Con el propósito de incentivar la creación de nuevas historias audiovisuales e impulsar la escritura de guiones, el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM) otorgó un premio de $200.000 al proyecto “El cuerpo sabe lo que está pasando” de Natal Cano Rojas, participante del Laboratorio de Desarrollo de Guiones de Cortometrajes de Ficción que se desarrolló en el marco del programa IAAviM Lab.
«Me parece un privilegio tremendo haber sido solamente leído ya por personas que manejan tan bien el lenguaje cinematográfico, que tienen proyectos muy destacados, y no solamente destacados en el sentido de conocidos, sino que trabajan el tema de la memoria, de la identidad, de lo regional, de la frontera, que les interesa estos temas que justamente son motivaciones muy propias», manifestó Cano Rojas en referencia al jurado de selección. Contó también que al finalizar la ceremonia tuvo la oportunidad de charlar con Giménez y Vaccaro, quienes le dieron algunas recomendaciones para su proyecto. «Atesoro muchísimo lo que me dijeron esa noche, y quiero seguir trabajando y profundizando, justamente porque esas palabras me sirvieron un montón para seguir pensando el proyecto, y para darle forma, y en algún momento poder concretarlo en imágenes, y poder filmarlo».
La propuesta de capacitación profesional que lleva adelante la Gerencia de Capacitación del IAAviM, que cuenta con el apoyo del Consejo Federal de Inversiones, se desarrolló durante tres meses y estuvo a cargo de los guionistas y tutores Sergio Acosta, Fernando Pacheco y Luciana Porchietto. Junto a Natal Cano Rojas, fueron también parte del laboratorio Ainara Rolandi, Natalia Magali Romero, Carlos Ariel Kusiak, Gastón Lopez y Renata Otto, quienes concluyeron el laboratorio con un guion de cortometraje terminado.
«En mi caso trabajé con el tutor Sergio Acosta en algunos encuentros individuales por videollamadas y nada, fue un trabajo súper recursivo de escritura, de revisión y de volver a escribir… Intentar crear una historia bastante sensible con un clima bastante espeso, afiebrado, que se perciba cierto calor, cierto sudor, cierta humedad del aire, lo sofocante de un verano misionero; y también mucho sobre el deseo y la prohibición, digamos, una historia que trabaja mucho el fuera de campo, el trabajo de sonido y lo que no se ve…», relató el joven guionista. Agradeció además a su tutor por saber acompañar de manera crítica los límites de la historia, haciéndole ver cuando era necesario dejar afuera o revisar parte de la historia. «Es un privilegio tremendo tener a los tutores que tuvimos para poder ayudarnos a escribir, a delimitar y a encontrarle la potencia a cada una de las historias», concluyó.