tareferoAgustín Da Silva fue reconocido como el mejor del año en la Fiesta del Deporte obereño. Viene de un hogar humilde y sabe lo que es trabajar desde chico para ayudar a su mamá y a sus hermanos menores.

Dueño de una historia personal repleta de privaciones que supo compensar con talento y esfuerzo, el atleta Agustín Da Silva (17) fue galardonado como el mejor Deportista Obereño de 2015, en el evento que se realizó el domingo en el escenario mayor del Parque de las Naciones de esta localidad.
Hace poco más de un año usaba el mismo par de zapatillas para ir al colegio, entrenar y competir. Viene de un hogar muy humilde y sabe lo que es trabajar desde chiquito para ayudar a su mamá y sus hermanos más chicos.
Pero en el atletismo encontró buenos profesores y un espacio de contención para canalizar su energía y condiciones, por lo que no tardó en destacarse en el ámbito provincial y nacional, donde ya integra el podio de los mejores en su categoría.
“Estaba ansioso por saber quién era el deportista obereño del año para ir y saludarle, por eso me sorprendí mucho cuando dijeron mi nombre. Estoy muy contento y este premio es para mi mamá, mis profesores y mis compañeros de entrenamiento”, subrayó Agustín con una enorme sonrisa, tras consagrarse como el mejor del año.
Y su dedicación y sacrificio quedaron plasmadas ayer, cuando se levantó temprano para entrenar siguiendo las instrucciones de su entrenador Fabián Romaszczuk. “Me gusta entrenar y hacer lo que me dice el profe”, afirmó y su presente lo corrobora.
Es que sabe bien lo que es madrugar y esforzarse para salir adelante, como lo hizo desde pequeño para afrontar las adversidades que se presentan en los hogares más humildes.
“Desde los 13 a los 15 años me iba a tarefear, estaba quince días de campamento y volvía un fin de semana a mi casa. Es un trabajo muy pesado, pero no me gusta estar de balde y quería trabajar para ayudar a mi mamá”, comentó.
Así, recordó que a los 14 años ya “sacaba raidos en la espalda”, es decir ponchadas con 80 kilos de yerba, una tarea demasiado esforzada para un chico.

Nueva vida
Pero la buena estrella de Agustín empezó a brillar una tarde de domingo cuando estaba preparando su bolso para volver a la tarefa y, por esas cosas del destino, se demoró un poco.
“En eso llegó una docente, Irma, y me preguntó si alguna vez fui a la escuela. Le conté que había ido hasta quinto y ella me invitó para que vaya a la escuela nocturna del barrio. Entonces pensé y decidí no ir a la tarefa. El lunes me compré un cuaderno y una birome y empecé. Al principio tenía como la mano dura porque  ya no estaba acostumbrado a escribir. Pero practiqué, escribí y leí mucho, y así salí adelante. Ahora pasé a tercer año del secundario y no me llevé ninguna materia”, dijo orgulloso.
En los últimos años, los docentes y profesores tuvieron una gran incidencia en el desarrollo del atleta, como también su madre, que lo apoya e incentiva, a pesar de sus limitaciones. Fue el profesor Ricardo Azcona, del CEP N° 46, quien lo detectó en el colegio y lo derivó a Romaszczuk. Ahí comenzó la nueva vida de Agustín.
En poco tiempo, gracias a su genética y predisposición al entrenamiento, comenzó a destacarse en el ámbito provincial y corrió a la par de los mejores, tal como recordó con esta anécdota: “La primera vez que corrí con Darío Piñeiro no podía creer, porque cuando estaba en la tarefa le veía en el diario que él ganaba siempre”.
Humilde y respetuoso, Agustín no pide mucho, pero “todo ayuda para seguir entrenando y mejorando”.
Y hasta se animó a un consejo para los padres que muchas veces no logran incentivar a sus hijos. “Les digo que no regalen PlayStation o celulares a sus hijos, que mejor les compren pelotas y que les hagan jugar al fútbol, o zapatillas para correr. Eso sería un buen regalo”, remarcó el mejor deportista obereño del año. Un chico que se hace querer y anhelar que le vaya bien en la vida.

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