Agosto, mes del niño por excelencia… buena oportunidad para que compartamos con los más pequeños nuestras experiencias, los recuerdos de nuestras infancias tan distintas a las suyas… lo invito, lector, a que usemos nuestras historias como vínculos para comprenderlos y que nos comprendan.
Cuando yo era chiquita, una amiga de mi mamá, Angenín (Angelita) nos contaba a mí y a mis amigas cuentos de lobos, hadas, ángeles amigos y diablos cornudos y malignos, que duraban a veces semanas, porque en el momento culminante de la acción, Angenín se paraba y, con un «mañana seguimos»; nos dejaba plantados para ir a reunirse con el grupo de las amigas de mi mamá, cuya conversación nos estaba prohibida escuchar.
Angenín no era una persona culta; apenas sabía leer y escribir; pero su fantasía diría que no conocía límites, y los personajes que ella creaba se enriquecían cada vez de forma que, a pesar de que sus oyentes ya las conocían, se los presentaba bajo una luz distinta; tanto que cuando el «encanto» llegaba al punto final, se había enriquecido tanto que nos dejaba con el deseo de seguir oyendo otra cosa distinta; conocer otros personajes que cumplieran hazañas más divertidas y, si era posible, más intrincadas, más rica de cosas extrañas que, con gran esfuerzo, buscábamos de recordar entre una «entrega» y otra.
El estallido de la guerra interrumpió estos maravillosos encuentros. Todo cambió. La vida se hizo difícil y la convivencia familiar muchas veces trunca. Angenín fue internada en un convento de Monjas Enfermeras y no la vi más. Pero el amor al cuento quedó vivo en mí; por ello me gustaron y leí con avidez los cuentos maravillosos de María Elena Walsh.
Lógicamente no quiero hacer comparación entre Angela Guarreschi y María Elena Walsh: porque el tiempo, la cultura y el lugar son distintos y yo misma tengo una experiencia de vida muy distinta; pero el sentimiento y la capacidad de acercarse a los niños son los mismos.
¿Quién era María Elena; nacida en Ramos Mejía (Bs. As.) el 1º de febrero de 1930, muerta en Bs. As. el 10 de enero de 2011?. Para mí era una Angenín moderna, una poetisa, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora argentina, considerada como «mito cultural» para la infancia, a pesar de que escribió también obras para adultos, como: «Poesía y prosa para adultos» y «Canciones para adultos», «Otoño imperdonable» (1947), «Apenas Viaje» (1948), «Balada con Ángel» (1951), «Casi Milagro» (1958), «Hecho a manos» (1965).
Pero el mundo en que ella se movía con mayor soltura y triunfo fue el infantil, ya sea sola o con Leda Valladares, con la que formó duo del 1985 al 1989, año en que fue designada, por el Presidente Alfonsín, para que integrara el Consejo para la Consolidación de la Democracia. Entre los artistas que difundieron el cancionero de María Elena Walsh, se destacaron Mercedes Sosa, Jairo, Joan Manuel Serrat.
Durante toda su carrera publicó más de 20 discos y escribió unos 50 libros.
A lo largo de su vida trabajó en pareja con Leda Valladares, la Directora de Cine Herminia Avellaneda y la fotógrafa Sara Facio
En toda su poesía traslucen los recuerdos de su infancia, pasada en un caserón de Ramos Mejía, en el Gran Buenos Aires, con gallineros, rosales, gatos, limoneros, naranjos, y una higuera. Un ambiente de mayor libertad que el de la tradicional educación de la clase media de la época. Por ejemplo: la canción «Fideo fino» y su primera novela «Novios de antaño», escritos en 1990, están dedicadas a reconstruir los recuerdos de su infancia.
A los 12 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes «Manuel Belgrano» de Buenos Aires. Allí conoció a Sara Facio, que después será famosa fotógrafa, Carmen Córdoba (hija de Córdoba Iturburu) que será arquitecta y Juan Carlos Distéfano que llegará a escultor de fama mundial. Ella misma a los 15 años publicó, en la revista «Hogar», su primer poema: «Elegía» y empezó a escribir en el diario La Nación. En 1943, con el libro «Otoño imperdonable», recibió el segundo premio municipal de poesía. Después de un viaje a Norteamérica, invitada, por Juan Ramón Jiménez, volvió. Empezó a frecuentar los círculos literarios de Buenos Aires y en 1951 publicó su segundo poemario: «Baladas con Ángel» y empezó a trabajar en pareja con Leda Valladares, antes en Buenos Aires; después en París, del 1952 al ’65, año en que publicó «Entre valles y quebradas». Muy bien recibido por la crítica y el público.
En 1965 salió el «L.P. de Leda y María», con villancicos propios de 4 anónimos: uno del norte argentino, otro de Bolivia y dos españoles. En la Tapa un niñito mira a Papá Noel, que aparece por primera vez como temática infantil.
En 1958, María Herminia Avellaneda ofreció a Walsh escribir guiones de televisión para programas infantiles. El más destacado fue «Buenos días Pinky», que le valió dos premios: el Martín Fierro (mejor programa infantil y revelación masculina para Osvaldo Pacheco) y el premio Argentores para María Elena como guionista.
En 1960 salieron 4 canciones que harían famosa a María Elena: «La vaca estudiosa», «Canción del pescador», «El reino del revés» y «Canción de Titina».
A este espectáculo siguieron otros cada vez más ricos de novedades infantiles como: «Canciones para mirar», «La familia Polillal», «El reino del revés», «La vaca estudiosa», «Canción del estornudo», «La mona Jacinta», «Canción del Jardinero», «Canción de la vacuna», «Canción de Titina», «Canción del pescador», «Doña Disparate y Bambuco».
En 1963 Leda y María grabaron un último L.P. «Navidad para los chicos» (4 canciones navideñas). En 1985 María Elena fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires; en 1990 Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires.
En 1994 apareció una recopilación de sus canciones para niños y adultos y en 1997 «Manuelita ¿dónde vas?».
El 10 de enero del 2011 a los 80 años falleció; sus restos fueron velados en la sede central de SADAIC y la inhumación se realizó en el Cementerio La Chacarita, despedida por el músico Eduardo Falú.ter

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Categorías: Columnas de Opinión
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