La Justicia calificó lo hecho por el Instituto Privado Emanuel de Oberá como una “acción discriminatoria”, por lo que deberá pagarle por daños morales. Hoy es director del Carlos Linneo.

Seis años después de que el docente obereño Julián Björklund fuera despedido del Instituto Privado Emanuel de la Capital del Monte, por haber contraído matrimonio con su pareja Alejandro Cabrera, la Justicia, en un acto sin precedente en la provincia, falló a favor del docente calificando el hecho como una acción discriminatoria y avalando el daño que provocó la situación.

Habiendo determinado eso, la institución deberá pagarle al profesor una suma total de 300.000 pesos en concepto de daño moral. Un monto que según indicó Julián Björklund, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, será destinado a una fundación que trabaja por los derechos de la comunidad LGBTIQ+.

Un hecho que tuvo repercusión nacional

“En ese momento yo trabajaba en dos instituciones como profesor. Cuando me caso con Alejandro una de las escuelas decidió que yo no siguiera trabajando ahí”, comenzó explicando el profesor de física y química, que también es Licenciado en Criminalística, rememorando el caso.

Ante esa actitud insólita del Instituto Privado Emanuel, el profesor pidió que al menos expresen de forma clara los motivos de su despido. Ahí fue que el colegio dejó claro en un documento que “su sexualidad no coincidía con lo que ellos pretendían para un docente de la institución”, recordó Björklund.

Teniendo ese documento como prueba, donde insólitamente la institución escolar reconoció el hecho, a pesar de que cuatro años antes ya estaba sancionada la Ley de Matrimonio Igualitario en el país, entre otras que bregan por la igualdad; fue que el docente inició un reclamo por discriminación, ya que tenía la prueba escrita de que el despido no era una cuestión vinculada a su proceder profesional.

Fue así que acudió, en primera instancia, al Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) que no tardó en fallar a favor del docente, reconociendo que efectivamente se trató de un acto discriminatorio.

Si bien durante el proceso legal, el Instituto Emanuel (en ese momento liderado por un pastor), nunca se acercó al docente con intención de redimirse, según Björklund, sí lo hizo con la finalidad que el docente devolviera el documento donde se admitía la causa de su despido “porque se dieron cuenta que metieron la pata y que no les favorecía el documento que habían firmado”.

Pero eso terminó no sucediendo, a pesar de la insistencia del colegio; continuando así el proceso legal que hoy tiene fallo favorable para el profesor.

 

La voz de Alejandro, la otra víctima de discriminación

Una de las personas fundamentales para llevar adelante la denuncia fue Alejandro Cabrera, el estilista y técnico en ciencias políticas, esposo de Julián, ya que el acto discriminatorio también estuvo dirigido hacia él.

En diálogo con este Diario, Alejandro confesó que “ese momento fue muy doloroso, teníamos que estar pensando en la fiesta del casamiento y a Julián lo dejaban sin trabajo”.

A eso se le sumó la repercusión mediática del caso y la opinión de miles de personas que manifestaban sus comentarios sobre la pareja en redes sociales “fue muy triste. Cuando la noticia llegó a ser nacional fue ver cómo la gente se peleaba y opinaba de nosotros sin conocernos”, indicó Cabrera.

A su vez, explicó que la situación fue doblemente insólita ya que la institución no titubeó en admitir que el despido era a causa de la orientación sexual del docente; siendo que en ese entonces la Ley de Matrimonio Igualitario ya llevaba cuatro años vigente en el país.

“Julián perdió como 10 kilos, fue un momento de shock porque él sólo tenía dos trabajos en ese momento y yo uno”, manifestó.

Sin embargo, pese a todo, esa situación incentivó a ambos a involucrarse en el ámbito político, Alejandro estudiando Ciencias Políticas y Julián en su rol de subsecretario de Servicios a la Ciudadanía de dicho municipio.

Una institución hizo la diferencia

En contrapartida, Julián y Alejandro, coincidieron que así como el Instituto Emanuel cometió un acto discriminatorio; otro establecimiento escolar hizo la diferencia: el Instituto Carlos Linneo.

“Automáticamente cuando sucedió eso, mientras en una institución lo estaban echando, en el Linneo lo estaban cuidando, eso es increíble para nosotros”, admitió Alejandro.

Tal es así que hoy en día Björklund es director de dicho colegio. “Para nosotros fue un premio muy grande que al año que sucediera esto, a Julián lo nombren director en el otro”, afirmó.

 

Resiliencia: una donación para seguir luchando

Finalmente, sobre qué significa este fallo para ambos, explicaron que es “sumamente importante porque marca un precedente”. Sobre todo porque aconteció en el interior de la provincia donde, según lo explicaron, suele haber una tendencia social más conservadora.

“El hecho de que la Justicia reconozca marca un camino porque no puede ser que tu vida personal se sobreponga a lo laboral, que se exponga eso y encima te despidan, es irrespetuoso y doloroso. A su vez, esto le da un marco de seguridad a quien pase por eso”, admitió el docente.

Por su parte, Alejandro agregó, “festejamos porque esto genera jurisprudencia, ahora los colegios de administración privada van a tener que pensar muy bien en sus ordenanzas, en los despidos porque estas actitudes siguen de forma silenciosa”.

Asimismo, frente a este gran logro, el docente dejó en claro que, de concretarse el pago de la suma por parte del colegio de 300.000 pesos, el dinero será donado a la organización “Somos diverses” que brega por los derechos de la comunidad LGBTIQ.

Sobre eso, “ningún monto puede resarcir el daño en estas situaciones, por eso creo que ese monto tiene que ir para seguir la lucha”, finalizó.

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Diario Primera Edición

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