Entre la dirigencia y algunos intendentes se dividen las preferencias; unos por el ministro del interior Eduardo «Wado» De Pedro, otros mayoritariamente se inclinan por el ministro de economía Sergio Massa y también por el embajador en Brasil Daniel Scioli. Más allá de las preferencias personales todos están a la espera de que esta cuestión la defina la conducción provincial encabezada por el conductor político, Ing. Carlos Rovira, a quien lo identifican como el estratega político.
Los que se inclinan por Scioli tienen argumentos a su favor: fue dos veces gobernador de la provincia de Buenos Aires, que es el distrito electoral más grande del país, compitió como candidato a presidente con Mauricio Macri, sin mucho apoyo del kirchnerismo, sector del peronismo con el cual no lo identifican mucho a Scioli. Algo similar ocurre con Sergio Massa. Al que si lo identifican con el sector K y el de la Cámpora, se dice que tendría la bendición de la actual vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner, es Wado De Pedro.
Lo que sí se observa, es que existe una relación más estrecha con Sergio Massa, dado que durante su presidencia en la legislatura nacional se creó a Misiones como zona aduanera y que luego fuera vetada por el presidente Alberto Fernández. Y hoy en día siguen trabajando entre la provincia y Massa para la reglamentación de una zona aduanera especial para la provincia. Y algunos entienden que no es casual que Massa lo haya incluido al diputado Diego Sartori para que integre la comitiva que viajó a China en busca de inversiones y financiamiento externo; en la comitiva también está el diputado Máximo Kirchner. Y es precisamente Massa el que es el mayor socio político que tiene la vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien desde hace un buen tiempo marcó sus diferencias con el presidente Alberto Fernández.
Cualquiera de los precandidatos presidenciales quisiera tener el apoyo del oficialismo provincial, por la amplia victoria electoral del pasado 7 de mayo, y tiene definidos con anticipación sus candidatos al senado y a diputados nacionales, y no tienen nada que definir en las PASO, por ello se pueden seguir manteniendo alejados de la interna nacional y a la espera que se definan las candidaturas presidenciales.
Seguramente existen conversaciones y pedidos de acompañamiento de la Renovación de los candidatos presidenciales, y en esto comienza a jugar el sentido de la oportunidad y conveniencia y esperar el desenlace político nacional y en función a los resultados de las PASO, sondear a posteriori la preferencia mayoritaria del electorado misionero. Más allá de que dejen liberada la elección presidencial en las elecciones primarias, bien pueden inclinar la balanza hacia algunos de los pre candidatos a presidente, siempre y cuando el oficialismo nacional no se decida por una fórmula de consenso, tal cual es la aspiración de Sergio Massa.
La certeza que se tiene y que es más que una obviedad que no acompañarán a Juntos por el Cambio. La próxima elección de octubre es particularmente presidencialista, que es lo que más pesa, y el oficialismo provincial seguramente analizará las posibilidades de acompañar o no a alguna candidatura presidencial, y no vuelva a correr el riesgo de la boleta corta solamente con sus candidatos al congreso nacional, en donde no le fue nada bien electoralmente.
Volver a enamorar al electorado
Desde el reinicio de la democracia, hace 40 años, el electorado, en particular los de mayor edad, han transitado por periodos muy cortos de satisfacción y más largos de decepción por los sucesivos gobiernos democráticos, en los que se eligen a los gobernantes y sin tener en cuenta, en algunos casos los gobiernos de la dictadura militar de la cual algunos siguen añorando y reivindicándolos. Y probablemente por los años de desencantos y enojos se inclinen por la peor alternativa electoral, y que engañosamente se hace vocero de la bronca y malestar de la población.
Esto en verdad no es nada nuevo, y ya ocurrió en gran parte del mundo de que los ciudadanos voten, incluso contra sus propios intereses y terminen abrazando a los que serán sus verdugos y luego vuelvan a decepcionase. Ocurrió con el radical Raúl Alfonsín, quien pos muerte fue reivindicado. Con el peronista Carlos Menem, quien prometió un salariazo y revolución productiva, y que nuca se dio. El gobierno de la Alianza encabezado por el radical Fernando De La Rúa, quien tuvo que renunciar por el estallido social y famoso cacerolazo con la consigna de que se vayan todos en el 2001. Un periodo de transición presidencial a cargo de Eduardo Duhalde hasta el 2003 en donde asume con el 22 por ciento de los votos Néstor Kirchner, a partir del cual se inició la corriente kirchnerista, con el agregado de la transversalidad política; y que lo siguió la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y que aún sigue gravitando en la esfera política nacional.
Fueron 12 años en los cuales se logró la recuperación de una mejor distribución de la riqueza a favor de los sectores excluidos de la economía, y la estatización de varias empresas y la eliminación de la AFJP que permitieron el acceso a la jubilación a personas que trabajaron sin los aportes patronales, entre otras cuestiones. El periodo de Mauricio Macri, en una alianza del PRO con el radicalismo y otros sectores políticos que aseguraban que lo más fácil era controlar la inflación y con la promesa de generar más y mejores empleosy ninguna de las promesas de campaña se cumplieron, lo que dio lugar a la vuelta al poder al sector kirchnerista y peronista, siempre enfrentados al poder económico, y con la mala suerte de transitar dos años de una pandemia mundial, que afectó a todas las economías del mundo.
La pandemia pasó y no importan las muertes, si la situación económica familiar, la población vive el presente y de que sus ingresos no le permiten llegar a fin de mes y la heladera no está llena, como se comprometió el actual presidente Alberto Fernández, a quien no se le mide con la misma vara que al gobierno macrista.
En ese volver a enamorar al electorado es pedirle nuevamente la confianza para un mejor pasar en el corto y largo plazo. Los electores tienen que reflexionar si algunos de los candidatos presidenciables puede solucionar la situación económica de todos los actores sociales, utilizando el descontento y la bronca social. Algunos electores están abrazando a sus verdugos y no lo saben o les gusta.