El peronismo pagó muy caro nuevamente en el año 2015 el no haberse sacudido a tiempo la escoria que venía dejando el kirchnerismo con su política errática tendiente a provocar casi empecinadamente y en forma sistemática el hartazgo de una amplia mayoría de los argentinos. Tal vez Scioli tenía la gran posibilidad de mantener al justicialismo en el poder de no haberse sometido a los designios que le “impusieron” Cristina y sus acólitos y los cuales él aceptó casi sin chistar, aún a sabiendas del tremendo riesgo que corría de ver sepultadas sus aspiraciones de convertirse en presidente de la república. Los que escaparon a tiempo, tal es el caso de Sergio Massa, Urtubey, etc. (por nombrar solo algunos) de la posibilidad de seguir emparentados al régimen de los Kirchner, pudieron salvar su imagen y a la vez hacer el intento de ser y parecer distintos ante la sociedad, pero tal vez fue un poco tarde para sus aspiraciones, y tendrán que conformarse con probar suerte en el futuro, apostando a la vez, aunque no lo expresen, a que no le vaya tan bien a Macri, a pesar de que se han tenido que acostumbrar a negociar para ayudar que el barco no se hunda a causa de los agujeros que dejaron los protagonistas de un gobierno que manejó el poder durante mas de una década, y al cual ellos también ayudaron a apuntalar en el pasado.
Por todo esto, lo que le queda a los que hoy se dicen “peronistas” y reniegan del kirchnerismo por una cuestión de estrategia, es prescindir definitivamente de verse asociados al anterior gobierno y construir su propio poder, alegando por supuesto que son los diseñadores del nuevo peronismo. Tal vez no le sea tan fácil convencer, ya que dentro del movimiento no es la primera vez que se habla de “renovación” para luego terminar siendo todo nada mas que un simple “reciclado”. Recordemos que hay muchos “Herminio Iglesias” dando vueltas, y la tarea de los que hoy dicen apostar a la renovación será tratar de cerrarle las puertas a tiempo para no verse contaminados, ya que deberán entender que la gente podrá estar dispuesta a tolerar, aún de mala gana, seguir aceptando vivir con una economía no muy favorable, a tener que soportar la idea de retornar a un pasado no muy lejano cuyo signo era la intolerancia, la corrupción total y los abusos de poder, cuestiones estas que aún no parecen visualizarse por suerte en el nuevo gobierno.
Ojalá que esta vez los actores que dicen pretender renovar al justicialismo entiendan que el único camino para el cambio será la democratización del partido. Para ello el peronismo deberá perder su concepción movimientista, ya que el sostenimiento de ese esquema no puede prescindir de líderes “carismáticos” que son por lo tanto muy proclives a acumular poder y con facilidad a transformarse en caudillos totalitarios y no exentos de despotismo. Por supuesto no será nada fácil salir de un verticalismo casi genético para pasar a un horizontalismo que garantice en cierto modo estar más cerca de los valores republicanos. No obstante los que dicen ser los herederos del peronismo deberán empezar por comprender a quien fuera su líder. Juan Domingo Perón fue el primer renovador del movimiento que él mismo creara. A su regreso de Europa sentó con una nueva impronta las bases de profundos cambios en lo político y filosófico. Concepciones como la unidad nacional: “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino” (reemplazando la vieja frase : “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”); el abrazo con Balbín, a quien había encarcelado en el pasado; “cada argentino debe producir por lo menos lo que consume”(poniendo en valor la idea del trabajo y el esfuerzo con dignidad por encima de las dádivas del estado); el haber hecho como nadie autocríticas de sus dos primeros gobiernos reconociendo que había cometido muchos errores, etc. Todas estas cuestiones y otras, formaron la base de una renovación que no fue comprendida, y, sin ir mas lejos y como contrariándola, en los últimos años se pusieron de manifiesto y fueron acentuados (por algunos que se decían peronistas), los antiguos vicios que esa renovación pretendía desterrar.
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