En una misa presidida por el obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, el 29 de septiembre en la parroquia San Juan Newmann y San Cayetano fue ordenado diácono camino al sacerdocio el seminarista Matías Aches y se instituyó el ministerio del Acolitado al seminarista Gervasio Rodríguez.
La comunidad diocesana de Oberá participó de la ordenación diaconal del seminarista Matías Aches, que se celebró el 29 de septiembre en la parroquia San Juan Newmann y San Cayetano, y estuvo presidida por el obispo, monseñor Damián Bitar. Durante la celebración, fue instituido el ministerio del Acolitado al seminarista Gervasio Rodríguez.
Matías es oriundo de la ciudad misionera de Montecarlo, y Gervasio es de Aristóbulo del Valle. Ambos realizan su formación en el seminario Santo Cura de Ars, de Posadas.
En su homilía, monseñor Bitar saludó a quienes acompañaron en este día especial al nuevo diácono y al nuevo acólito. Entre ellos, destacó la presencia del rector del seminario, padre Sebastián Escalante, y de los demás formadores y seminaristas de Posadas, Puerto Iguazú y Oberá, además de sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos.
Este acontecimiento diocesano, consideró el prelado, es “uno de los regalos más significativos que el Buen Pastor le concede a la diócesis al celebrar sus 10 años de camino pastoral”, y deseo “que este sí de los muchachos anime a muchos jóvenes a quienes el Señor mira y llama a responder sin miedo: Señor, te dejo las manos libres para que tú dispongas de mí; aquí estoy, ¡envíame!”.
Dirigiéndose al nuevo diácono, monseñor Bitar expresó: “Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la vida eterna. Esta es la hoja de ruta, este es el estilo de vida a imitar como discípulo misionero, como bautizados y enviados”, y aconsejó también: “Como hombre de Dios, practicá la piedad, cuidá mucho la oración, el mano a mano con el Señor para vivir en la ‘onda’ de Jesús, es decir en el radio del Espíritu, entregándole y entregándote por entero desde el comienzo del día hasta cerrar la jornada dentro de su corazón”.
“Como hombre de Dios, buscá el buen consejo de tus hermanos… Una bella virtud que te caracteriza es tu transparencia. No la pierdas, cultívala en el diálogo confiado con tu obispo, con los hermanos sacerdotes, consagrados y laicos, continuando la dirección espiritual y la formación permanente”.
“Los lázaros de hoy nos interpelan. No podemos decir que no conocemos el camino que hay que recorrer: tenemos la ley y los profetas, tenemos a Jesús, tenemos su Evangelio, tenemos el testimonio de los santos… La enseñanza es clarísima: la fe sin caridad, sin obras, sin misericordia, es una fe líquida, es decir una fe sin Dios, sin Cristo y sin hermanos…Un autoengaño. Una ilusión que conduce al abismo que nos separa de nuestros hermanos que sufren y nos puede separar de Dios para siempre. Que ni las decepciones, ni el cansancio, ni las propias debilidades, achiquen en tu corazón consagrado la pasión por Jesús y la pasión por su pueblo, por la gente, por la Iglesia. Que no decaiga el fervor por el nombre de Jesús, y que este fervor te sostenga hasta el encuentro definitivo con Él”, concluyó.+