(De Calígula a los Tiranos del Siglo XX)
de Vivian Green
Vivian Green nació en Wembley (Inglaterra) en 1915. Fue sacerdote, profesor y administrador universitario. Enseñó por más de 30 años en el Lincoln College de Oxford y llegó a ser rector del mismo entre 1983 y 1987. Entre sus numerosas publicaciones se pueden mencionar: «Renacimiento y Reforma» – «Martín Lutero y la Reforma» – «La Civilización medieval en la Europa» – «Una nueva Historia del Cristianismo». Falleció en Oxfordshire en enero del 2005.
El libro que nos interesa hoy, escrito en 1993, fue traducido al castellano y publicado por la Editorial Ateneo en 2005.
Hace varios años que compré este libro, no conociendo su autor, y algo asustada por el título, no me animaba a empezar a leerlo. A menudo lo miraba; había en mí como un sentimiento de rechazo, mezclado a una curiosidad enfermiza, que me hacía postergar la fecha decisiva. Pero, una noche en la que no podía conciliar el sueño, me levanté con decisión, me fui a la biblioteca, busqué el libro, me lo llevé a la cama y empecé a leerlo.
Un panorama muy raro se me fue presentando a medida que adelantaba en la lectura. Dos mundos iban tomando forma en mi cerebro: el de la historia real, con fechas, lugares y hechos conocidos, y el de la locura y demás enfermedades, que aquejaron a los protagonistas de los hechos y a los seres buenos y malos que formaban su entorno. Para entender este segundo mundo, tuve la necesidad de consultar a menudo la enciclopedia medieval, porque muchos de los vocablos, usados por el autor con gran desenvoltura, me eran completamente desconocidos.
El autor demuestra además un conocimiento detallado y profundo de la historia europea y medio oriental desde la época romana a la actualidad.
Después del índice y antes del prefacio hay tres copias de los árboles genealógicos: el primero de los emperadores romanos, el segundo de los reyes medievales de Francia e Inglaterra y el tercero de las casas de los Borbones y de los Habsburgos.
Yo aconsejaría de leerlos al final, como resumen de todo lo leído, a menos que el lector sea un especialista en la historia de estos intrincados periodos.
Muy interesante es la «Introducción», que de manera muy clara y completa nos prepara a la no fácil lectura del texto.
Creo empero que el primer capítulo, El laberinto de la mente, es el más importante para comprender el entramado del libro y no perderse en el mar de nombres, desgraciadamente repetitivos hasta el cansancio, o enfrentar el variar de intrigas palaciegas, de las enumeraciones de los síntomas y manifestaciones de las enfermedades, que aquejaron a los protagonistas y a sus acólitos; las reacciones violentas de los enfermos al manifestar sus males a menudo lindantes con la locura; las interpretaciones absurdas de hechos sencillos, los miedos que enajenan a los enfermos y a quienes los rodean, las reacciones de los sanos, los aprovechadores de siempre, que se prestan a todo juego para acumular riqueza.
El autor hace un análisis interesantísimo de la locura, basándose en lo dicho por filósofos, historiadores y estudiosos antiguos y modernos y de las manifestaciones de los seres humanos frente al problema.
Cita al respecto la «Historia social de la locura» de Roy Porter, «Anatomía de la melancolía» de Robert Barton y «Crimen y Castigo» de Dostoievski.
En cuanto al modo como se manifiesta la «demencia», el autor cita el estudio del médico Gilberto Angélico (Siglo XIII) que «describió los síntomas característicos que presentan los dementes: depresión, falta de apetito, insomnio, jaqueca, miedos irracionales, (por ejemplo: miedo que se caiga el cielo) y alucinaciones». A continuación, el autor nos dice que: «Quienes buscan una explicación con cierto fundamento físico, la pueden encontrar en la «patología humoral», que, desde Hipócrates, (segunda mitad del V Siglo a.C.), pasando por Galeno y Rufo en Efeso (Siglo II d.C.), hasta el Renacimiento, fue aceptada casi sin cuestionamientos». La locura, como la mala salud del cuerpo, era producto de un desequilibrio en los humores que condicionaba el temperamento de los hombres como demuestra Isidoro de Sevilla (VII Siglo d.C.). Como sostenedores de esta teoría, nuestro autor cita las obras de «Valentino» (XVII Siglo), James Duport, un diácono de Petroburgo del Siglo VIII.
De los métodos usados se citan: «El soplo del aliento del espíritu de salud sobre la cara» – «El exorcismo» – «El uso de las reliquias sagradas».
En el Siglo XVII Michel Foucault en su libro «Historia de la locura en la época clásica» denomina «periodo de reclusión» cuando los locos eran separados de la comunidad e internados en clínicas especializadas. Se fundaron manicomios privados, generalmente administrados por el clero y eran buenos.
En 1864 Tomás Willis escribió: «Como primera medida, es necesario intimidar, encadenar y golpear al paciente, además de darle remedios… Los dementes violentos se recuperan más rápido cuando se los castiga y se los mantiene en habitaciones estrechas, que cuando se los trata con medicamentos».
Esto nos parece horroroso, pero el rey Jorge III de Gran Bretaña en el Siglo XVIII fue víctima de este tratamiento por parte del Dr. Willis.
En la pág. 27 leemos: «Los reyes y reinas locos fueron víctimas de enfermedades mentales comunes, cuya causa puede ser una disfunción cerebral provocada por traumas en el momento del nacimiento o etapas posteriores por lo que el individuo se desinhibe y tiende a ser agresivo».
A estas palabras sigue una serie de ejemplos, que empiezan con el emperador Calígula. Por ejemplo: Nerón, Luis II de Baviera, Juan sin Tierra (ingleses), Iván el Terrible y Pedro el Grande (rusos), Juan Gastón de Medici (florentino), Juana la Loca (española), Carlos VI de Francia, Eric XIV de Suecia, Cristian VII de Dinamarca, Stalin (ruso), Hitler (alemán), Mussolini (italiano).
Estos personajes están tratados en forma individual en los capítulos siguientes desde el 2: «Orgías romanas» al 16 «Locos con botas».
Realmente el texto en su conjunto es una obra maestra digna de ser leída.
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