El 22 de junio de 2013, alrededor de las 21, Ángel Altísimo (44) fue emboscado y acribillado a tiros en el lavadero de su propia casa, situada en el paraje Campín Largo, localidad de El Soberbio.
La víctima recibió tres impactos de bala a la altura del tórax y falleció a las pocas horas en el hospital Samic de Oberá.
Transcurridos cuatro años del hecho, la causa tiene como acusados a Claudia Rosa Pereyra Da Costa (39), la esposa de Altísimo, y a Lovis Ferreyra (38), quien al momento del hecho gozaba de salidas transitorias de la Unidad Penal II por una condena previa.
A pesar de las pruebas en contra de ambos, la causa se fue estancando por una cuestionada falta de mérito que en su momento obtuvo Pereyra Da Costa, medida que fue revisada y que en octubre de 2015 derivó en su detención en la ciudad de Luján, Buenos Aires.
Luego los defensores de los imputados interpusieron diferentes recursos, por lo que la causa aún no fue elevada a juicio oral y público, aunque ambos permanecen privados de su libertad.
Para los investigadores, la mujer mantenía una relación sentimental con el convicto y entre ambos planearon el asesinato para hacerse de los bienes de la víctima.
Pero no habrían contado con la firmeza de una de las hijas de Altísimo, quien no dudó en implicar a su propia madre y permitió revelar la verdad de los sucesos.
La joven, entonces de 20 años, contó que su mamá dijo que lavara el lugar donde mataron a su marido, con lo que eliminó posibles huellas. Pero no sólo eso, sino que también le pidió que escondiera los casquillos de los proyectiles hallados en la escena del crimen dentro un horno a leña.
Eran seis vainas servidas de calibre 38. Más tarde, la chica le entregó a la Policía un revólver del mismo calibre que escondió su madre y posteriormente se comprobó que fue el arma utilizada para ultimar a su papá.
El 38 había desaparecido de la casa en Semana Santa de 2013, junto con 14.000 reales, de los cuales sólo Altísimo y su mujer conocían la ubicación. Incluso, ante la contundencia de las pruebas, en un primer momento Pereyra Da Costa reconoció que contrató a sicarios para que maten a su marido, pero luego se desdijo.

“Huella digital”
Más allá de las evidencias en su contra, luego del hecho la viuda fue beneficiada con la excarcelación mediante una fianza de 250.000 pesos. La medida fue otorgada por el juez Demetrio Cuenca, hoy suspendido, pero entonces al frente del Juzgado de Instrucción San Vicente.
La medida fue apelada por el fiscal del mismo Juzgado, Rodolfo Andrés Cáceres, y el expediente recaló en la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Posadas, órgano que revocó la excarcelación y ordenó la detención de la mujer.
Personal de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) tuvo a su cargo la captura, que no resultó sencilla, ya que la acusada se dio a la fuga.
Fue atrapada en la terminal de Luján cuando intentaba tomar un colectivo para seguir escapando.

Por Daniel Villamea
fojacero@elterritorio.com.ar

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