Allí está Don Pedro De Mendoza, oculto, silencioso, prisionero de su cuerpo. Oculto en su camarote lleno de efigies, de coronas y alhajas, de pendones y áncoras, con su pila, su crucifijo y sus lámparas de plata. Tiene su espada desnuda junto a su cama y en la puerta una buena guardia, tiene también sus pociones y ungüentos, pero la cocción de anís cintoria, hinojo y cártamo no lo calma nada y el aceite de oleandro le parece que empeora su mal.
Fue comenzando el mes de febrero en su segundo día, en el año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil y quinientos treinta y seis, en la fiesta de Nuestra Señora de la Purificación, cuando hollaron la tierra salvaje y silenciosa, la desollada tierra. Había mucha tirante y levantada claridad en el mar.
Desembarcaron hombres fuertes y valerosas mujeres. Tenían caballos y yeguas: el zaino de Mendoza, “El Chuzo” de Ayolas, los pobres alazanes de Osorio, el parejero de Simón Jacques de Ramúa, de Flandes, cincuenta caballos y cincuenta yeguas para la tropa.
Desembarcaron armas, brea, jarcias, la ropa parda de trabajo y la ropa de fiesta, ornamentos, fustán blanco, cálices de plata, cruces y corporales.
Traen alqueres de harina de guerra, pipas de carne salada, cabos de fierro, paños de colores, pólvora y salitre, cuerdas, arcabuces, mosquetes, ballestas, lanzas, rodelas, escaupiles, espadas y morriones, bombas de fuego para hacer llamas de colores. Molino de hierro para hacer pólvora, jergones y mochilas, alpargatas y lazos, cueros curtidos, azadas, picos, cuñas de fierro, almádenas, hachas, lonas, estopas, cajas de medicina.
Ya en el Riachuelo, empavesadas las nave con banderas y estandartes, teniendo al frente a la pampa con sus sauces y ceibos y pajonales y misterio, todo ante un terrible y cómplice silencio.
Don Pedro de Mendoza hace oración con todos de rodillas. Después plantan la cruz y el Real Estandarte con sus yugos y flechas y con el Crucifijo y la imagen de la Virgen María.
Hay brillo de espadas desnudas, de árboles talados, hierbas cortadas.
“Virgen gloriosa, nuestra Señora, a quien yo tengo por amparo en todos los mis hechos y a quien pido y suplico me dé gracias para que pueda hacer esta conquista, dominación y población”
Conmovido hasta las lágrimas, el duro Adelantado pisó la tierra prometida, tomando posesión de ella, haciéndolo, nuevamente, como un adelantado de la fe.
“Virgen del Retablo con sus banderas, barquitos y orantes, a ella consagramos este pedazo de tierra. En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por su infinita bondad nos dé gracias para qué hagamos tales obras que sean meritorias ante su acatamiento, en loor y alabanza de la bienaventurada Virgen Santa María del Buen Ayre a quien consagramos esta tierra…”
Enfermo, doliente y frustrado, casi pura piel y huesos don Pedro de Mendoza funda Buenos Aires.
Primero fue un fuerte de tapias, unos pobres fosos, una iglesia de paja y de madera y la choza del Adelantado. Un muro de tierra de media lanza de alto demarca la cintura de la ciudad fuerte. Días haciendo leña y jornadas de caza. Noches de hogueras y noches de buena luna.
Está la iglesita con su altar y blandones y colgaduras de terciopelo carmesí y cálices de plata, aras y corporales y la misericordiosa, invencible y victoriosa imagen,
Hay aduares indios al sur y al oeste, hay que enseñar la señal de la cruz a los que ahogan a sus criaturas sin agua de bautismo o las arrojan a los ríos y fosos.
Pero los pampas no temen, ni al estampido de la pólvora ni a la violenta arremetida de los potros.
Cae fuego sobre los techos de paja, flechas, piedras. Hay furia de lanzas y alaridos. En la ciudad, espadas desnudas, ballestas armadas, fuego en las mechas.
El campo queda cubierto de cadáveres. Las lanzas entran por las gargantas y por los pechos, entre oleadas de sangre, heridas de donde no se vuelve.
A uno lo arrastran los indios, lleva una mala herida en el pecho. Murió lejos de cristianos, en tierra india. Cuando murió no tuvo quien hiciera sobre su cadáver la señal de la cruz.
Efímera y lúgubre Buenos Aires de don Pedro Mendoza, pero ese su nombre perdurará y por obra y gracia del vizcaíno don Juan de Garay, desandando los pasos al Norte de la expedición de Mendoza, nuevamente la emplazará en 1580, desafiando al mar en su pretensión de invadirla y a los indios comarcanos en la otra de destruirla para liberar su tierra de hombres blancos y barbudos; pero esta vez su nombre se perpetuará y será, siglos después, el teatro de operaciones que, desde Buenos Aires proyectará y logrará un grupo de hispano-criollos: la liberación del colonialismo español e iniciará, en la histórica jornada del 25 de Mayo de 1810, una gesta de emancipación que dará lugar, poco después, al parto nacional
1810 «..EN LA MUY NOBLE Y MUY LEAL CIUDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD PUERTO DE SANTA MARÍA DE BUENOS AYRES, 25 de Mayo de 1810: Los señores del Excmo. Cabildo, Justicia y Regimiento… se enteraron de una representación que han hecho a este Excmo. Cabildo un considerable número de vecinos, los comandantes y varios oficiales de los Cuerpos voluntarios de esta Capital, por sí y a nombre del Pueblo, en que indicando haber llegado a entender que la voluntad de éste resiste la Junta y Vocales que este Excmo Ayuntamiento se sirvió erigir y publicar a consequencia de las facultades que se le confirieron en el Cabildo abierto del 22 del corriente; y por que puede habiendo reasumido la autoridad y facultades que confió y mediante la renuncia que ha hecho, el Sr. presidente nombrado y demás Vocales, revocar y dar por de ningún valor la Junta erigida y anunciada en el Bando de ayer 24 del corriente la revoca y anula, y quiere que este Excmo. Cabildo proceda a hacer nueva elección de los Vocales que hayan de constituir la Junta de Gobierno, y han de ser los Señores D. Cornelio de Saavedra, Presidente de dicha Junta y Comandante general de Armas, el Dr. D. Juan José Castelli, el Dr. D. Manuel Belgrano; D. Miguel Azcuénaga, Dr. D. Manuel Alverti, D. Domingo Mateu y D. Juan Larrea, y Secretarios de ella los Doctores D. Juan José Paso, y Don Mariano Moreno… (Bando emitido por el Cabildo, Justicia y Regimiento Reproducción facsimilar)
La patria quiere nacer y sacarse cuanto antes la máscara del rey de España, Fernando VII.
Todo indica que las condiciones para que se alzase “a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación” no estaban dadas, ni mucho menos, sin embargo los guiños de la historia hacen posible el nacimiento ratificado en el Congreso de Tucumán en el año de 1816.
Es emblemática, en cuanto a la liberación e independencia argentina, la fecha del 25 de Mayo de 1810 que da inicio a un período de nuestra historia que comprende el movimiento de emancipación, la organización nacional y las presidencias.
La emancipación para las Provincias Unidas del Río de la Plata, se extiende desde 1810 hasta el 9 de julio de 1816.
La organización nacional requiere un tiempo complejo con situaciones, desavenencias y secesiones que finaliza con la federalización de Buenos Aires en 1880.

Efemérides
(1912/1998)
NOVIEMBRE
1/ 1931
Se funda el Club Social y deportivo Atlético Oberá, a iniciativa del comisario Solari, su primer presidente fue Juan Zarza. El decano de los Clubes de fútbol obereño tiene una larga y rica trayectoria deportiva y de él surgieron valores que brillaron en el fútbol nacional.
4/1998
Es consagrada la “Mujer del año” doña Ramona R. de Joerg, por su labor al frente del Hogar de Madres en Tránsito, recibiendo la distinción de la Cámara de Diputados de la Nación.
6/1938
Se funda el Aero Club Oberá de larga y proficua trayectoria en los primeros tiempos de la ciudad.
8/1984
Con la inauguración de la “Feri- Guazú”, Oberá se convirtió en centro y sede de uno de los acontecimientos más importantes de su historia. La presidió, Sigfrido Singer (h)
(Junta de Estudios Históricos de Oberá)

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Categorías: Columnas de Opinión
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