teresaPersonajes ilustres de la Campania
TORQUATO TASSO
   Nació en Sorrento, cerca de Nápoles, el11 de marzo de 1544 y murió enRoma, el 25 de abril de 1595. Fue un poetaitaliano de la época de la Contrarreforma. Es conocido sobre todo por su extenso poema épicoJerusalén liberada, ambientado en el asedio de Jerusalén durante la Primera Cruzada, así como por la locura que le aquejó en sus últimos años.
JUAN BAUTISTA VICO
   Giambattista Vico; nació en Nápoles en el año 1668 y falleció en 1744) Filósofo italiano. De origen humilde, fue la suya una formación principalmente autodidacta. Inició estudios de medicina, que enseguida abandonó para seguir la carrera de derecho en Nápoles, y trabajó en Valtolla como preceptor de los hijos del marqués Rocca, con cuya hija mantuvo una relación que ambos hubieron de ocultar celosamente. Muerta ella a los veintidós años, en 1699 Vico se casó finalmente con Teresa Destito, una amiga de la infancia de escasa cultura, con quien tuvo ocho hijos. En el mismo año ingresó en la Universidad de Nápoles como profesor de retórica.
COMENICO SCARLATTI
   Nació en Nápoles, el 26 de octubre de 1685. Murió enMadrid, el 23 de julio de 1757. Fue un compositoritaliano del periodo barroco afincado en España, donde compuso casi todas sus sonatas para clavicémbalo, por las que es universalmente reconocido. Su estilo evolucionó hacia el preclásico.
SALVADOR ROSA
   Nació en Nápoles el 22 de julio de 1615. Murió en Roma, el 15 de marzo de 1673. Fue un pintor, poeta y grabadoritaliano, uno de los más destacados del siglo XVII. Estuvo activo en Nápoles, Roma y Florencia. Como pintor, es conocido como «poco ortodoxo y extravagante» y un «eterno rebelde» proto-romántico. Su vida y sus escritos son en igual medida coloridos.
LUIS VANVITELLI
   Arquitecto. Trabajó en Roma y en otras ciudades del Lazio; pero su obra maestra fue el palacio real de Carlos III de Borbón que hizo construir en Caserta.
Difundir el amor de Dios en el mundo
Segunda Parte
   Queridos hermanos y hermanas turineses y piamonteses, nuestros antepasados sabían bien qué quiere decir ser ‘roca’, qué quiere decir ‘solidez’. De ello da un bonito testimonio un famoso poeta nuestro: «Rectos y sinceros –dice–, aparentan lo que son: cabeza cuadrada, pulso firme e hígado sano, hablan poco, pero saben lo que dicen, aunque caminan despacio, van lejos. Gente que no ahorra tiempo, ni sudor –raza nuestra libre y testaruda–. Todo el mundo conoce quiénes son y, cuando pasan… todo el mundo los mira». Podemos preguntarnos, si hoy estamos firmes en esta roca que es el amor de Dios. Cómo vivimos el amor fiel de Dios hacia nosotros. Siempre existe el riesgo de olvidar ese amor grande que el Señor nos ha mostrado. También nosotros, los cristianos, corremos el riesgo de dejarnos paralizar por los miedos del futuro y de buscar seguridades en cosas que pasan, o en un modelo de sociedad cerrada que tiende a excluir, más que a incluir. En esta tierra han crecido tantos santos y beatos que han acogido el amor de Dios y lo han difundido en el mundo, santos libres y testarudos. Sobre las huellas de estos testigos, también nosotros podemos vivir la alegría del Evangelio, practicando la misericordia, podemos compartir las dificultades de mucha gente, de las familias, en especial de las más frágiles y marcadas por la crisis económica. Las familias tienen necesidad de sentir la caricia maternal de la Iglesia para ir adelante en la vida conyugal, en la educación de los hijos, en el cuidado de los ancianos y también en la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones.
   ¿Creemos que el Señor es fiel? ¿Cómo vivimos la novedad de Dios que todos los días nos transforma? ¿Cómo vivimos el amor firme del Señor, que se pone como barrera segura contra las olas del orgullo y de las falsas novedades? El Espíritu Santo nos ayude a ser siempre conscientes de este amor ‘rocoso’, que nos vuelve estables y fuertes en los pequeños y grandes sufrimientos, nos hace capaces de no cerrarnos ante las dificultades, de afrontar la vida con valentía y mirar al futuro con esperanza. Como entonces en el lago de Galilea, también hoy en el mar de nuestra existencia, Jesús es aquel que vence las fuerzas del mal y las amenazas de la desesperación. La paz que Él nos dona es para todos; también para tantos hermanos y hermanas que huyen de guerras y persecuciones en busca de paz y libertad.
   Queridísimos, ayer han festejado a la Bienaventurada Virgen de la Consolación –La Consola–, que está allí, pequeña y sólida, sin fastuosidades, como una buena madre. Encomendémosle a nuestra Madre el camino eclesial y civil de esta tierra. Ella nos ayude a seguir al Señor, para ser fieles, para dejarnos renovar todos los días y permanecer sólidos en su amor. Así sea. (Francisco, Papa, Ciudad Vaticano, 21 de junio de 2015 homilía del Santo Padre en la Plaza Vittorio de Turín).
Dra. Teresa María Luisa Morchio de Passalacqua
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Categorías: Columnas de Opinión
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