Hace casi cuatro años, Karina Vieira (38) fue embestida por el conductor de un camión -que se dio a la fuga- y su vida cambió para siempre. Sufrió fracturas expuestas a la altura de la rodilla y la tibia izquierda; fractura del brazo izquierdo, abertura de pelvis y múltiples excoriaciones en varias partes del cuerpo.
La mayoría de sus heridas sanaron con el paso del tiempo, pero todavía no se recuperó de la grave lesión en la tibia, ya que literalmente perdió un pedazo del hueso. Aunque suene inverosímil, desde abril del 2013 aguarda las prótesis para reparar dicha lesión. Se trata de una serie de tutores importados que posibilitarían suplantar los 12 centímetros de tibia que le falta.
“Soy pobre y no tengo obra social, entonces no me queda otra que esperar. En abril se van cumplir cuatros años del accidente y sigo con la bota y las muletas porque no puedo apoyar porque me falta un pedazo de hueso en la pierna”, explicó Vieira.
En diálogo con El Territorio, recordó que en primera instancia fue atendida en el Hospital Samic de esta localidad, donde “directamente me quisieron cortar la pierna”.
Luego continuó con el tratamiento en el Hospital Madariaga de Posadas, pero como tampoco logró la asistencia necesaria viajó a Buenos Aires, donde tiene familiares. “Allá me atiendo en el Hospital del Cruce Varela, gestionamos la prótesis por Desarrollo Social de la Nación y en octubre del año pasado se hizo el pedido, pero todavía espero. Ahora volví a Oberá porque mi papá está enfermo, pero en febrero vuelvo”.
En tanto, mencionó que los tutores que requiere permitirían la lenta regeneración del hueso, pero el proceso se dilata por la falta de recursos. “La verdad que es triste vivir así, no puedo trabajar y dependo de otros para casi todo”, lamentó.
Vieira es madre de cuatro hijos y al momento del choque trabajaba como mucama de un hotel. El conductor del camión que la impactó nunca fue identificado ni rindió cuentas ante la justicia.
“Vi que era un camión rojo, me encandiló y le hice señas de luces. Después de eso sólo me acuerdo que me desperté en el hospital y escuché que un médico decía: “Hay que cortarle la pierna”, pero a los gritos le dije que no”, recordó.
Tras ser intervenida quirúrgicamente y detener la hemorragia que la aquejaba, los médicos alertaron que corría serio riesgo de vida.
Producto de la gravedad de su estado, permaneció dos días en coma y una semana en terapia intensiva, recordó.

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