La empresa obereña con más de 20 años de trabajo y proyección en la fábrica de helados, está desarrollando en su fábrica, «El Paseo del Helado» para que todos conozcan el proceso de creación, un alimento amado por todos.
Ubicados actualmente en calle Larrea 356, tuvieron su primer local en calle Corrientes (donde funciona la tradicional panadería), comenzaron como un desafío y hoy son una empresa nacida en Oberá que logró su expansión a varios municipios con sucursales propias y vendiendo sus productos a cientos de comercios de Misiones.
Jorge Bauman y Liliana Molina son los propietarios de Cremas Heladas JB, o heladería JB, como la conocen los obereños. En la tarde del martes, recibieron al Intendente, Ab. Pablo Hassan; en un hecho sin precedentes «en todos estos años es la primera vez que nos visita un Intendente es un orgullo que se acerque a conocer nuestra idea», reconoció. Recorrieron la fábrica junto a los directores de Vinculación y Turismo, David Da Luz y Cristina Stevenson, respectivamente.
En el piso superior de la empresa, están desarrollando un recorrido interactivo en el que mostrarán cómo se hace el helado desde la materia prima, sus diferentes etapas de elaboración hasta la puesta a la venta del producto, como así también la historia del helado y de la empresa. El objetivo, cuenta Jorge, es poder generar «El Paseo del Helado de Oberá», así como lo hacen con el chocolate en Bariloche, y que esto permita a los niños de las escuelas tener un acercamiento a este rubro y generar también un atractivo más para la ciudad.
Al respecto de la visita, el Alcalde indicó «es un orgullo que una empresa obereña apueste al crecimiento, la innovación y trabajando de manera positiva para generar un atractivo. Espero que pronto podamos compartir la inauguración de este espacio, que sin dudas será un ejemplo para otras empresas o emprendimientos, para que se animen a invertir. Desde el municipio vamos a acompañar su iniciativa y estamos a completa disposición».
Así nació JB
En 1997, luego de quedar sin trabajo, Jorge, junto a Liliana (socia), decidieron invertir sus ahorros en un gran desafío. Un rubro en el que tenían competidores locales de muchos años, por ello cuando iniciaron apuntaron a un sector de la población específico de la población.
Cuando abrieron sus puertas por calle Corrientes, donde actualmente está la panadería La Espiga de Oro; comenzaron con 12 sabores de helados, llegando a hoy tener 45 en temporada alta y 40 cuando bajan las temperaturas.
Las primeras comercializaciones fueron con traslados en camioneta con una conservadora, hasta la actualidad con fábrica propia, camiones para la distribución, tres locales en la ciudad y 4 sucursales, también propias en otros municipios y el constante y cotidiano trabajo de vender a terceros (kioscos, minimercados, clubes, campings) las diferentes variedades y presentaciones de helado que tienen.
Casi una treintena de trabajadores que producen, distribuyen y comercializan helados obereños para miles de familias misioneras.