Agenda cultural
En esta oportunidad, esta Agenda tomará otro cariz, en lugar del comentario de un libro, por razones de un viaje de algunos días. Entonces recurro a dos pequeñas historias para estar presente otro viernes más en este Semanario que tan generosamente ofrece a la Feria Provincial del libro un espacio.

Tarde de Pic Nic
Muy desaprensivamente, Juan tiró el cigarrillo después de la última pitada. El aire tibio del mar llegaba hasta el montecito, pero comenzaba a atardecer y debía volver después de haber pasado una hermosa tarde admirando el mar desde el cerro. Juntó sus cosas y caminó por un sendero donde crujían las hojas secas bajo sus pies. Llegó a la ruta y tomó el primer ómnibus para la ciudad.
El pequeño monte se fue llenando de humo alrededor del cigarrillo aparentemente apagado. La brisa de la tarde se volvió viento fuerte en la noche y avivó el pequeño fuego que encontró en las hojas secas un voraz motivo. La sequía de meses había terminado con la natural humedad del monte.
Al día siguiente el informativo de la Tele daba cuenta de un incendio feroz que partía del montecillo sobre la faja del mar. Había atravesado la ruta y se internaba en pequeñas poblaciones. Los bomberos no daban abasto. Ya se habían quemado casas y animales, con pérdidas de mucha importancia aunque sin víctimas fatales aparentemente.
Se hablaba de un incendio intencional…
-“¿Quién será el asesino desgraciado…?” se preguntó Juan… Y cambió de canal.

Virtudes Mágicas
Gracias a la lluvia torrencial, encontré al vendedor de ajos guarecido en un negocio donde había un buen alero que yo también aproveché. Era el mediodía y los negocios habían cerrado.
La olorosa mercancía colgaba de un palo formando trenzas . Yo no quería hablarle ni mirarlo (para que no me ofreciera sus ajos), pero el lugar era pequeño, la lluvia no cesaba, entonces él no pudo con su impulso de vendedor y me los ofreció. Cuanto más le decía “gracias, tengo”, el más arreciaba con su ofrecimiento y con sus argumentos. “… el ajo, doña, es la panacea de las enfermedades, cura, previene, mejora, alivia.. y -lo más importante- tiene virtudes mágicas ¡ahuyenta los malos espíritus de su casa o de su negocio, y combate vampiros!..”
Justo el día anterior un médico en la TV. Había hablado de las bondades del ajo, como uno de los diez superalimentos que debemos consumir diariamente. En realidad me había impresionado el poder medicinal y alimenticio del ajo… “Lleve doña, no se va a arrepentir” insistía él, que notaba mi ablandamiento. “Bueno, déme dos!. –“¿Cómo dos, doña?, lleve por lo menos media docena, no se va a arrepentir, le hago precio”…
¡Ah, por fin paró de llover!. Y nos despedimos, deseándonos mutua buena suerte, cada uno con sus ajos.

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