Cuando tirábamos para adolescentes, en un patio “embaldosado” de nuestra casa en la calle Pedro Morán en el barrio porteño de Villa Devoto, nos juntábamos unos cuantos chicos y hacíamos “picaditos”, entremezclándonos los de Estudiantil Porteño, River, San Lorenzo, Boca, en fin toda la “runfla” como acostumbraba a decir un amigo.- Tiempos de rayuela y barrilete cuando más chicos, tiempos de balero y “yo-yo”, cuando más grandes, tiempos en que caló hondo el fútbol que se presentaba a la sociedad argentina mostrando la fusión entre la Asociación Argentina y la Asociación Amateurs, fusión que al fin de cuentas duró muy poco ya que era una realidad el cobro de haberes por parte de los futbolistas lo que llevó al profesionalismo y los equipos más populares abandonaron el amateurismo y fundaron la Liga Argentina de Football en 1931, fue así como, River pese a ser uno de los últimos en convertirse al profesionalismo, asombró al mundo futbolístico de entonces comprando al delantero Carlos Peucelle en la “astronómica” suma de 10.000 pesos y en 1932 sumó los pases de Cuello, Arrillaga, Santamaría, Basílico, Sciarra y la compra del “mortero de Rufino”, Bernabé Ferreyra, adquirido a Tigre, lo que le valió el mote de ”Millonarios”, obteniendo en 1932 el primer campeonato profesional y la copa Competencia dando impulso al profesionalismo y, por supuesto, a la pasión futbolera que se enraizaba día a día entre los “criollos” dejando atrás a sus precursores y maestros, los “señoritos ingleses” y hasta llegando a superar al mismísimo Alumni, todo un nombre en el nacimiento del fútbol en el Plata.
En nuestro caso recitábamos hasta como himno triunfal los nombres de los integrantes del River Plate ’36: Sirni, Vassini y Cuello; Malazzo, Minella y Wergifquer; Fastechi, Vaschetto, Ferreyra, Moreno y Pedernera. No lo decimos para autoelogiarnos memoriosos, sino para que se advierta como calaba hondo el fútbol en nuestras jóvenes vidas.
Que pudo haber malos arbitrajes también entonces, de acuerdo, ya que por algo era común por parte de la hinchada, el grito de “referí bombero”
Que escuchar el partido por radio ¡oh Lalo Pelichiari! era sufrir o gozar con las situaciones de gol que muchas veces aparecían como inminentes en el relato, como para darle más emotividad, sabe…
¿Qué porqué estos recuerdos?, van dirigidos especialmente a los jóvenes que ya acostumbrados, pueden “dispararle” al fútbol como deporte que hoy adquiere ribetes de violento y tramposo, sin embargo no es el fútbol el violento sino la reacción de muchos seres humanos que se involucran en la confusión general de adecuar conductas a los nuevos tiempos y, por lo tanto, se autoexcluyen de la convivencia.
Que el fútbol es una de las mejores terapias sociales para calmar desconciertos y que si bien nos “mufa” si perdemos, nos “sublima” si ganamos, nos aísla por dos horas (las del partido) del mundanal ruido y en el caso de la selección nos hace vibrar de argentinidad… (¿debemos decir “nos hacía”?) Veamos: vivimos con sorpresa el trago amargo que los futbolistas de la selección, con Messi a la cabeza, le hicieron pasar
al periodismo a raíz de denuncias, críticas y comentarios por parte de periodistas que hasta llegaron a incursionar en lo privado y no en la actuación profesional por parte de algunos periodistas hacia los futbolistas que integran la selección.
El hecho en sí –aunque menor- se inscribe muy bien en el momento político-social que estamos viviendo y que se está multiplicando en el mundo, mundo que admite un desconcierto ante los efectos que acarrea tecnología y legislación, pretendiendo coronar espacios por parte de unos en detrimento de otros, olvidando elementales normas de convivencia que el hombre ha instituido no como una graciosa majestad, sino por necesidad de vida. En muchos casos aparece como cierto aquello que se decía en tiempos de Perón de “que el hombre es un lobo para el hombre”.
El fútbol es una pasión, lo dijimos y lo repetimos, pero al final es un juego y por lo tanto admite el triunfo como la derrota y no es a nuestro entender y para nuestro bien- oportuno ni lógico ensañarnos, denigrar y hasta acusar y pedir sanciones de todo tipo contra los jugadores que, en este caso, conformando un equipo nacional pueden –por resultados adversos- quedar afuera de una cita ecuménica del deporte.
Por otra parte es de tener en cuenta -siempre en términos de selección nacional- que el convocado toma su designación como un broche de oro de su carrera deportiva y lejos está de querer fracasar, todo lo contrario.
Seamos realistas, no es uno, sino son muchos los exponentes argentinos que triunfaron en el exterior en las más disímiles disciplinas y en el caso particular de Messi significa todo un orgullo que haya llegado a ser un argentino el mejor del mundo. Por ello que en su propio país lo obliguen las circunstancias adversas a que deba oficiar de vocero para advertir que debido a esas causas se corta el diálogo de la selección nacional de fútbol argentino con la prensa de su país provoca todo un trauma
Triste, preocupante y mezquino cuando por ser noticia o lograr rating se pretende ajar pergaminos construidos con esfuerzo dedicación y pasión, vulnerando glorias ajenas.

Historia
Y, como para no cerrar la nota sin que se pueda esbozar una sonrisa léanos este párrafo que reproducimos de lo que decíamos ayer (16/6/2006) “En algún momento del ayer, del hoy o del mañana usted se preguntó, se pregunta o se preguntará cómo es posible que, corriendo tras una pelota, veintidós jugadores de fútbol lleguen a provocar exaltaciones y excitaciones tales como para que un país de cualquier continente entre en ebullición cada cuatro años en que tiene lugar un campeonato del mundo y toca la gloria con las manos o llena sus ojos de lágrimas, de acuerdo al resultado que haya logrado su selección en el intento de meter la pelota en el arco custodiado por el arquero del equipo contrario.
Largo y rico es el historial futbolístico que vive la Argentina.
Todo comenzó con la aparición de un pionero –palabra que nos gusta usar a los obereños- que fue míster Alejandro Watson Hutton quien trajo el fútbol al país, creó a Alumni que fue la base de la selección ya que cinco jugadores del club integraron el equipo argentino en el primer mundial de 1930 y fundó la Argentine Associatión Football League, más tarde Argentine Foot Balll Associatión, precursora de nuestra AFA.
Mucho le debemos por el habernos importado el “football” inglés, viendo jugar a ese conjunto de gentleman (alumnos
y ex alumnos de colegios británicos) que practicaban el deporte en los “fields” de sus institutos en esa Buenos Aires que recibió en la segunda mitad del siglo XIX, a esta tercera invasión -aunque no guerrera- y si cultural imperialista que mucho se ocupó de enseñar a sus pupilos escolares el arte futbolístico, como lo demuestra el haber traído cuando el fútbol rioplatense estaba en pañales, equipos extranjeros que enseñaran el arte que permite colocar la pelota allí donde queremos que esté.
La aparición futbolera criolla tuvo lugar en 1901, en las inmediaciones del Dock Sur , cuando unos muchachos resuelven alquilar un terreno pelado, ponerles arcos y ¡listo”!, respondiendo a la paternidad inglesa en el deporte, piensan que qué mejor que ponerle al “rejuntadito” un nombre inglés : River Plate; en 1903 Racing en Avellaneda; en 1904, Independiente; en 1905, Boca Juniors; en 1906, San Lorenzo de Almagro…
Y ese fútbol criollo que debió esconder en un principio su origen arrabalero para no desdibujar el “deporte de caballeros”, como se lo consideraba, fue creciendo y creciendo, logrando despuntar en la gente una pasión que se irá magnificando con el correr de los años y jalonando éxitos en esa primera etapa amateur.

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Categorías: Columnas de Opinión
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