La abuela de Villa Stemberg celebró junto a sus afectos y ya sin la preocupación que le generaba su antigua casa, muy precaria.
Un cuadro gripal no impidió que doña Otalia “Lita” Rodríguez festejara sus 107 años con familiares y amigos, sin grandes lujos ni regalos, pero rodeada del afecto que supo cosechar con actitudes cotidianas y sencillas.
La abuela de Villa Stemberg, como la conocen sus vecinos, no usa anteojos, escucha bien y camina, a pesar de la osteoporosis que le afecta los huesos y le genera dolores.
Doña Lita tuvo dos hijos biológicos y también crió a otros tres como propios, toda una muestra de su vocación maternal. Nació en San José, en un hogar humilde; se casó y a los 22 años se instaló con su esposo en Oberá.
Trabajó toda su vida. Fue lavandera y planchadora, cosechó yerba y realizó todas las labores de la chacra. Sus manos, arrugadas por el paso de más de medio siglo de esfuerzos, sintetizan la lucha de una mujer que nunca bajó los brazos. También fue partera de colonia y, con mucho orgullo, cuenta más de 300 alumbramientos exitosos. “Así que tengo 300 ahijados”, dijo con una gran sonrisa.
Hace dos años El Territorio publicó su pedido por una vivienda digna, lo que movilizó a particulares, instituciones y al Estado. Los primeros en colaborar fueron los integrantes de Cáritas Oberá, quienes le cedieron material para ampliar su precaria vivienda, que hasta entonces era de machimbre, no tenía cielorraso y el piso era de tierra. Luego el Gobierno provincial tomó la posta y le construyeron una vivienda con las comodidades mínimas que requiere una persona de su edad.
“Por suerte ahora duermo bien y cuando llueve no me tengo que tapar por las goteras”, comentó agradecida.
El viernes, mientras su hijo Cristian preparaba el asado, doña Lita contó que la gripe la tiene a mal traer y casi no camina por dolores en las rodillas. “Pero cuando uno llega a esta edad no puede pedir mucho más. Por suerte escucho y veo bien”, remarcó con espíritu positivo.
Territoriodigital