Esta ocasión me encuentra llena de emoción y de alegría. Esta fecha me lleva a un pasado memorioso y a mis comienzos en este prestigioso Semanario que es el Pregón Misionero. Estos 50 años de vida lo consagran como el medio periodístico más antiguo de la provincia, por lo menos en lo que a Semanarios se refiere.
Mi participación como columnista comenzó en julio de 2004, en una sección que fue y sigue siendo apoyada por la Feria Provincial del Libro. No recuerdo muy bien cómo surgió la idea de escribir estas columnas, lo más probable es que fuera un deseo encontrado o quizás, un espacio cautivo que por azar o destino me llegara a las manos… pero lo que sí recuerdo es que desde ese primer artículo publicado no paré de hacerlo.
En principio, los artículos tenían el mismo objetivo que la Feria del Libro: recordar y homenajear a escritores en su centenario de nacimiento o fallecimiento, luego y con el pasar de los encuentros con los lectores, todo fue tomando otros rumbos: escribí sobre libros, una especie de críticas o comentarios sobre novelas o autores destacados. Otro giro, quizás de los más importantes para mí, fue empezar a escribir y contar un poco de mi historia, sobre las costumbres de mi tierra natal y de mi llegada a Argentina; también, dedicarle textos a mis amigos artistas, y hasta llegar a recorrer mi Italia querida mediante la descripción de cada una de sus regiones.
Cada etapa de mi vida de escritora fue compartida a través de este espacio y por ello es que no puedo sino emocionarme al recordarlo. Mi esposo, Iondo Passalacqua, que estuvo desde los inicios del semanario, colaborando con Crónicas y comentarios literarios y acompañando los propósitos que fueron una constante en Pregón Misionero: dar a conocer e informar a la ciudadanía obereña, fue quien marcó mi conexión con el semanario.
Este año, también representa una nueva etapa, en la que junto a mis colaboradores decidimos recordar en cada artículo un poco de esta historia debido a mi, a veces caprichoso, estado de salud. Y es así que cada viernes traemos con nostalgia artículos que merecen volver a ser leídos y releídos, que recuerdan fechas que son, fueron y serán importantes para mí y seguramente para muchos de ustedes. Porque con los recuerdos pasan cosas similares que con los libros en los anaqueles de las bibliotecas, si no los usamos, se quedan ahí empolvados y confinados al olvido.
Hoy, por todo esto, y con la intención de festejar medio siglo junto al semanario que hizo historia en esta ciudad, quiero compartir con ustedes el primer artículo que escribí en este medio.
UMBERTO ECO, NOVELISTA
En general al decir Umberto Eco inmediatamente se piensa en: «EL NOMBRE DE LA ROSA», la novela medieval editada en Italia por la Editorial Bompiani en 1980, traducida al castellano por Ricardo Pochtar en 1983 para la Editorial Lumen y llevada al cine en una inolvidable película de Jean Jacque Annaud, cuyo intérprete principal Sean Connery, realizó un magnífico trabajo personalizando al franciscano William de Baskerville, una especie de Sherlock Holmes, «avant la lettre».
Se suele catalogar a «El nombre de la rosa» como una novela de suspenso, y lo es, ya sea por la cantidad de homicidios misteriosos a los que asistimos, ya sea por las intrigas que complican la vida del pacífico monasterio de Melz, ya sea por la ingeniosa investigación del fraile.
Todo se desarrolla en un periodo muy complicado de la vida de la iglesia romana del Siglo XIV, entre herejías, inquisición, magias, ignorancia y rogos penitenciales.
Otras novelas siguieron a «El nombre de la rosa». Ellas son:
a) EL PÉNDULO DE FOUCAUL, publicado en Italia en 1989 por la Editorial Bompiani y traducido al castellano por Ricardo Pochtar para la Editorial Lumen en el mismo año.
En esta novela aparecen las ciencias ocultas, las sociedades secretas, las conjuras cósmicas. Tres intelectuales, por puro juego, inventan un complejo plan, supuestamente urdido por los Templarios. Alguien lo toma en serio y ellos se ven inmersos en una alucinante pesadilla que tiene en un angustioso suspenso al lector hasta el final.
b) L’ISOLA DEL GIORNO PRIMA (LA ISLA DEL DÍA ANTERIOR), editada en Italia por Bompiani en 1994 y de la cual no tengo la traducción. Es una obra fantástica y aparentemente absurda, a la cual así nos introduce el mismo personaje central «Sin embargo me enorgullezco de mi humillación, y ya que estoy condenado a tal privilegio, casi gozo de una aborrecida salvación; creo que por cuanto puedan los hombres recordar soy el único ser de nuestra especie que naufragó sobre una nave desierta» (Capítulo I, pág. 3).
c) BAUDOLINO, editada en Italia por Bompiani en el año 2000 (no tengo la traducción). Es la historia de un joven ignorante pero muy fantasioso, que, en el tiempo de las cruzadas, viaja a Oriente como escudero de su señor y allí, con astucias y artimañas graciosísimas, participa, a su manera, de los hechos históricos en tierra santa; conoce a emperadores y a emperatrices, a héroes y a cobardes, construye un palacio al Preste Juan, vende falsas reliquias, participa de la tercera cruzada y de todo saca provecho y diversión. Es una sátira simpática, alegre e irreverente al máximo.
d) LA MISTERIOSA FIAMMA DELLA REGINA LOANA. Acaba de aparecer en Italia según informa el Diario La Nación en el sector de Cultura del domingo 21 de junio de 2004 bajo el título: «Entre Flash Gordon y el Duce». Transcribo algo del artículo del cotidiano porteño: «En esta nueva novela el escritor italiano cuenta la historia de un personaje que ha perdido la memoria y que rastrea en álbumes de historietas, en viejas canciones populares y en episodios de la época fascista la identidad y las experiencias que ha olvidado.
Por medio de ese protagonista, Eco recrea con humor el pasado de su generación».
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