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50 años en Oberá: La Reina, el negocio familiar que se volvió una tradición con el sándwich de milanesa como emblema

Cuando la década del 70 recién asomaba, precisamente en 1973, Martín Komatsu (76) y su esposa Beatriz “Betty” Delgado (75) decidieron abrir un emprendimiento de comidas en Oberá como sustento familiar. La Reina, sobre la calle Estrada. Sin imaginar que con el paso de los años ese emprendimiento se transformaría en la identificación familiar y en una tradición en el rubro gastronómico para la comunidad.
“En ese entonces, mis tíos Masaki Matsumura y Alberto Kaeriyama tenían un negocio de comidas muy conocido en Posadas, que se llamaba La Reina. Pedí permiso para usar el mismo nombre y accedieron sin problema, por eso estoy eternamente agradecido con ellos”. Con ese relato Martín precisó el origen del nombre, con un hilo familiar conductor.
Siempre sobre la calle Estrada, entre Barreyro y la avenida Sarmiento, primero estuvo en el número 46 (NdR: donde luego funcionó el bar El Porteño y en la actualidad un laboratorio bioquímico) y comenzó ofreciendo pollo al spiedo. Fue creciendo al ritmo de una ciudad joven y acomodándose a la demanda de las épocas. Pastas, pizzas y tenedor libre también estuvieron en el menú en los primeros años.
Sin embargo, la consolidación llegó con los sándwiches de milanesa desde principios de los 80, con el local ya establecido en Estrada 30, donde funcionó durante más de 30 años. Y Martín detalló cómo se le ocurrió: “por cuestiones laborales recorrí muchas provincias y siempre notaba que los sándwiches y las hamburguesas eran de un tamaño pequeño, entonces ahí surgió la idea de hacer súper sándwiches y hamburguesas”.

Al margen de la calidad que siempre lo destacó, el sándwich tuvo (y tiene) una particularidad. El tamaño. Siempre fue grande, muy generoso. “Al principio a mí me parecía que los sándwiches eran muy grandes, pero Martín insistía y decía que confiemos. No se equivocó”, expresó Betty. “Mucha gente me conoce como el japonés o el dueño de las alpargatas de Oberá, por la forma y el tamaño de los sándwiches”, recordó Martín con humor.
A partir de esa época el sándwich se fue transformando en el emblema del negocio, más allá de otras opciones en el menú. “Creo que hoy la gente relaciona y tiene presente a La Reina más por el sándwich que por otra cosa”, asintió Francisco (45), uno de los tres hijos de Martín y Betty, que en la actualidad mantiene vigente la tradición familiar.
Hijo de inmigrante japonés, Martín siempre fue emprendedor y el trabajo es un rasgo que lo caracteriza, un perfil con el que también moldeó a sus tres hijos. “A fines de los 80, principio de los 90, papá se fue a trabajar a Japón, durante nueve meses, y a la vuelta de paso por Buenos Aires compró máquinas de juegos electrónicos”, recordó Francisco.
El relato del segundo de los hijos del matrimonio abre la puerta a otro de los rubros en el que incursionó el negocio, el entretenimiento. Sin dejar de lado los sándwiches, el salón del local se llenó de videjuegos, entre ellos, pac-man, arcades, flippers, simuladores, cascadas, mesas de ping pong (tenis de mesa), metegoles, solo por nombrar algunos entre los tantos juegos clásicos que por aquellos años reunían durante varias horas a jóvenes que hoy seguramente se llenarán de nostalgia y emoción al recordarlo. Esa etapa también dejó marcada a La Reina en la memoria de las personas que hoy promedian los 50 años.
“Me acuerdo que el primer día con las máquinas, el local se llenó de gente. Chicos, jóvenes, realmente estaba lleno, mucha gente, hacían fila para entrar. Fue un día con lluvia, entonces se hacía difícil mantener limpio el salón por la cantidad de gente y también recuerdo que le dije a Martín que registre ese momento, que filme, finalmente no lo hizo pero sí, fue un boom, una novedad en ese momento”, contó “Betty”.
Martín y Betty comenzaron desde cero, todavía en época de noviazgo, nadie les regaló nada. A fuerza de trabajo, consolidaron el emprendimiento y conformaron la familia. “En todo este largo camino siempre me acompañó mi esposa, juntos logramos que hoy en día La Reina sea un lugar tradicional de Oberá”, expresó Martín. Y Betty, coincidió: “mediante La Reina somos lo que somos. La comunidad nos identifica como la familia de La Reina”.

Los hijos mantienen la tradición familiar
Con el paso de los años, los hijos continuaron el camino que iniciaron sus padres. Se puede pensar que era casi una cuestión lógica que eso sucediera, porque se criaron en La Reina. “Tenemos muchos sentimientos, porque de chiquitos jugábamos ahí, después cuando ya fuimos adolescentes, trabajábamos en el horario de la siesta para que nuestros padres descansen y de paso para que nos den permiso para salir”, recordó Gustavo (43) con tono risueño.


Sin embargo, la transición no fue tan sencilla. “Papá cerró el negocio con la condición que nosotros no volviéramos a abrir, sino que nos instalemos ahí con nuestras ocupaciones laborales habituales o nos dediquemos a otra cosa”, reconoció. No obstante eso, al poco tiempo, Gustavo y su esposa Nancy Rodríguez decidieron alquilar un local en otra zona de la ciudad y reabrir el negocio en 2015.
“Cuando íbamos a comenzar, papá se resistió a que reabramos. Incluso no quiso darme las recetas de algunos productos. Hasta llegué a llorar en ese momento”, fue otra de los recuerdos que con nostalgia expresó el menor de los hermanos.
De todas maneras, fiel a ese estilo emprendedor que seguramente heredó de su padre, Gustavo y su esposa extendieron el recorrido. “No fueron momentos fáciles, arrancamos de abajo también, poco a poco, pero tratando de ser cada vez más eficiente las cosas fueron mejorando”, admitió.

Y así, más allá de algunos contratiempos, la tradición familiar que comenzaron Martín y Betty se prolongó. Luego, a partir de 2021, Gustavo pasó la posta a Silvana (46) y Francisco, sus hermanos.
En la actualidad, desde hace ocho años, La Reina está ubicada en Sarmiento al 1355, a apenas cuatro cuadras del lugar donde nació. Continuar con el legado de la familia requirió ponerse al día con los tiempos que corren, solo en cuestiones de forma no de fondo, porque la esencia se mantiene. Porque La Reina y el sándwich de milanesa están ligados mutuamente en el imaginario popular de la ciudad.
“Creo que ofrecemos un producto para el público en general, esa siempre fue y es la esencia de La Reina. La impronta que le dieron nuestros padres. Un producto para todo el mundo, que esté al alcance de cualquier persona”, expresó Francisco.
Los hermanos Komatsu coincidieron que tienen un sentimiento muy fuerte hacia el emprendimiento creado por sus padres. Por eso, entienden, que más allá que cada uno tiene una ocupación paralela, oportunamente tomaron la decisión de seguir con el legado que empezaron Martín y Betty.
Finalmente, en la ronda de la charla familiar, Martín se mostró agradecido “a todos los amigos que nos apoyaron, especialmente a los que estuvieron en nuestros inicios y que hoy sus hijos y nietos continúan siendo parte de La Reina. Son tres generaciones que nos acompañan”, manifestó.

 

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