Como una contribución a desenmarañar juntos tanto desconcierto sobre las políticas que utiliza la política, y el porqué (si es que se quiere admitir un porqué) aparece la palabra como un término que carga con situaciones emocionales para contener desde panegíricos hasta diatribas agregando hasta el descrédito de política y políticos en estos tumultuosos tiempos que acarrea las primeras décadas del siglo XXI y teniendo en cuenta que ya está instalándose en el seno de la sociedad las elecciones legislativas de 2017 que arrancan polvo desde el vamos, polvo que engorda mediáticamente, y que puede duplicarse, multiplicarse y producir un efecto cascada, es que ideamos formalizar un trabajo objetivo con la nada menuda pretensión de incursionar en la actividad política del hombre en nuestro suelo a partir de la raíz hispana sembrada en el gran virreinato español del Río de la Plata teniendo por centro el puerto de Buenos Aires, y sus políticas de estado: extensas fronteras: magra población. Focos de cultura: familia y hogar, comercio y Diversiones siguiendo hasta nuestros días.
Contamos para ello con el acceso a nuestro trabajo inédito “Nuestra Señora de los Buenos Ayres” y frondoso material y publicaciones históricas en nuestros archivos, así como cuarenta años investigando la historia nacional y regional.
Pero antes de ello vaya nuestra “previa” de hoy que titulamos:
El problema político argentino
En una serie de artículos publicados en 1967 (tras la revolución Onganía) en el diario “La Nación”, el prestigioso autor y ex canciller argentino Bonifacio del Carril se refiere en cada uno de ellos a temas que tienen que ver con el problema político argentino.
Sin entrar a dilucidar si se comparte o no con Del Carril su propuesta de solución política argentina, pero si con el respeto que merece su autorizada palabra y, no olvidando que los juicios del constitucionalista fueron expresados hace 47 años y por sobre todo, antes de que la Argentina sufriera el último y cruento golpe, el de 1976, hemos considerado interesante proporcionar a nuestros lectores algunos conceptos vertidos en esas notas por este intelectual de acendrado espíritu democrático.
“Hay una cosa que es evidente, el problema político argentino es el problema número uno de la vida nacional. De donde, podrá o no superarse –-como todos lo deseamos- el estado de crisis en que se debate la economía del país; se eliminará el déficit de los ferrocarriles, desaparecerá la inflación, se estabilizará la moneda; el territorio se cubrirá de centrales eléctricas, fábricas, viviendas y caminos; las ciudades estarán limpias, iluminadas y sin pozos en las calles; pero si no se resuelve el problema político, todo habrá sido como escribir en el agua”
Quisimos averiguar cuál es la propuesta de Del Carril para solucionar el problema político que enuncia, y acceder a sus explicaciones, sin dejar pasar el dato cronológico de las revoluciones triunfantes o no, que tuvieron lugar entre 1862 y 1966 (debiéndose extender el período hasta 1983, cuando se restablece la democracia en nuestro país, incluyendo, claro está, la revolución del 76).
“Sólo después de dos tercios de siglo de aplicación continua del sistema constitucional, el 6 de septiembre de 1930, se produjo la primera revolución del país que expulsó del poder a un presidente constitucional. Pero no ha de creerse que antes de 1930 no se hayan producido revoluciones en la Argentina, muy por el contrario, después de 1862 y antes de 1930, hubo por lo menos cinco que se concretaron en lucha armada contra los poderes constituidos: las de 1874, 1880, 1890, 1893 y 1905. Ocurrió simplemente que estas cinco revoluciones fueron derrotadas, a la inversa de lo que sucedió después, en pleno siglo XX, cuyas (seis), revoluciones: 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 (y 1976) resultaron todas triunfantes.
Cinco pretendidos y seis logrados quiebres del orden constitucional (once en total) por parte del poder militar, hablan a las claras de falencias , en este sentido reitera Del Carril su tesis del plan político: “…para resolver el problema político el país necesita obviamente tener un programa o plan político que contemple, considere y resuelva todos los complejos aspectos del asunto, plan que de ninguna manera debe confundirse ni con los calendarios electorales ni con los proyectos ambiciosos y esperanzas, más o menos declaradas de los hombres políticos que actúan fuera y dentro del gobierno. Sino fijado con la colaboración y el asentimiento de gobernante y de gobernados, después de indagar y determinar con total objetividad los orígenes políticos e institucionales de la crisis, los factores que hoy la determinan y los medios que, en su consecuencia resultan adecuados para resolverla, solo actuando de esta manera “sine ira et studio”, podrán arbitrarse soluciones que resulten verdaderamente perdurables y definitivas…”
Antes de encarar la factibilidad del bipartidismo como terapia antirrevolucionaria o, más bien, estabilizadora institucional, reproducimos lo que expresa sobre el origen de nuestra Constitución Nacional y el vacío que encuentra en cuanto a la política.
“La Constitución argentina fue redactada en 1853 por los diputados de las trece provincias que se reunieron con ese propósito en la ciudad de Santa Fe. Estuvo únicamente ausente la provincia de Buenos Aires, entonces separada de la Confederación. Los constituyentes tomaron como modelo a la Constitución de los Estados Unidos… pero no lo hicieron por simple espíritu de imitación o de copia. Los trece gobernadores… habían estipulado previamente antes de la reunión del Congreso, que la Constitución debería ser federal. El proyecto fue, en consecuencia, “vaciado en el molde la Constitución de los Estados Unidos, único modelo de verdadera federación que existe en el mundo” (José Benjamín Gorostiaga, diputado miembro informante de la Convención Constituyente)… En un principio cuando las trece colonias británicas de la América del Norte proclamaron su Independencia, resolvieron mantener su individualidad política propia… reuniéndose en una Confederación… Bien pronto pudieron advertirse los inconvenientes que ofrecía el sistema… más que una carta destinada a organizar la vida política fue un pacto de transacción y compromiso entre los estados que concurrieron a formar el gobierno central hasta el extremo que la declaración de los derechos civiles de los ciudadanos fue omitido en el texto originario de la Constitución… El primer presidente Jorge Washington fue reelecto…. pero la política, la lucha por el poder que, en definitiva es ínsita e inseparable de toda actividad de gobierno, hizo pronto su aparición. Establecido el gobierno federal fue de hecho inevitable la extensión de la política al orden nacional, Washington designó secretario de Hacienda a Alejandro Hamilton y después, secretario de Estado a Tomás Jefferson… eran personalidades demasiado vigorosas como para no plantear y exteriorizar claramente sus divergencias… En torno de ellos se formaron los dos primeros partidos políticos de la historia de los Estados Unidos. Cuando Washington no aceptó otra reelección la lucha por el predominio dejó de ser asunto de antesalas de palacio, para convertirse en verdadera contienda política… Pero los iniciadores de la vida política de los Estados Unidos tenían muy cerca su propia experiencia política estadual y la experiencia de Gran Bretaña, de donde, en definitiva provenían las instituciones norteamericanas… Cuando los constituyentes argentinos de 1853 afrontaron la ardua tarea de traducir y adaptar el texto constitucional norteamericano… se basaron en el texto original de la Constitución de aquel país sin tener en cuenta la modalidad impuesta por la práctica consuetudinaria del sistema, por lo tanto se abstuvieron también de incluir disposición alguna que pudiera servir para encauzar y orientar el desenvolvimiento de la vida política en el orden nacional.
En los EE.UU. el problema fue resuelto con la participación cada vez más firme y más activa de los dos partidos políticos. ¿Cómo ha sido en la Argentina? Según nuestro referente de hoy “Todo el problema de la crisis política institucional se reduce, en última síntesis a determinar las causas y las condiciones del fracaso en que el país ha incurrido en su intento se suplir y llenar el vacío institucional … El artículo 1° de la Constitución dice:”· la Nación adopta para su gobierno la forma republicana, representativa, federal” y el 22° agrega concordantemente –innovación argentina- “el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes…”. Pero la Constitución no aclara ni especifica cómo debe hacer el pueblo para elegir a sus representantes. La opción es absoluta. Los dos países modelos en la materia, Gran Bretaña y Estados Unidos, uno con régimen monárquico parlamentario, otro con el republicano presidencial, afrontaron y resolvieron el problema con el sistema de los dos partidos.
Como se ve Bonifacio Del Carril interpreta que el bipartidismo es la solución del problema político, solución que en este caso veía viable para la Argentina destinada a lograr un vigoroso futuro político, haciendo la salvedad de que esos dos partidos no necesariamente tienen que ser los mismos en el tiempo.
Evidentemente, desde 1967 a nuestros tiempos ha corrido mucha agua por el cauce político, de todas formas puede interesar el tema como un tema polémico pero de hondo contenido político que abre sustancioso margen para la discusión.
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