El 5 de agosto del año pasado, Viviana Beatriz Leske (31) fue apuñalada por su ex concubino, Fabián Britos (42), el padre de cinco hijos de sus seis hijos. A un año del hecho que casi le costó la vida, la mujer afronta serias secuelas físicas y dificultades para mantener a sus pequeños.
Para completar el panorama incierto, se vieron obligados a dejar la casa que habitaban y fueron reubicados en un terreno municipal en Barrio Norte, donde carecen de los servicios básicos y están hacinados en una precaria casilla de madera, al punto que la mitad de sus muebles quedó a la intemperie por falta de espacio.
“Uno escucha que asisten a las víctimas de la violencia de género, pero en mi caso me dejaron tirada con mis hijos. Después de que mi ex me apuñaló me prometieron de todo; una casa, asistencia psicológica para los chicos y hasta un trabajo para mí, pero no cumplieron nada”, lamentó Leske.
La mujer y sus seis hijos, de entre 3 y 14 años, sobreviven con 3.500 pesos que percibe en concepto de asignación universal, más alguna que otra changa que realiza en casas de familia.
“Dos veces por semana limpio para un señor que me paga 300 pesos. Hago lo que puedo, porque fuerza no puedo hacer porque me salió una hernia abdominal sobre la cicatriz de la puñalada. Yo tendría que haber hecho reposo, pero a los dos meses empecé a trabajar porque sino mis chicos no comían”, justificó.
En tanto, comentó que el médico que la atiende insistió con la necesidad de operar dicha hernia, aunque viene postergando la cirugía porque no tiene con quien dejar a sus hijos. “Aparte si me opero no voy a poder trabajar y ya no creo más en promesas”, subrayó angustiada.
Dos veces víctima
En diálogo con El Territorio, recordó que luego del salvaje ataque de Britos tuvo que dejar la casa que habitaba en el barrio San Miguel y se mudó a un terreno familiares en Villa Lindstrom.
El hacinamiento fue complicando la convivencia y semanas atrás decidió mudarse, para lo cual solicitó asistencia a la comuna.
“Se comprometieron a traer y armar mi casa acá, pero al final armaron un tres por tres con otras tablas y me tiraron acá con mis hijos y mis cosas. Estamos todos amontonados, sin agua ni luz y peor que antes”, lamentó.
En el lugar, las necesidades están a la vista, al extremo que varios de los chicos ni siquiera tienen calzado para concurrir a la escuela.
Al respecto, Leske reclamó por la falta de asistencia comprometida por las autoridades.
“La puñalada casi me mató, pero lo que me están haciendo ahora es como dejar que me desangre, porque no tengo manera de salir adelante sola y mis hijos sufren mucho”, reconoció con lágrimas en los ojos.
Subrayó la necesidad de ampliar la casa, con las mismas maderas de su anterior vivienda, aunque ella no tiene medios para acarrear el material ni hacerse cargo de la construcción, por lo que solicitó apoyo de las instituciones.
Vivir con miedo
A un año del cobarde ataque de su ex pareja, en el que sufrió la perforación del hígado y una profusa hemorragia que casi les costó la vida, la mujer afronta un destino incierto.
En tanto, el agresor permanece tras las rejas acusado de intento de homicidio calificado por el vínculo. Si bien la causa aún no fue elevada a debate oral, fuentes judiciales estimaron que el sujeto sería condenado a varios años de prisión.
Vale mencionar que Britos ya purgó varios años de cárcel por una condena anterior por lesiones graves a otra mujer, a quien le cortó varios dedos de las manos a machetazos.
“Si le largan me va a matar, yo estoy convencida de eso”, afirmó Leske, quien recordó que ni siquiera seis denuncias previas por golpes y amenazas de muerte ni la exclusión de hogar y prohibición de acercamiento dictada oportunamente por la Justicia impidieron que el sujeto la apuñalara.
En trece años de convivencia, la pareja tuvo cinco hijos, mientras que ella tiene un chico de una relación anterior, quien desde pequeño padeció golpes por parte del padrastro. “Le pegaba en la panza y decía que así no deja marcas. Pero también les pegaba mucho a sus propios hijos”, contó con una mueca de bronca.
Aseguró que los vecinos jamás se metieron, aunque muchas veces fueron testigos de la violencia verbal y física a la que estaba sometida junto a sus hijos.
Al respecto, reconoció que “aguantaba porque pensaba que iba a cambiar. Pero sobre todo creía que si lo dejaba mis hijos me iban agarrar bronca. Siempre aguanté por ellos, por mis hijos, para que crezcan con un padre”.

“Me quiso cortar el cuello”

El día del ataque, Viviana fue a buscar a su hijo mayor que estaba jugando a la pelota en la plaza de Villa Lindstrom. Reconoció que vivía con temor por las amenazas de Britos, pero pensó que el sujeto no la lastimaría adelante de los menores.
“Cuando llegamos a la plaza, él me sorprendió y me hizo sentar en un banco. Me preguntaba por qué le denuncié, me decía barbaridades. En un momento sacó el cuchillo, me quiso cortar el cuello y le empujé, pero eso me hincó en la panza. Si me cortaba el cuello, como él quería, me mataba ahí”, detalló la víctima.
Y agregó: “En el momento no dolió, ni cuando hincó ni cuando sacó el cuchillo. Dolió después, cuando empezó a sangrar”.
Cumplida su promesa, Britos escapó corriendo con dirección a San Miguel, mientras que sus hijos -testigos del ataque- fueron a pedir ayuda a la casa de sus abuelos, donde residen desde mayo pasado.
Gravemente herida, la mujer caminó unos metros y fue asistida por vecinos, mientras que uno de sus hermanos arribó al lugar con su camioneta y la trasladó hasta el hospital. “Después los médicos me dijeron que si mi hermano tardaba un minuto más me moría desangrada”, aseguró.

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Territoriodigital. Fotos: Luciano Ferreyra


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