Se trata de Carlos B. (23), quien fue acusado junto a otros cinco muchachos en el abuso de una adolescente ocurrido en 2013. Para la Justicia estaba prófugo, pero vivía y trabajaba normalmente en el barrio San Miguel.

Sus familiares y vecinos aseguran que nunca se fue del barrio San Miguel, que trabajaba en olería y hacía algunas changas en construcción. Pero el sábado a media mañana, una comisión policial arribó al domicilio de Carlos Rubén B. (23) y lo detuvo por su presunta vinculación a un abuso sexual cometido en grupo denunciado en junio de 2013 por una menor que entonces tenía 14 años.
Desde un primer momento, la chica y un testigo que la asistió el día del hecho declararon que fueron seis los implicados en la violación, de los cuales dos fueron detenidos y recientemente condenados a 18 años de prisión.
En tanto, otros dos acusados eran menores de edad y los dos restantes permanecían prófugos, al menos hasta el último fin de semana, cuando el citado cayó en San Miguel.
Desde la Unidad Regional II de Policía, informaron que el joven fue puesto a disposición de la Justicia de Instrucción en turno, que ahora deberá evaluar las pruebas en su contra para resolver la situación procesal del implicado.
Según trascendió, durante el juicio que se realizó a principios de mes, los familiares de los dos condenados aportaron datos concretos para dar con el ahora detenido. “Si siempre estuvo en el barrio, yo lo veo todos los días. Pasa que la Policía no lo busca”, habría denunciado el padre de uno de los imputados durante el debate.
En consecuencia, a partir de los nuevos indicios la Justicia insistió con la detención del acusado y se corroboró que efectivamente estaba viviendo en la casa de su concubina, en el mismo barrio donde sucedieron los hechos.
Incluso, allegados a los condenados aseguraron que el cuarto sospechoso mayor de edad también estaría residiendo en la zona, aunque hasta el momento no fue capturado.
Por su parte, la pareja de Carlos Rubén B. insistió con la inocencia del sujeto, al punto que reconoció que “nunca se fue de casa ni llegó una citación, porque ahora dicen que estuvo escapado de la Justicia por más de dos años”, indicó Elsa Brítez.
Ayer, en diálogo con El Territorio, la mujer precisó que desde hace cuatro años está en pareja con el detenido y desde entonces residen en San Miguel, donde se dedican a la fabricación de ladrillos.
“Si yo supiera que él abusó de la chica, no le llevaría ni un plato de comida, que pague por eso. Pero estoy segura de que no fue. Aparte es mentira que estuvo prófugo”, insistió.
Brítez aseguró que la Policía irrumpió en su domicilio sin exhibir ningún tipo de orden y esposaron a su concubino, quien no se resistió al arresto.
“Lo raro es que en dos años nunca llegó un papel diciendo que se tenía que presentar en el juzgado o en la comisaría. Los dos trabajamos en olería y, depende la época del año, él hacía changas de albañil y vivíamos tranquilos. Pienso que si fuera culpable, en dos años hubiera tenido tiempo para irse lejos”, agregó.
En tanto, anticipó su intención de interponer algún recurso para que se revea la situación de su concubino.

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