de Platón (Siglo V a.C.)
En nuestro encuentro anterior, al iniciar el Timeo, hemos dicho que los personajes del diálogo eran 4: Sócrates, Timeo, Crizia y Ermócrates. También vimos que Timeo fue el que más habló desarrollando el tema de la Naturaleza de las cosas y de los hombres bajo todos sus aspectos.
En el Diálogo que hoy nos interesa aparecen los mismos personajes y después de un primer momento en que Sócrates, como siempre, organiza el tema a desarrollar, toma la palabra Crizia, para exponer la historia de la lucha entre la antiquísima Atenas y la inmensa Atlántida.
La antiquísima Atenas había llegado, a través de guerra y de tratados, a dominar todo el Mediterráneo y las tierras que lo rodeaban, hasta las Columnas de Hércules, actual Gibraltar, de donde empezaba la Atlántida, isla «más grande que la Libia y el Asia», que con el tiempo desapareció cubierta por el lodo.
Entre la Atlántida y la antigua Atenas, estalló una violenta lucha de poder y, como conviene hacer en la narración de una grande guerra, se debe ante todo describir el cómo y el cuándo se formaron, vivieron y actuaron los contendientes.
Crizia lo hace así.
Empieza con el estudio de los orígenes dell’Attica, dominada desde un principio por Efesto y Atena, que hicieron nacer a «hombres virtuosos y autóctonos».
En la antiquísima Atenas los ciudadanos estaban divididos en 3 clases sociales: los obreros, los agricultores y los guerreros o guardianes, que vivían en un riguroso régimen comunitario. Eran 20.000 y su residencia era el Acrópolis, mucho más grande que la actual.
El territorio de la Atlántida era tocado en suerte a Poseidón, el cual generó de Clío, hija de un autóctono, 5 parejas de gemelos varones, para los cuales dividió la isla en 10 partes asignando una a cada uno de ellos, que dominaron también sobre las islas del otro lado de las columnas de Hércules «hasta Egipto y la Tirrenia».
La Atlántida era muy fértil y sus habitantes vivían felices.
Crizia hace aquí una detallada descripción de su urbanística, y de su organización económica y militar.
Toda la población de la provincia principal estaba dividida en 60.000 distritos, cada uno de los cuales debía fornecer al Templo central una cuota fija anual de personal y armas.
Cada jefe tenía poderes autocráticos; pero las relaciones entre los reyes y el gobierno central tenían leyes promulgadas por Poseidón y escritas en la columna situada en el interior del Templo.
En fechas preestablecidas los 10 reyes se reunían en el Templo para jurar fidelidad a las leyes.
Pero, con el tiempo, la moderación de los antiguos reyes degeneró y empezaron a manifestarse cada vez más bárbara arrogancia, de modo que Zeus tuvo que tomar la decisión de castigarlos y estalló la gran guerra.
Aquí se interrumpe el racconto que tendría que haber terminado con la crónica de la guerra, la victoria de la antigua Atenas y el hundimiento de la gran isla más allá de las columnas de Hércules.
No se sabe porqué Platón interrumpió aquí la narración, que, según muchos estudiosos, tenía que formar una trilogía junto con el Timeo y el Ermócrates, y empezó a escribir otro diálogo: Las Leyes o la legislación.
La idea de la Atlántida no murió nunca del todo; durante el Humanismo y el Renacimiento resurgió y formó parte del bagaje cultural, que nos llegó de aquel lejano mundo platónico.
Basta pensar en la época de Colón, de los grandes navegantes y descubridores, que volvieron a violar las columnas de Hércules buscando las nuevas tierras ¿los restos de la Atlántida?