Viviana Leske fue dada de alta ayer; brindó detalles de la agresión de arma blanca que sufrió a manos de su ex concubino. “Hice un montón de denuncias y no me hicieron caso”, lamentó la víctima.
Se excusa porque todavía está dolorida y no puede hablar mucho, pero de todas formas quiere dar testimonio del horror para que “ninguna otra mujer tenga que sufrir lo mismo que yo y mis hijos”, reflexionó Viviana Beatriz Leske de 30 años, quien hace una semana fue apuñalada por su ex concubino.
A consecuencia del ataque sufrió la perforación del hígado y durante 72 horas permaneció en terapia intensiva con riesgo de vida.
Pero el esmero de los profesionales que la atendieron en el Hospital Samic dio sus frutos y su recuperación fue óptima, subrayaron.
Ayer al mediodía recibió el alta médica y regresó a su casa en Villa Lindstrom, donde charló con El Territorio y brindó detalles escalofriantes de la cobarde agresión que padeció a manos de Fabián Britos (42), quien fue detenido el lunes en Villa Stemberg tras permanecer prófugo durante cinco días.
“Los doctores están sorprendidos por mi recuperación. Me dijeron que soy muy fuerte, pero también que tuve suerte porque la puñalada no lastimó otros órganos. Igual voy a tener que cuidarme de por vida porque el hígado es delicado y puedo tener secuela”, relató Viviana.
La mujer fue apuñalada el miércoles pasado en la plaza del barrio 70 Viviendas de Villa Lindstrom, donde se dirigió a buscar a su hijo mayor que estaba jugando a la pelota.
Reconoció que vivía con temor por las amenazas de Britos, pero pensó que el sujeto no la lastimaría adelante de sus hijos, por lo que pidió que el chico de 12 la acompañe a buscar a su hermano.
“Yo sabía de lo que era capaz porque muchas veces me golpeó a mí y a mis hijos, pero creía que no se iba a animar a hincarme adelante de ellos (por los menores). Cuando llegamos a la plaza él me sorprendió y me hizo sentar en un banco. Me preguntaba por qué le denuncié, me decía barbaridades. En un momento sacó el cuchillo, me quiso cortar el cuello y le empujé, por eso me hincó en la panza. Si me cortaba el cuello, como él quería, me mataba ahí”, detalló la víctima.
Los recuerdos del ataque se hicieron presentes y sus ojos se llenaron de lágrimas. “En el momento no dolió, ni cuando hincó ni cuando sacó el cuchillo. Dolió después, cuando empezó a sangrar”, comentó con fortaleza.
Cumplida su promesa, Britos escapó corriendo con dirección a San Miguel, mientras que sus hijos -testigos del ataque- fueron a pedir ayuda a la casa de sus abuelos, donde residen desde mayo pasado.
Recuerdos del horror
Gravemente herida, la mujer caminó unos metros y fue asistida por vecinos, mientras que uno de sus hermanos arribó al lugar con su camioneta y la trasladó hasta el hospital.
“Después los médicos me dijeron que si mi hermano tardaba un minuto más me moría desangrada”, aseguró.
Precisamente, su hermana Mabel y su hermano Liceo residen en la provincia de Santa Cruz con sus respectivas familias y hace 20 días llegaron a Oberá para asistir a su hermana, quien era constantemente amedrentada por su ex pareja.
Al respecto, se mostró orgullosa por el acompañamiento de su familia, al punto que “si no hubiera sido por mi hermano ese día me moría, porque la Policía tardó más de media hora en llegar”.
Contó que estuvo doce años con Britos, lapso en el que tuvieron cinco hijos. Sólo su hijo mayor, el de 13, es fruto de una relación anterior. Y se emocionó al hablar de sus hijos.
“El padre nunca nos ayudó, ni cuando estábamos juntos. Yo cobro el salario y trabajo para mantenerlos. Lucho por ellos y por ellos me quiero poner bien cuanto antes. Lo que más bronca me da es que hice un montón de denuncias y no me hicieron caso”, señaló con la voz entrecortada por la impotencia.
Una treintena
En diálogo con este diario, Viviana exhibió unos 30 mensajes que le mandó Britos en los días previos al ataque. Una y otra vez el sujeto la amenazó con matarla y se refería a ella con términos irreproducibles.
En tanto, reconoció que tiene mucho miedo de que la vuelva a lastimar a ella o a sus hijos. “Él ya estuvo preso porque casi le mató a otra pareja. Yo le conocí a esa mujer y vi lo que le hizo. Le cortó tres dedos de una mano y dos de la otra, y le macheteó la cabeza. Por eso espero que ahora pague y, si es posible, que haga un tratamiento porque si no sale y me mata”, alertó.
Evidente
El temor que siente Viviana por su ex concubino es más que evidente y tiene motivos. Incluso, reconoció que sus hermanos la convencieron para mudarse al Sur, lo que está analizando seriamente.
Por el momento, anticipó que sus hermanos quieren hacerse cargo de su hijo mayor, quien siempre fue el más maltratado por Britos debido a que no es su hijo biológico.
“Mi nene más grande quedó muy mal, alterado, se desmaya y no quiere comer, tiene miedo constantemente. Ahora por suerte, lo están atendiendo los psicólogos para contenerlo. Mis hermanos se quieren hacer cargo de él y llevarlo a Santa Cruz, y pienso que podría ser lo mejor. Nos quieren llevar a todos, en realidad”, mencionó.
Necesaria asistencia
El viernes, Viviana Leske debe realizarse las curaciones en el Hospital Samic y en diez días le quitarían los puntos. Contó que si bien los médicos pretendían que siga internada un par de días más, también estaba latente la posibilidad de contraer un virus intrahospitalario, por lo que decidieron apurar su alta.
“Me contagié unos hongos en los pies y tenía miedo que me contagie otra cosa. Entonces como estoy evolucionando bien me dieron el alta”, explicó.
La mujer y sus hijos residen en una precaria vivienda de madera situada en el terreno de los padres de la víctima. Cinco de los seis menores están en edad escolar y la menor tiene un año y diez meses.
Las necesidades saltan a la vista: no tiene agua potable ni baño instalado en su vivienda. Los menores requieren múltiples elementos de asistencia, como calzados, leche y alimentos varios, pañales. Las nenas calzan talles de zapatos y zapatillas 34, 31 y 26, mientras que los varones usan números 39, 35 y 33.
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