en el hospital Madariaga día antes de morir.
“Al poco tiempo trajeron a mi papá y le pegaban. Ahí encontraron la plata que yo llevé, pero querían más. Había cheques, pero ellos decían que no eran pavos, que querían más plata. En ese momento me rociaron a mí y a los demás con alcohol que ellos habían llevado, porque en casa no había”, añadió.
Cristian había traído el dinero desde Cuatro Bocas, hasta donde había viajado para hacer una cobranza.
Apenas pudo liberarse de las ataduras, Carlos Oscar Knack salió corriendo desde su casa, en plena lluvia, para pedir ayuda. Estaba totalmente quemado. “Tony, soy Carlitos, andá a ayudarle a Graciela, que nos asaltaron y quemaron a todos nosotros”, le dijo a su cuñado.
Graciela, en tanto, le confió al hermano: “Me echaron un litro de alcohol”.
Tanto Carlos Oscar como Graciela luego se descompensaron y no volvieron a hablar.
Quien también dio la versión de lo que había pasado fue Bianca. Norma Drachenberg, la mujer de Tony Mojsiuk, detalló en su declaración testimonial lo que la nena le contó camino al hospital: “Ella dijo que estaban mirando tele y tres hombres entraron por la puerta de atrás, con capucha. Tenían arma grande y empezaron a pedirle plata al papá. Ahí le agarraron (a Bianca), llevaron a la pieza y empezaron a tirar nafta. Y al papi le pegaron. Ahí le prendieron fuego a ella y ataron a la mami, al papi y al Cristian. Y seguían pidiendo plata. Y le rociaron a todos con nafta y prendieron fuego en la misma pieza. Luego llavearon la puerta”.
Horror puro. Tal vez este año, en el juicio, se sepa si quienes están detenidos son, como se cree, los autores de semejante barbarie.

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