Quien hace dos años atrás tomó un préstamo de 1 millón de pesos por el sistema UVA, empezó pagando $7.915 de cuota y hoy paga $12.428, la misma cuota que un crédito tradicional. Habiendo pagado al banco 24 cuotas, hoy su deuda es de un 53% más, es decir $1.529.466. Mientras los salarios sigan perdiendo con la inflación, la diferencia será mayor.
Las cifras anteriores anteriores corresponden a cálculos publicados por Iprofesional y el diario La Nación en notas recientes. Ante la ventaja de una cuota inicial más baja, los prestamos anexados a los UVA se han reproducido por todo el país pero en las condiciones actuales, se convierten en una enorme burbuja financiera.
La cuota de los UVA ya igualó a la de los préstamos hipotecarios tradicionales de la banca privada, que mantiene fijos los intereses los primeros tres años y luego los pone a tasas variables. La diferencia del UVA es que parte con una cuota más baja, pero con interés variable durante todo lo que dure el préstamo.
Pasemos a definir que, según en el Banco Central, los prestamos indexados al UVA nacieron con el supuesto propósito de mejorar el acceso a vivienda. El mismo Banco define: “Unidad de Valor Adquisitivo (UVA). El valor inicial de una UVA al 31 de marzo de 2016 se fijó de manera tal que fuera equivalente a la milésima parte del costo promedio de construcción de un metro cuadrado testigo, basado en las cifras conocidas para inmuebles de diverso tipo en las ciudades de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Salta y zona del Litoral”.
Recordemos que el valor de la construcción y los terrenos en nuestro país, poco tienen que ver con el poder adquisitivo del salario. Dependen más de los precios que dicta la Cámara de Construcción sobre los materiales, la especulación por el valor del terreno, la dolarización del sector y otras variantes.
Como ejemplo, el Diario Clarín publicaba en septiembre de 2016 sobre la situación de la Ciudad de Buenos Aires: “un asalariado porteño que gana la media (salario promedio) ya debería destinar un monto equivalente a 134,6 sueldos enteros para comprarse un departamento estándar de 60 m2.”
Esos son más 11 años de salario promedio en el rincón de mayores ingresos de la Argentina. En la misma nota, durante 2011 “bastaban 106,8 salarios medios para comprar el departamento.” Considerando que son poco menos de 9 años, la diferencia creció bastante.
A esta enorme especulación se sometió en primera instancia el crédito UVA. Luego para mejorar el negocio, le sumaron a la cuota la variación de la inflación. Siguiendo con el Banco Central: “El valor de la UVA se actualiza diariamente por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), basado en el índice de precios al consumidor.” Ahora bien en el país los salarios no le ganaran a la inflación ni la igualaran.
Con la caída de los ingresos, la cuota ocupará con el paso del tiempo cada vez mayor porcentaje del salario, llegando a un punto en el futuro en el que se multipliquen los ceses de pago. Luego veremos a los bancos quitar las casas y gente en la calle. Luego hay menor consumo, peores salarios y la bola de nieve crece sobre si misma.
Si se le suma a esto que los paquetes de hipotecas se compren y vendan en la Bolsa, tenemos la misma crisis de las hipotecas sucedida en EEUU y gran parte de Europa. En aquel caso la explosión de la burbuja de la especulación inició una crisis global. En nuestro caso Macri se encargaría, en principio, de hundirnos sólo a nosotros.
Cada vez vemos con mayor frecuencia, como los argentinos se endeudan más, no sólo para comprar una casa y un auto, sino para comprar electrodomésticos y la comida del mes. El uso de tarjetas de crédito aumenta para estos fines. Muchos de estos argentinos ahora están condicionados por los UVAs. Una receta perfecta para el desastre.
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