Orlanda tiene 15 años, padece una discapacidad motriz y gasta sus días sentada en el corredor de su vivienda, anhelando volver a la escuela que se vio obligada a dejar este año por falta de movilidad. Ocurre que el transporte municipal no puede ingresar por el pésimo estado de la calle donde habita, en el Kilómetro Cero de esta localidad, una zona con enormes carencias y servicios básicos insatisfechos.
La joven reside con su mamá y seis hermanos. La familia habita una precaria casa de madera y las necesidades saltan a la vista, con rendijas en las paredes y techo de cartón sin cielorraso.
Los días de frío y lluvia se convierten en una pesadilla y la humedad perjudica la salud de la Orlanda, quien además de parálisis, padece problemas respiratorios. Su mamá, Catalina Paiz (35), contó: “El transporte de la Municipalidad le buscaba para ir a la Escuela Especial N° 2, pero a principio de año el transporte vino dos veces a buscarle y después mandaron otro móvil que no entra hasta mi casa porque dicen que el camino está muy feo”.
La mujer lamentó la situación que afecta la salud emocional de su hija, quien tiene ganas de volver a estudiar y recuperar el vínculo con sus compañeros.
“Yo vivo de la pensión y el salario de los chicos y apenas tenemos para comer, no puedo pagar un remís para mandarla a escuela. Es una picardía que deje la escuela porque le hacía muy bien y andaba contenta. Ahora espero que el próximo año pueda volver a ir”, subrayó.
La joven se moviliza con una silla de ruedas adaptada con piezas de otras sillas, trabajo que agradeció a un amigo de la familia. Paiz mencionó la necesidad de mejorar el techo de su casa, con chapas de cartón y nylon que no alcanzan a mitigar las inclemencias climáticas.
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