Agenda cultural
En los próximos días nuestra  ciudad tendrá la oportunidad de homenajear a uno de sus más preclaros  ciudadanos, inaugurando la calle “Prof. Aldo Rubén Gil Navarro”. Un homenaje más de los tantos que seguramente merece. La Feria Provincial del Libro se hace eco y se adhiere al mismo. Queremos recordarlo como el hombre estudioso e incansable, que apostó a escribir la gran Historia que merecía Oberá y que dejó plasmada en tres valiosos libros que todos deberíamos tener. Fue un docente  de los primeros tiempos de Oberá, periodista de raza,  cronista con clara vocación de historiador, porque la Historia como disciplina no es solo acumular datos y anotar sucesos, sino  también interpretarlos, porque es enseñanza y aprendizaje para no cometer los mismos errores. Es un proceso donde el ser humano se descubre “hacedor”, constructor, co autor, donde tiene el privilegio de vivir y poder contar  sobre  causas y consecuencias. En el Prof. Gil Navarro fue el producto de un trabajo laborioso, prolijo, riguroso, de un hombre que pudo hacer su propio Archivo histórico a través de su creación periodística, el prestigioso Semanario Pregón Misionero y que legó a la comunidad misionera una historia escrita del pasado y del presente. Su trilogía comienza  con el primer libro “Un lugar llamado Yerbal Viejo” (de 1912 a 1928 donde Oberá nace oficialmente). Le sigue “La sorprendente Oberá” (1928 a 1969), donde comienzan a aparecer las diversas instituciones públicas y privadas que le van dando cariz de ciudad. Por eso su último fue “Oberá ciudad”. Es decir que su pluma fue acompañando los acontecimientos histórico culturales de nuestra ciudad, la transformación de un lugar que se volvió cosmopolita por el aluvión humano que vino de tierras lejanas, la mayoría cargada de dolor por guerras que les quitaron todo lo material y  todas las relaciones humanas que tuvieron que abandonar.
El Prof. Gil Navarro, con sus libros, devolvió la memoria, los recuerdos, las vivencias, a todos los inmigrantes, y nuestro país les dio la oportunidad del trabajo y de rehacer su economía. Gil Navarro fue el gran cronista del crecimiento de la ciudad a través de hacerse partícipe del progreso social y cultural, apoyando el proceso que se iba dando sin pausa.  Fue un espíritu abierto a las novedades, a todo emprendimiento y  siempre  dio un lugar en el Semanario para su difusión. Toda Institución tuvo su lugar, toda idea fue siempre bien recibida. Su vocación de periodista la vivió hasta sus últimos días y si bien su familia continúa su  maravillosa misión, que la ciudad debe agradecer, no podemos olvidar a este soñador en serio que nos dio tanto. La Feria del Libro  tuvo en él a uno de sus divulgadores y propulsores más eficientes, y se congratula del homenaje que recibirá de nuestras autoridades oficiales y del pueblo en general.

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Categorías: Columnas de Opinión
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