¿El estado debería salvar económicamente a las empresas privadas mal administradas? ¿Es un problema que lo debería resolver el mercado de capitales privados? ¿Es idéntica la situación por la que pasan muchas personas que no pueden entrar al mercado laboral y que son subsidiados por el estado, y no consiguen trabajo porque no son eficientes, no están capacitadas? Por ende, si una empresa se funde y entra en cesación de pagos es porque no es eficiente, no esta capacitada. ¿Por qué todos nos tendríamos que hacer cargo de las deficiencias del capital privado?
De hecho, el estado siempre termina de una manera u otra ayudando a las empresas, con diferentes tipos de subsidios, en particular subsidiando tasas de intereses y cuando no ofreciendo como garantía de los préstamos. En esta pandemia se observo que muchos bancos no querían prestarle dinero a las empresas que eran sus clientes, por la sencilla razón de que les conocen y saben que muchos empresarios no son buenos pagadores de sus créditos y deudas.
Esta idea de intervenir y luego avanzar en la expropiación permitió que los sectores de la oposición y los repetidores de frases lo compararan con las expropiaciones en Venezuela, la diferencia es que en ese país se expropiaban empresas prósperas y con ganancias extraordinarias, como el caso de Techint y otras empresas vinculadas al petróleo. En este caso, el estado quiere asumir la intervención y posterior expropiación de una empresa fundida, con una deuda que supera los 1300 millones de dólares, y que, en los últimos días de la presidencia de Mauricio Macri -obtuvo en forma extraña y fuera del contexto bancario- del banco Central de la Nación un crédito de 300 millones de dólares del cual se desconoce el destino de dicho dinero.
De expropiar la empresa privada, el estado nacional se deberá hacer cargo del pasivo, es decir de las deudas a los productores que le vendieron sus productos a la empresa y esperan cobrar. Sería lo mismo que una empresa privada yerbatera que acopia un gran volumen de materia prima, se funde. Deja en la calle a los empleados y productores yerbateros sin poder cobrar su producto, que de hecho ha pasado en la provincia. ¿Qué es lo que quieren los empleados y productores? Que el estado haga de intermediario o que se haga cargo, como de hecho ocurrió a nivel país y en la provincia, como el ingenio azucarero, entre otras experiencias. También la de evitar la cartelización de empresas del sector agro cerealeras de exportación que definen los precios de compra de las materias primas a los productores, tal cual lo que pasa en la provincia de Misiones con el precio del té, en donde no más de cinco empresas definen el precio y en qué plazos pagarán a los productores primarios, logrando sacar diferencias enormes. No solo porque pagan en pesos y venden en dólares, sino porque al pagar en plazos extendidos, superando incluso los 180 días, generan un interés financiero a su favor, con el cual el costo de la materia prima es inferior a la que incorporan al valor final del producto.
Es una gran empresa exportadora ubicada en el quinto lugar según el volumen exportable, con una enorme facturación, la empresa cayó en cesación de pagos como consecuencia de haber apostado a la especulación financiera y de administración fraudulenta que los jueces deben develar.
Según la idea del estado nacional es la de salvar 6 mil puestos de trabajo y a una gran cantidad de productores cerealeros, y evitar que la empresa quede en manos extranjeras que le implique ir ganando espacio en el comercio de granos y biocombustibles. Se especulaba que podrían hacerlo la francesa Dreyfus, la suiza Glencore o la norteamericana Cargill. Ninguna lo admitió públicamente. También se temía que tallara algún consorcio con empresarios argentinos y foráneos quedándose con un holding poderoso a precio bajo o vil. Es uno de los negocios de los oportunistas que pueden prosperar en la actual crisis económica mundial y sobre todo, de confusión e incertidumbre.
¿Quiénes se beneficiarán con que el estado expropie y compre una empresa endeudada como Vicentín, que le debe dinero no solamente al estado, sino también a proveedores y sospechada de una administración fraudulenta?
No todos estamos en el mismo barco
Esclavos en este tiempo de pandemia y de incertidumbre, en donde el miedo a perder lo que tienen les obliga a aceptar cualquier tipo de condición. Por suerte tenemos trabajo: es una de las frases más escuchadas en este tiempo, solo importa poder sobrevivir y llegar a fin de mes, con eso alcanza. Hay personas que están peor, no tienen trabajo, no cobran y no pueden siquiera pagar los servicios. Llegando a la conclusión de que otros están peor y esa es la realidad que no sale a relucir en este tiempo, en donde la pandemia castigó a la economía y a los sectores medios y de menores recursos en particular.
Por ello se sigue insistiendo en la necesidad de un estado presente, un estado que cuide de que no se pierdan empleos, como es el caso de la fábrica Vicentín, si la empresa cierra son 6 mil puestos de trabajo de los cuales el estado se deberá hacer cargo, no lo harán las empresas privadas, que si tendrán a su favor una mayor oferta de mano de obra desocupada.
Hace pocos días atrás médicos y trabajadores de la salud en una gran manifestación salieron a las calles a reclamar por sus honorarios profesionales, el retraso del pago de las obras sociales, por su condición de trabajo y por las resoluciones judiciales que comprometen el trabajo de los médicos en los casos en los que se les ha denunciado por supuesta mala praxis. También se han manifestado sectores docentes, que si bien reclaman muchas cosas, como condiciones laborales, el reclamo principal es el salarial, que han sido las voces que se han escuchado en este tiempo de pandemia y de caída en el poder adquisitivo.
Desde diferentes sectores sociales, del gobierno y desde los diferentes credos religiosos se ha reclamado una mayor solidaridad en estos tiempos difíciles de la economía mundial y que son mucho más difíciles para las familias de los trabajadores y para aquellos desocupados, no se han notado muchos cambios, los que siempre fueron solidarios lo siguen siendo, los que nunca lo fueron siguen en su misma postura de criticar y culpar a los pobres de su pobreza y al estado por ayudarles. Está claro que todos estamos padeciendo la misma pandemia, pero no todos estamos en el mismo barco.