En este mes, y por muchos medios, se la ha recordado. Me sumo a evocarla y compartir con ustedes un recuerdo de su vida tan particular.
   Magdalena  Carmen  Frida  Kahlo Calderón. Hija del fotógrafo Guillermo Kahlo de origen germano y húngaro, de religión judía y de su segunda esposa, la mejicana Matilde Calderón de ascendencia española. Frida nació Cayoacán el 6 de julio de 1907. A pesar de ello decía que nació en 1910, año del inicio de la Revolución Mexicana («nací con la Revolución porque quería que mi vida comenzara con el México moderno»). Este detalle nos muestra su singular personalidad, caracterizada desde su infancia por un profundo sentido de la independencia y de la rebeldía contra los hábitos sociales morales ordinarios, movida por la pasión y la sensualidad.
   Orgullosa de su mexicanidad y de su tradición cultural, se enfrentó a la reinante penetración de las costumbres estadounidenses; todo ello mezclado con un peculiar sentido del humor.
   Aclarado este hecho realmente único en una biografía de cualquier persona, artística o no, que a mí y a quién sabe cuántos lectores más, hizo perder un precioso tiempo de búsqueda para homenajear correctamente a un personaje excelente en la ciencia, la literatura o el arte.
   Hoy entraremos en la vida de un personaje que nos interesa y que tiene en sus obras algo profundamente misterioso, que interesa por lo novedoso y sencillo, lo técnico y lo sentimental, cuya fuerza íntima nos atrae, crea en nosotros un sentido de dolorosa sorpresa y una penetrante angustia, que hacen difícil definirla con las palabras de uso común y por ende nos obliga a guardar silencio.
   A los 16 años, cuando era estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria, en la ciudad de Méjico, Frida resultó gravemente herida en un accidente de camión y comenzó a pintar durante su recuperación.
   En 1925 había aprendido la técnica del grabado con Ferrari Fernández Rodríguez y el 17 de septiembre de este mismo año el accidente la dejó con lesiones permanentes: columna vertebral fracturada, costillas rotas, pie derecho dislocado, hombro descoyuntado; un pasamano le atravesó el vientre introduciéndosele por el costado izquierdo. La medicina de su tiempo la torturó con operaciones quirúrgicas (32 a lo largo de su vida), corsés de diversos tipos y de diversos mecanismos de estiramiento, la torturaron.
   Tres años más tarde le llevó algunos de sus primeros cuadros a Diego Rivera para que los evaluara. Él, ya célebre pintor, la incitó a seguir pintando y en el 1929 se casaron. Muy grande fue la influencia de Diego sobre el arte de su mujer, que adoptó, imitándolo, el empleo de zonas de color amplias y sencillas, plasmadas en un estilo deliberadamente ingenuo.
   Además, Frida, siguiendo la manera del marido, presentaba la realidad mágica recurriendo a técnicas y temas extraordinarios del folklore y del arte popular de su país.
   Más tarde amplió el ámbito de su arte con elementos fantásticos, claramente introspectivos, libre utilización del espacio pictórico y la yuxtaposición de objetos incongruente realizaron el impacto de su obra que llegó a ser relacionada con el movimiento surrealista.
   A menudo sus cuadros representan sus experiencias personales referentes a la desintegración de su cuerpo, ejemplo: «La colina rota» (1942).
   El dolor de no poder tener hijos lo plasmó en la obra: «Hospital Henry Ford» (1932) donde se ve un bebé y varios objetos, como un hueso pélvico y una máquina, diseminados alrededor de una cuna de hospital donde yace ella mientras sufre un aborto.
   La manera de Frida perteneció a una corriente mejicana: objetividad subjetiva, en su obra: «Lo que el agua me ha dado» (1930).
   Imposibilitada de compartir con sus semejantes los fenómenos comunes de la vida, y poseyendo una mente lúcida y receptiva, estalló su compromiso de solidaridad consigo misma y se tomó como sujeto presente y activo, al que debía penetrar en todas sus fases para perpetuarlo en su tela. Cosa que logró en una forma personal y continua.
   Expuso en sólo tres ocasiones: organizó las exposiciones de Nueva York en 1938, y de París en 1939, a través de sus contactos con el poeta y ensayista surrealista francés Andrés Bretón. En abril de 1953 expuso por primera vez en la Galería de Arte Contemporáneo en la ciudad de Méjico.
   Un año después murió.
   El matrimonio Kahlo y Rivera fue miembro activo del partido Comunista Mejicano.
   El día de su entierro el féretro de Frida fue cubierto con la bandera del partido, hecho que fue criticado por toda la prensa nacional. La casa de la artista de Coyoacán fue transformada en un museo que lleva su nombre.
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Categorías: Columnas de Opinión

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