Carta del Obispo de la Diócesis de Oberá, Damián Santiago Bitar con motivo de cumplirse el pasado 8 de septiembre, cinco años de atención del Equipo de Pastoral de Adicciones de la Diócesis de Oberá
Con motivo de cumplirse el pasado 8 de septiembre, cinco años de atención del Equipo de Pastoral
de Adicciones de la Diócesis de Oberá, he recibido un informe estadístico impactante y doloroso.
Durante ese período de tiempo y hasta la fecha se llevan contabilizadas 10.141 consultas, es decir,
personas que han llegado al Oasis de Misericordia entre “pacientes” y familiares para ser escuchadas
y atendidas, de las cuales se abrieron 750 historias clínicas de quienes han solicitado un
tratamiento de desintoxicación física, psicológico y espiritual por parte del equipo de voluntarios y
profesionales abocados con “alma y vida” a la tarea de sanación y reconstrucción de adolescentes,
jóvenes y adultos atrapados por esta “serpiente venenosa” que intenta “asfixiar” a los que logra
“morder”…
Asimismo, la estadística muestra que, de las 750 historias clínicas, 457 corresponden a varones y
273 a mujeres, cuyas edades oscilan, en su mayoría, entre los 20 y 30 años; aunque penosamente
hay 18 casos de niños de entre 5 y 12 años.
Frente a estas cifras impactantes recabadas sólo en Oberá y que son un muestreo de aquellos “que
vienen”, no es difícil imaginar que son muchos más los que “no vienen” y por tanto constatar como
esta “mancha de aceite” se extiende por todas partes, tal como lo expresaba hace unos años el Papa
Benedicto XVI: …“Allí donde pasa el corredor del cultivo y del tráfico de drogas es como si un monstruo
malvado hubiese puesto sus manos en el país y corrompiera a los hombres…Es un poder que no nos
imaginamos como se debe. Destruye a la juventud, destruye a las familias, conduce a la violencia y
amenaza el futuro de países enteros”.
Que nadie lo dude: el narcotráfico y las adiciones son una verdadera pandemia que disemina su “virus
infeccioso” en nuestras ciudades, pueblos y colonias. La “cepa” circula por todas partes, pero da la
impresión que no se toma debida cuenta de esta catástrofe humanitaria.
Como le expresé en otra ocasión, la droga no surge por “generación espontánea”. Alguien la provee.
La provee el tenebroso “mundo del narco” cuyas cabezas se esconden detrás de “perejiles” y
“soldaditos” o se escabullen ofreciendo jugosos sobornos para seguir traficando con la muerte con
total impunidad.
Algo se hace, algo de dice, se han dado pasos…pero es muy poco frente a los tentáculos del narco
que sin piedad y por culto al “dios dinero”, no tiene escrúpulos en seducir y arrasar vidas humanas
como si fueran vasos descartables.
Quisiera unirme a la voz de los “padres y madres del dolor”, a los consagrados y laicos que ofrecen
su servicio recibiendo la vida como viene, para invitar una vez más a los gobernantes de todos los
poderes del Estado, a la Policía y las Fuerzas de Seguridad, a redoblar esfuerzos para neutralizar el
narcotráfico, a disponer los medios necesarios para la atención de quienes requieren internación, a
promover políticas de prevención fortaleciendo la debilitada, pero insustituible institución familiar y a
multiplicar espacios de deporte y capacitación para los jóvenes de los barrios más vulnerables.
¡Entre todos afrontemos esta pandemia “viralizando” la solidaridad y la fraternidad!
Damián Santiago Bitar, Obispo de Oberá
21 de septiembre de 2021